8 …pero las profecías se acabarán, y cesarán las
lenguas, y la ciencia acabará. 9 Porque en parte conocemos, y en parte
profetizamos; 10 mas cuando venga lo perfecto, entonces
lo que es en parte se acabará. 11 Cuando yo era niño, hablaba como niño,
pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era
de niño. 12 Ahora vemos por espejo, oscuramente;
mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces
conoceré como fui conocido.
1 Corintios 13:8-12
8
…pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará.
Hay
teólogos que concluyen, y así lo enseñan, que estas manifestaciones del
Espíritu Santo ya no están vigentes el día de hoy; argumentando que, y según la
historia, desde la partida del último apóstol ya no se registran tales
manifestaciones; e, inclusive, las manifestaciones de sanidades y milagros. Sin
embargo, y según lo declaró el apóstol Pablo cuando él se despidió de los
santos de Éfeso, la razón del porqué no hubo más manifestación del Espíritu por
aquellos días, tras la partida de nuestro apóstol Pablo sería, según él; no a
la partida del último apóstol (quién, a la sazón fue Juan), como que la manifestación
del Espíritu Santo está supeditada o sujeta a la presencia de los apóstoles
(recordemos que el Señor dijo en Marcos 16:17-18: “Y estas señales seguirán a
los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas;
tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará
daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán.” Y, como lo leemos, en
ninguna parte Él dijo que tales manifestaciones serían manifiestas solo o
únicamente en los apóstoles. Él dijo “Y estas señales seguirán a los que
creen…”); sino, según el apóstol lo declaró en Hechos 20:29-30:
29
Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos
rapaces, que no perdonarán al rebaño. 30 Y de vosotros mismos se
levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los
discípulos.
Y,
esto es fácil de sustentar porque, aún en el libro de Hechos, la manifestación
del Espíritu Santo en lenguas, profecía, sanidades y milagros (que leemos en 1
Corintios 12), obró en los diáconos y evangelistas Esteban y Felipe e,
inclusive, en las cuatro hijas del diácono y evangelista Felipe (Hechos
21:8-9). En Gálatas 3:5, el apóstol hace esta declaración:
5
Aquel, pues, que os suministra el Espíritu, y hace maravillas entre vosotros, ¿lo
hace por las obras de la ley, o por el oír con fe?
Y,
en Hebreos 3:12:
Mirad,
hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para
apartarse del Dios vivo.
Hermanos,
es la incredulidad que ha ingresado en las iglesias lo que impide que el pueblo
disfrute de la manifestación del Espíritu Santo a través de los dones de 1
Corintios 12. Desde que los apóstoles se fueron, incredulidad ingresó en la
Iglesia y, salvo los elegidos que se mantuvieron fieles a las cartas del
apóstol Pablo, la mayoría de iglesias fueron corrompidas para, como en tiempos
de Israel, resistir al Espíritu Santo descreyendo la provisión de Sus dones; y,
desde entonces, una iglesia apóstata fue erigiéndose, una prostituta o ramera,
porque prefiere agradar a los hombres antes que a Dios; y, tras la protesta de
Lutero, ese espíritu sucio aún sigue hasta hoy en iglesias que impiden el
hablar en lenguas, profetizar, satanizando al que tiene sueños y revelaciones;
cuando todo eso es lícito y, solamente, somos exhortados a juzgar tales
manifestaciones si realmente son o no son de Dios (1 Corintios 14:29; 1 Juan
4:1-3).
9
Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; 10 mas cuando venga lo
perfecto [o completo], entonces lo que es en parte se acabará.
Hasta
aquí podemos entender o concluir que el término del conocimiento y las
profecías, de que trata el apóstol en este pasaje, está supeditado o sujeto a
“lo perfecto” o “completo”; que, cuando lo perfecto o completo se haya
manifestado, entonces recién podríamos aceptar que el conocimiento y las
profecías dejarían de ser, que ya no tendríamos más necesidad de tal manifestación
del Espíritu Santo.
¿Pero,
ya tenemos lo “perfecto” o “completo”? Pues no; aun cuando tenemos “la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar
atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día
esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones;” (2 Pedro
1:9); porque, obstante esta consoladora verdad, hay profecías que aún no están
cumplidas, relativos a la segunda venida del Señor, el Día del Señor y el fin
con Sus juicios; y, para estar debidamente preparados para tales
acontecimientos (excepto el juicio, si Su gracia nos guarda de ello),
precisamos entender tales profecías; y, a mi entender, con el advenimiento del
Hijo del Hombre a Israel (a través de esos dos profetas de Apocalipsis 11)
sabremos que el tiempo de la resurrección y transformación de nuestros cuerpos
está cerca (Romanos 11:15).
11
Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño;
mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño.
Mientras
aquí, en el v. 11, como que está supeditado a nuestra madurez, quizá conforme a
Efesios 4:13, “hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del
conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura
de la plenitud de Cristo;”
12
Ahora vemos por espejo, oscuramente [un dicho oscuro o enigma]; mas entonces
veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui
conocido.
Los
espejos en tiempos del apóstol Pablo no eran como lo son hoy. Por entonces, los
espejos eran hechos de metal (cobre u otro metal pulido, hasta oro en familias
pudientes) pulido; pero, por más pulidos que fueran, la reflexión del rostro no
era perfecta como lo es hoy, con los espejos de hoy; y, con este ejemplo, el
apóstol daba a entender la dificultad que había y hay aún a algunas partes de
la Escritura que, en tanto no haya manifestación del Espíritu de Dios, no
podremos entender, lo veremos oscuramente, no tendremos claridad.
“mas
entonces veremos cara a cara.” (v. 12b)
¿Y
cuando será esto? Creo que 1 Juan 3:2 nos lo explica:
2
Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de
ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque
le veremos [cara a cara] tal como él es.
El
evangelio nos habla de Su inminente manifestación en gloria, en Su retorno. Por
ejemplo:
“esperando
la manifestación de nuestro Señor Jesucristo” (1 Corintios 1:7)
“aguardando
la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y
Salvador Jesucristo” (Tito 2:13)
Y,
por otro lado, hay partes de la Escritura que aún nos resulta difícil entender
en su plenitud; o, si algún ministro o ministerio lo entiende, su entendimiento
es muy distinto de la mayoría de ministros y ministerios, lo que genera
confusión; como, por ejemplo, lo relativo a la Semana Setenta de Daniel 9, o el
significado de los Siete Truenos de Apocalipsis 10, y otras partes de este
bendito libro con enigmas.
Así,
mientras no se ha completado todo el conocimiento de que habla el apóstol para
condicionar la terminación del don o manifestación del Espíritu Santo en
conocimiento o ciencia, y lo mismo en profecía, creo que no hay razón
suficiente como para proscribir o prohibir el profetizar y el hablar en
lenguas; es más, sé de muchos hermanos y hermanas que hablan lenguas genuinas;
como, seguramente, hay quienes son impostores. Por ello, cuando nuestros
hermanos pentecostales “fuerzan” a los creyentes a hablar en lenguas, pueda que
eso manifieste demonios; porque, como lo leemos en 1 Corintios 12:3, algunos en
las iglesias en Corinto maldecían a Jesús, probablemente mediante supuestas
lenguas que se atribuían ser de Dios pero, por lo que allí se lee, eran de
demonios. Según lo entiendo por todo el capítulo 12 de 1 Corintios, el Espíritu
Santo imparte el don o manifestación que Él quiere (v. 11); ¿cuándo?, al
momento en que el creyente es bautizado en el Espíritu Santo para, de esta
manera, constituirse en miembro del Cuerpo de Cristo (v. 13).
Pablo
hablaba lenguas más que todos sus contemporáneos, más que todos en las iglesias
en Corinto; que, si éste fuera un don pequeño, el último, como algunos afirman atrevidamente
(aunque ni es el último, el último es el de interpretación de lenguas, según el
v. 10), no habría sido considerado para ministrar al gran apóstol Pablo.
En
el capítulo 14 de esta carta de 1 Corintios, el apóstol termina exhortando:
39
Así que, hermanos, procurad profetizar, y no impidáis el hablar lenguas; 40
pero hágase todo decentemente y con orden.
Amén.