En el principio
era el Verbo,
Y el verbo era
con Dios,
Y el Verbo era
Dios
Juan 1:1
L
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os “Testigos de Jehová” terminan este
versículo de la siguiente manera: “y la Palabra era un dios”; evidentemente,
con la intención de reconocer a Jesús como un dios menor; y, lo que es peor, y
en tanto que el artículo que preside a “dios” es indefinido, esto implicaría
que el Señor Jesús sería uno de tantos otros dioses, lo que riñe con el
principio que hallamos en la ley; cuando, en la ocasión que Dios dio Sus
mandamientos a Israel, Él dijo:
No tendrás
dioses ajenos [posterior, siguiente, otro, segundo] delante de Mí.
Éxodo 20:3;
Deuteronomio 5:7
Sin embargo, esta errada interpretación
de esta Escritura se resuelve al entender que el orden de este versículo; y,
concretamente, su tercera y última parte, no es el mismo como está registrado
en el original griego, que es como sigue: “y Dios era el Verbo”.
Seguidamente, copio este versículo en
griego, su transliteración griega y, por último, su traducción al español;
donde podrán constatar el orden que, originalmente, está la última parte de
este versículo en el original griego:
Griego koiné: Ἐν ἀρχῇ ἦν ὁ λόγος, καὶ ὁ λόγος ἦν πρὸς τὸν θεόν, καὶ θεός ἦν ὁ λόγος.34
Transliteración griega: En archē ēn ho
Lógos, kai ho Lógos ēn pros ton Theón, kai Theós ēn ho Lógos.
Griego al español: En el principio era el Verbo, y
el Verbo era con Dios, y Dios era el Verbo.
En principio, es necesario aclarar que
la expresión “Verbo”, aquí, se traduce del griego “Logos”; que, más
exactamente, se traduce como “Palabra”. Los traductores, muy seguramente
instruidos por la teología del momento, y reconociendo que esta Palabra tenía
poder para crear; que, en sí misma es una Palabra dinámica; por ello, muy
posiblemente, es que la trataron no como un sustantivo (que es lo que
corresponde gramaticalmente), sino como “Verbo”, por Su evidente actividad o
accionar intrínseco. Sin embargo, y todo el honor que se pretendió darle a la
“Palabra”, con ello se originó confusión para, en la sencillez con que Dios
comunica Sus planes al hombre, a través de palabras, no entender el sentido del
versículo. Si usted no entiende una expresión o palabra en un versículo de la
Biblia, posible no entenderá o mal entenderá el sentido de todo ese versículo
y, posible, tampoco el contexto en que está escrito, peligrando nuestro debido
entendimiento de todo un pasaje bíblico.
Por otro lado, es necesario insistir en
decir que, a lo que el escriba está apuntando aquí; y, concretamente, en los
versículos del 1 al 3, es al accionar de la Palabra o, dicho de otra manera, al
hablar de Dios durante la creación en Génesis 1. Miren que el versículo 1 está
en tiempo pasado en las tres partes que componen este versículo. Veamos:
En el principio
era [pasado] la Palabra,
Y la Palabra era
[pasado] con Dios,
Y Dios era
[pasado] la Palabra.
Y lo mismo se puede distinguir en los
versículos 2 y 3, con el tiempo pasado de “era” y “fueron”; por lo que,
definitivamente, el apóstol Juan, el escriba de este Evangelio, nos está
trasladando a un hecho del pasado, a Génisis 1; cuando Dios, mediante Su voz o
Palabra creadora, creó los cielos y la tierra; y es así como el apóstol Pablo
lo confirma en Hebreos 11:3:
Por la fe entendemos
haber sido constituido el universo por la Palabra de Dios, de modo que lo que
se ve fue hecho de lo que no se veía.
Sí, el apóstol Juan empieza su Evangelio
trasladándonos o haciendo remembranza al momento de la creación del mundo o
universo, y que este universo fue hecho por Dios mediante Su Palabra. Y, con el
solo ánimo de esclarecer toda duda, es necesario sostener el por qué la última
parte de este versículo 1 deberíamos leerlo tal como está, originalmente, en el
griego: “y Dios era la Palabra”; porque, si usted se da cuenta, el escritor
construye este primer versículo con un sujeto: “En el principio”, un verbo:
“era” y, seguidamente, un predicado: “el Verbo”; y, cuando continúa en la
segunda parte de este versículo, vemos que, lo que en la primera parte es el
predicado, en esta segunda parte es el sujeto: “y el Verbo”, seguido del verbo:
“era”, y el predicado: “con Dios”; y, manteniendo esta regla de construcción,
es por qué en el griego podemos constatar que, al inicio de esta tercera y
final parte de este versículo, el apóstol empieza esta parte con lo que, en la
segunda parte, es el predicado, esto es: “y Dios”, seguido del verbo: “era” y,
finalmente, el predicado: “la Palabra”. Así, el versículo deberíamos leerlo:
En el principio
era la Palabra,
Y la Palabra era
con Dios,
Y Dios era la
Palabra.
Lo que, ahora, ya no permitiría que el
“Testigo de Jehová” tenga argumento para concebir la idea de que “la Palabra
era un dios”; cuando, leyendo el versículo en su construcción original, lo que
el apóstol está queriéndonos decir es que Dios era esa Palabra que estaba
siendo expresada durante la creación, estableciendo la autoría de esa Palabra,
la procedencia de esa Palabra; y, que decir lo contrario, sencillamente es una
herejía; porque, considerando el orden de esta parte tal y como está en el
griego, y en base a la regla que podemos advertir para la construcción de este
primer versículo, lo único que el escriba quiere transmitirnos es la relación
entre Dios y Su Palabra durante la creación; y, siendo que Dios es eterno y Su
Palabra permanece para siempre, que esa relación de unidad entre Dios y Su
Palabra se mantiene hasta hoy y por la eternidad.
Quizá, cuando los traductores tradujeron
este versículo lo hicieron, posiblemente, forzados por una teología, doctrina o
fe; y, por lo mismo, personalizaron la expresión “Verbo” o “Palabra”, para
presentarla como una segunda persona de una trinidad; pero, restaurado la
tercera parte de este versículo a su condición original, no hay razón para
entender al Verbo o Palabra como persona; sino, y sencillamente, que Dios nos
habla aquí de Su relación con Su Palabra durante la creación, hoy y siempre.
Y, cuando llegamos al versículo 14, el
escritor culmina, y siempre en el contexto y sentido de la creación (que es lo
que él está tratando en estos primeros versículos), Dios usando Su Palabra
creadora, para decir conforme al original griego:
Y la Palabra [que
es Dios, porque así nos lo declara el versículo 1, tercera parte: “y Dios era
la Palabra”] se hizo carne [por consiguiente, podríamos decir "Dios se hizo carne", como cuando se manifestó en carne a Su amigo Abraham] y acampó entre nosotros; y contemplamos Su gloria, gloria
cual el unigénito del Padre [Éste fue, y sigue siendo Jesús], lleno de gracia y de verdad.
Como usted podrá ver, el apóstol Juan,
escritor de este glorioso Evangelio, no nos dice nada acerca de una segunda
persona, como tampoco nos está hablando de un dios menor sino, sencillamente,
acerca del único Dios verdadero Quién, mediante Su Palabra, creó en el
principio los cielos y la tierra; y aquí, en el versículo 14, que Él mismo, y
mediante esta misma Palabra creadora, se hizo carne donde, como en tiempos
antiguos, habitó para manifestarse o darse a conocer entre nosotros como el
Hijo unigénito del Padre, nuestro Señor y Salvador Jesús: Dios se hizo carne, Dios llegó a ser Jesús; Jesús es la manifestación de Dios en carne Humana, no una segunda persona de una trinidad; como, tampoco, un dios en minúsculas. ¡Aleluya!
Amén.