domingo, 19 de julio de 2020

Jesús no es "un dios", Él es Dios

Jesús no es “un dios”, Él es Dios

En el principio era el Verbo,
Y el verbo era con Dios,
Y el Verbo era Dios
Juan 1:1

L
os “Testigos de Jehová” terminan este versículo de la siguiente manera: “y la Palabra era un dios”; evidentemente, con la intención de reconocer a Jesús como un dios menor; y, lo que es peor, y en tanto que el artículo que preside a “dios” es indefinido, esto implicaría que el Señor Jesús sería uno de tantos otros dioses, lo que riñe con el principio que hallamos en la ley; cuando, en la ocasión que Dios dio Sus mandamientos a Israel, Él dijo:

No tendrás dioses ajenos [posterior, siguiente, otro, segundo] delante de Mí.
Éxodo 20:3; Deuteronomio 5:7

Sin embargo, esta errada interpretación de esta Escritura se resuelve al entender que el orden de este versículo; y, concretamente, su tercera y última parte, no es el mismo como está registrado en el original griego, que es como sigue: “y Dios era el Verbo”.

Seguidamente, copio este versículo en griego, su transliteración griega y, por último, su traducción al español; donde podrán constatar el orden que, originalmente, está la última parte de este versículo en el original griego:

Griego koiné: ν ρχ ν λόγος, κα λόγος ν πρς τν θεόν, κα θεός ν λόγος.34
Transliteración griega: En archē ēn ho Lógos, kai ho Lógos ēn pros ton Theón, kai Theós ēn ho Lógos.
Griego al español: En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y Dios era el Verbo.

En principio, es necesario aclarar que la expresión “Verbo”, aquí, se traduce del griego “Logos”; que, más exactamente, se traduce como “Palabra”. Los traductores, muy seguramente instruidos por la teología del momento, y reconociendo que esta Palabra tenía poder para crear; que, en sí misma es una Palabra dinámica; por ello, muy posiblemente, es que la trataron no como un sustantivo (que es lo que corresponde gramaticalmente), sino como “Verbo”, por Su evidente actividad o accionar intrínseco. Sin embargo, y todo el honor que se pretendió darle a la “Palabra”, con ello se originó confusión para, en la sencillez con que Dios comunica Sus planes al hombre, a través de palabras, no entender el sentido del versículo. Si usted no entiende una expresión o palabra en un versículo de la Biblia, posible no entenderá o mal entenderá el sentido de todo ese versículo y, posible, tampoco el contexto en que está escrito, peligrando nuestro debido entendimiento de todo un pasaje bíblico.

Por otro lado, es necesario insistir en decir que, a lo que el escriba está apuntando aquí; y, concretamente, en los versículos del 1 al 3, es al accionar de la Palabra o, dicho de otra manera, al hablar de Dios durante la creación en Génesis 1. Miren que el versículo 1 está en tiempo pasado en las tres partes que componen este versículo. Veamos:

En el principio era [pasado] la Palabra,
Y la Palabra era [pasado] con Dios,
Y Dios era [pasado] la Palabra.

Y lo mismo se puede distinguir en los versículos 2 y 3, con el tiempo pasado de “era” y “fueron”; por lo que, definitivamente, el apóstol Juan, el escriba de este Evangelio, nos está trasladando a un hecho del pasado, a Génisis 1; cuando Dios, mediante Su voz o Palabra creadora, creó los cielos y la tierra; y es así como el apóstol Pablo lo confirma en Hebreos 11:3:

Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la Palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía.

Sí, el apóstol Juan empieza su Evangelio trasladándonos o haciendo remembranza al momento de la creación del mundo o universo, y que este universo fue hecho por Dios mediante Su Palabra. Y, con el solo ánimo de esclarecer toda duda, es necesario sostener el por qué la última parte de este versículo 1 deberíamos leerlo tal como está, originalmente, en el griego: “y Dios era la Palabra”; porque, si usted se da cuenta, el escritor construye este primer versículo con un sujeto: “En el principio”, un verbo: “era” y, seguidamente, un predicado: “el Verbo”; y, cuando continúa en la segunda parte de este versículo, vemos que, lo que en la primera parte es el predicado, en esta segunda parte es el sujeto: “y el Verbo”, seguido del verbo: “era”, y el predicado: “con Dios”; y, manteniendo esta regla de construcción, es por qué en el griego podemos constatar que, al inicio de esta tercera y final parte de este versículo, el apóstol empieza esta parte con lo que, en la segunda parte, es el predicado, esto es: “y Dios”, seguido del verbo: “era” y, finalmente, el predicado: “la Palabra”. Así, el versículo deberíamos leerlo:

En el principio era la Palabra,
Y la Palabra era con Dios,
Y Dios era la Palabra.

Lo que, ahora, ya no permitiría que el “Testigo de Jehová” tenga argumento para concebir la idea de que “la Palabra era un dios”; cuando, leyendo el versículo en su construcción original, lo que el apóstol está queriéndonos decir es que Dios era esa Palabra que estaba siendo expresada durante la creación, estableciendo la autoría de esa Palabra, la procedencia de esa Palabra; y, que decir lo contrario, sencillamente es una herejía; porque, considerando el orden de esta parte tal y como está en el griego, y en base a la regla que podemos advertir para la construcción de este primer versículo, lo único que el escriba quiere transmitirnos es la relación entre Dios y Su Palabra durante la creación; y, siendo que Dios es eterno y Su Palabra permanece para siempre, que esa relación de unidad entre Dios y Su Palabra se mantiene hasta hoy y por la eternidad.

Quizá, cuando los traductores tradujeron este versículo lo hicieron, posiblemente, forzados por una teología, doctrina o fe; y, por lo mismo, personalizaron la expresión “Verbo” o “Palabra”, para presentarla como una segunda persona de una trinidad; pero, restaurado la tercera parte de este versículo a su condición original, no hay razón para entender al Verbo o Palabra como persona; sino, y sencillamente, que Dios nos habla aquí de Su relación con Su Palabra durante la creación, hoy y siempre.

Y, cuando llegamos al versículo 14, el escritor culmina, y siempre en el contexto y sentido de la creación (que es lo que él está tratando en estos primeros versículos), Dios usando Su Palabra creadora, para decir conforme al original griego:

Y la Palabra [que es Dios, porque así nos lo declara el versículo 1, tercera parte: “y Dios era la Palabra”] se hizo carne [por consiguiente, podríamos decir "Dios se hizo carne", como cuando se manifestó en carne a Su amigo Abraham] y acampó entre nosotros; y contemplamos Su gloria, gloria cual el unigénito del Padre [Éste fue, y sigue siendo Jesús], lleno de gracia y de verdad.

Como usted podrá ver, el apóstol Juan, escritor de este glorioso Evangelio, no nos dice nada acerca de una segunda persona, como tampoco nos está hablando de un dios menor sino, sencillamente, acerca del único Dios verdadero Quién, mediante Su Palabra, creó en el principio los cielos y la tierra; y aquí, en el versículo 14, que Él mismo, y mediante esta misma Palabra creadora, se hizo carne donde, como en tiempos antiguos, habitó para manifestarse o darse a conocer entre nosotros como el Hijo unigénito del Padre, nuestro Señor y Salvador Jesús: Dios se hizo carne, Dios llegó a ser Jesús; Jesús es la manifestación de Dios en carne Humana, no una segunda persona de una trinidad; como, tampoco, un dios en minúsculas. ¡Aleluya!

Amén.