viernes, 26 de febrero de 2021

Yehováh rapa

 

YEHOVÁH RAPA


No tengo una clara interpretación del nombre de Dios, Yehováh; algunos eruditos concluyen que hay una suerte de tiempos presente, pasado y futuro contenidos en el nombre Yehováh; pero, como lo enseñó el hermano Branham, profeta, Su nombre sencillamente significaría Yo Soy, tal como así lo hizo saber a Moisés en Éxodo 3:14; y, en el versículo 15, Él dijo: “Este es mi nombre para siempre; con él [con este nombre: Yehováh] se me recordará por todos los siglos.”

 

El hermano Branham dijo, refiriéndose al significado de Su nombre: “Yo Soy”, que esto expresan Sus atributos; como lo leemos en el v. 14, “Yo Soy el que soy” o “lo que soy”, soy mis atributos. Por ejemplo, Él es santo, apartado del pecado; y, por lo mismo, es perfecto, justo.

 

Y, cuando leemos Éxodo 15:25-27, y específicamente en el v. 26, allí se dice de Su atributo de sanador; y, lo mismo, en el Salmo 103:3:

 

y dijo: Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, e hicieres lo recto delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti; porque yo soy Jehová tu sanador.

 

Él es quien perdona todas tus iniquidades,

El que sana todas tus dolencias;

 

Sanador es uno de Sus fundamentales atributos. El hermano Branham dijo que la sanidad es señal de la vida eterna; porque, como ustedes comprenderán, se necesita el poder de la eternidad o vida eterna para vencer a la muerte, y que la enfermedad es el anticipo de la muerte, ¿verdad? Y, manifestando este atributo de sanador, lo vemos en muchas ocasiones; y, en particular, en Su trato con Su pueblo, Israel: desde el ministerio de Moisés en adelante.

 

Yehováh Dios nos ha provisto la sanidad para nuestros cuerpos a través de Su Hijo, Yeshúa (nombre hebreo para Jesús); cuando, durante los látigos que le propinaron en el pretorio de Poncio Pilato, el látigo romano –prácticamente- rompió o hizo surcos sobre el Cuerpo de nuestro bendito Salvador, Yeshúa. El profeta Isaías dijo:

 

Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.

(Isaías 53:5)

 

Lo mismo dice el apóstol Pedro, en 1 Pedro 2:24:

 

quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados.

 

Consideren que la expresión “heridas” en este versículo del apóstol se traduce del griego, lengua en que fue escrita esta carta, “mólops” que, traducido, significa “lunar” o “moretones”. En el Nuevo Testamento Interlineal Griego Español de Francisco La Cueva se traduce como “azotainas”.

 

Si Él murió por nosotros, nos representó, para que nosotros fuéramos justificados de nuestros pecados, de todas nuestras fallas, para ser declarados justos, santos y herederos de Vida Eterna por Su causa; de igual manera, cuando Él recibió las azotainas romanas sobre Su bendito Cuerpo, por nosotros, siempre en nuestro reemplazo, esto produjo sanidad para nuestros cuerpos enfermos, por lo que el profeta Isaías y apóstol Pablo declaran la bendita verdad de la sanidad que hoy pertenece a todos los que confiamos en el nombre de Yeshúa o Jesús, el pan de los hijos e hijas de Dios (Marcos 7:24-30. Sé que aquí se habla de liberación de espíritus o demonios, pero el hermano Branham dijo que toda enfermedad es un demonio); y, cuando estamos enfermos, tiempo presente, sencillamente, y con fe sencilla podemos aceptar esa excelsa verdad y, ahora, admitir que estamos sanos; tan igual como, cuando por Su muerte, confesamos en fe sencilla y viva que estamos vivos para Dios (Lean, por favor, Romanos 8). Definitivamente, las azotainas sobre Su Cuerpo son el cumplimiento de Isaías 53:4:

 

Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido.

 

¡Shalom!