Estimado Hermano,
Escuché su enseñanza sobre el bautismo del
Espíritu Santo, donde veo algunos errores que me agradaría declarárselos si
acaso me lo permite; venido de quién, en muchas ocasiones, recurrió a usted por
ayuda espiritual; y que, definitivamente, no soy sino un lector de la Biblia y,
en buena parte de mi andar cristiano de las enseñanzas del profeta, Hermano
Branham, a través de los sermones que recibí cuando congregué en iglesias
locales creyentes de lo que ustedes llaman “Mensaje”; actitud que asumo con
total respeto y afecto por usted, como por cualquier otro hermano o ministro; y
que, si estoy equivocado, me agradaría ser corregido. Permítame, pues, hacerle
mis observaciones a lo que usted enseña sobre tan importante doctrina:
1.
Usted
afirma que, en Juan 20:19-23, el Señor sopló y que los discípulos recibieron el
Espíritu Santo. Sin embargo, en la cita del profeta, Preguntas y Respuestas
Nro. 4, pregunta 383, párrafos 60 y 61, él no dice eso:
383. Querido Hermano Branham, ¿cuál es la
diferencia cuando Jesús sopló sobre los discípulos y dijo: “Recibid el Espíritu
Santo”, y cuando ellos—cuando ellos tuvieron que ir al aposento alto a esperar?
60 Era una promesa que El les dio, sopló sobre
ellos Su promesa, dijo: “Recibid el Espíritu Santo”. Era una promesa. Ellos
fueron al aposento alto a esperar que la promesa fuera cumplida.
61 Lo mismo es cuando ponemos manos sobre Uds.
para que sean sanados, entonces Uds. se ocupan de sus asuntos esperando que la
promesa sea cumplida.
64-0830E - Preguntas Y Respuestas #4, pregunta
383, párrafos 60 y 61
Porque si los discípulos lo hubieran recibido
antes de Su ascensión y exaltación a la diestra de Dios el Padre, antes de
Pentecostés, ¿cómo se entiende que ellos, si ya tenían el Espíritu Santo,
fallaron en elegir a Matías como reemplazante de Judas Iscariote? En Hechos 1:2
se dice que el Señor dio mandamientos por el Espíritu Santo; y, con este
ejemplo, igual los discípulos estaban instruidos a no hacer nada sino por
guianza del Espíritu Santo; y que, tras recibir ellos el don de Dios, en Hechos
2, es que recién ellos fueron empoderados para no fallar a Dios, otra vez, como
cuando eligieron por sorteo, por suerte, no por revelación y guianza de Dios,
al que reemplazó a Iscariote.
2.
Usted
dice que nosotros repetimos como “loros” los mandamientos o Palabra de Dios, lo
que es inapropiado decir, venido de un apóstol como usted. El Apóstol Pablo
dijo: “Creí, por eso hablé” (2 Corintios 4:13; Salmo 116:10); así, nosotros repetimos lo más exacto posible, y
en conformidad con Su Palabra, siempre por fe, porque las creemos y confiamos
que son suficientes para manifestar lo que Éstas dicen, como lo declaró el
profeta del AT (Isaías 55:11).
3.
Usted
afirma que la doctrina del Espíritu Santo es la doctrina más importante para la
Iglesia, en lo que no estoy de acuerdo. La justificación por la fe es la
doctrina más importante, la doctrina de fundamento; y que, por ésta, es que el
don de Dios, el Espíritu Santo es otorgado al creyente, a la Iglesia.
En hechos 10, por ejemplo, el Apóstol Pedro en
ningún momento habló de la promesa del Espíritu Santo; pero, tan pronto, casi
de inmediato, que Cornelio y su casa oyeron acerca del perdón de pecados por el
nombre de Jesús; Dios que conoce los corazones, les dio testimonio dándoles el
Espíritu Santo; y, en los capítulos 11 y 15, se dice con claridad que ese
derramamiento del Espíritu Santo es lo mismo que el don y bautismo del Espíritu
Santo.
43 De este dan testimonio todos los profetas,
que todos los que en él creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre.
44 Mientras aún hablaba Pedro estas palabras,
el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían el discurso.
Hechos 10:43-44
4.
Usted
hace una diferencia entre el nuevo nacimiento y el bautismo del Espíritu Santo;
pero el profeta, luego de decir lo mismo en algunas partes de sus prédicas o enseñanzas,
en su libro Una Exposición de las Siete Edades de la Iglesia, Edad de Esmirna,
Párrs. 152-155, dice que ambas experiencias son una y la misma cosa:
152 Ahora, de ninguna manera se puede decir que
la “bendición de Abraham” es el nuevo nacimiento, y que la “promesa del
Espíritu” es el bautismo del Espíritu Santo, como dos cosas separadas. Porque
esta Escritura se puede leer así: “Jesús murió en la cruz, y por medio de
aquella muerte y resurrección la bendición de Abraham vino a los gentiles,
dejando los judíos. Esto transcurrió para que el Espíritu fuese disponible para
los gentiles”.
153 Al entender lo que acabo de decir, se pone
en claro porqué los estudiantes nunca han hallado en ninguna parte de la
Escritura que Pablo diga: “Os es necesario ser nacido de nuevo y ENTONCES ser
llenado del Espíritu”. Ellos han inferido que existe, y han puesto sus propias
interpretaciones para que diga así, PERO LA ESCRITURA NO DICE ESO. Ni tampoco
lo dijo Jesús. Vea esta Escritura y léalo ahora con entendimiento.
En el último y gran día de la fiesta, Jesús se
puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí, y beba.
El que cree en mí, como dice la Escritura, de
su interior correrán ríos de agua viva.
Esto dijo del Espíritu, que habían de recibir
los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque
Jesús no había sido aún glorificado.
San Juan 7:37-39
154 Ahora, aquí dice enfáticamente que el
creyente al beber, por medio de venir a Jesús en fe, tendría ríos de agua viva
saliendo de sí mismo. Y esta experiencia quedó establecida en el Día de
Pentecostés. Ahora, con este pensamiento en la mente, leamos:
Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don
de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te
daría agua viva.
Mas el que bebiere del agua que yo le daré, no
tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua
que salte para vida eterna.
San Juan 4:10 y 14
155 Esta misma agua viva es mencionada aquí,
pero esta vez no es llamada un río, sino un pozo artesiano. Allí es donde la
gente comete su error. Por el hecho de que es llamado un pozo y un río, piensan
que en un lugar es Vida Eterna dada por el Espíritu; y en el siguiente lugar,
donde es llamado un río (implicando un gran dinamismo), tiene que ser el
Espíritu dado como una investidura de poder. ¡NO ES ASÍ! ES UNO Y EL MISMO. ES EL ESPÍRITU QUE DA VIDA Y PODER, EL
CUAL VINO EN EL DÍA DE PENTECOSTÉS.
Edad de Esmirna, Una Exposición de las Edades
de la Iglesia, Párrs. 152-155
El Apóstol Santiago dijo que el cuerpo sin el espíritu está muerto; del mismo modo, la Iglesia o el que dice ser creyente sin el Espíritu Santo está aún muerto en sus delitos y pecados; y, como se dice en Romanos 8:9, “no es de Él”, no somos Su propiedad, Él no es nuestro Señor.
5. Usted afirma que Jesucristo es el nombre de Dios; pero, según Éxodo 3, cuando Moisés se encontró con Jehová Dios, Jehová (Yehováh en hebreo) es el nombre de Dios, y Jesús es el nombre, como el profeta lo dijo, de Su manifestación como Hombre (Juan 1:14). Si acaso no lo sabe, el nombre de Jesús, según copia de unos pergaminos que datan del siglo IX, se lee en hebreo “Yeshúa”; y que, como todo nombre hebreo, tiene un significado, y que el significado de “Yeshúa” es “Yehováh yoshía o salva”; por lo que es evidente que Su nombre, nada más, dio testimonio que la salvación pertenece a Dios, el Padre, como lo leemos en Isaías en algunas de sus citas.
Recientemente escuché a un ministro del Mensaje decir que Lutero habría restaurado “un poquito”, lo que me pareció absurdo; porque, desde la recuperación o restauración de la justificación por fe, es que el creyente y pueblo de Dios está inspirado o motivado a, solo por la fe, creer y recibir toda dádiva de Dios, que Él compró mediante la obra vicaria (por nosotros) y redentora de Jesús en la cruz. El fundamento de la justificación, aún si no fue perfecto, que Lutero permitió para ser compartida en la Iglesia de Dios es, sencillamente, una obra de Dios; de tal magnitud que, de no haber sido restaurada esta doctrina de fundamento, usted y yo, ni nadie, estaríamos hoy anhelando el Espíritu Santo para obrar en nuestras vidas. Es algo que, para mí, fue inclusive incomprendido por el mismo profeta, Hermano Branham; de allí que, en sus enseñanzas, parece darse muy poca importancia a este fundamento de la justificación; y que, por lo mismo, es que tenemos iglesias y ministros ignorantes de esta bendita gracia, arrogantes, errados y enseñando error.
Por favor, tome a bien mis observaciones; y que, si no son escriturales, conformes a la Palabra de Dios, ignórelas y corríjame, pero siempre con el fundamento que el Apóstol Pablo dejó, quién puso el fundamento para que, tanto Lutero, Wesley, los pentecostales y el Hermano Branham, siguieran edificando sobre lo mismo para la salud de Su Iglesia.
Emilio León
Lima – PERÚ
Viernes 25 de noviembre de 2022