sábado, 19 de octubre de 2019

¿Cambió Dios el nombre de Saulo por Pablo?

¿Cambió Dios el nombre de Saulo por Pablo?

El Apóstol Pablo (Saulo) camino a Damasco...
A menudo, hemos escuchado a predicadores afirmar que el nombre de Saulo fue cambiado por el de Pablo, en alusión al cambio de nombre de otros hombres de Dios como es el caso de Abram por Abraham, Jacob por Israel, y Simón por Pedro. Sin embargo, en este pequeño estudio que comparto entenderán que no hubo cambio de nombre para el apóstol Pablo, de Saulo a Pablo.

¿Qué dice la biblia?

El Antiguo Testamento contiene muchos ejemplos de nombres de personas que se cambian para adaptarse mejor a sus circunstancias. Dios cambió los nombres de Abram y Saraí a Abraham y Sara (Génesis 17: 5, 15); también cambió el nombre de Jacob a Israel (Génesis 32:28). Moisés cambió el nombre de Oseas a Josué (Números 13:16). Y muchos piensan que algo similar sucedió con Pablo cuando se encontró con el Señor camino a Damasco (Hechos 9).

La sugerencia de que el nombre de Saulo fue cambiado a Pablo en el momento de su conversión no tiene absolutamente ningún apoyo en el Nuevo Testamento. Aquí hay varios ejemplos que lo demuestran:

En Hechos 9: 4, leemos:

y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?

Hechos 9:17 dice:

Fue entonces Ananías y entró en la casa, y poniendo sobre él las manos, dijo: Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo.

Hechos 13: 2 dice:

Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado.

Después de la experiencia de conversión de Pablo, aún le siguieron llamando "Saulo" 14 veces más. Por favor, lea:

Hechos 9: 8
Hechos 9:11
Hechos 9:17
Hechos 9:19
Hechos 9:22
Hechos 9:24
Hechos 9:26
Hechos 11:25
Hechos 11:30
Hechos 12:25
Hechos 13: 1
Hechos 13: 2
Hechos 13: 7
Hechos 13: 9

Con lo que se demuestra que, aún tras la experiencia de la conversión del apóstol, el nombre no sufrió cambio alguno.

¿Qué causó el cambio en el nombre?

Según Knofel Staton, Saulo es un nombre hebreo. Su madre probablemente lo nombró así en honor al rey Saúl, primer rey en Israel. Pablo es un nombre griego. ¿Por qué dos nombres? Debido al crisol étnico del primer siglo, muchas madres judías dieron a sus hijos nombres hebreos y griegos al nacer. Eso es probablemente lo que sucedió con Pablo. Sabemos que Saulo también era conocido como Pablo de Hechos 13: 9 de la siguiente manera:

Entonces Saulo, que también se llamaba Pablo ...

Es interesante notar que Saulo usó su nombre hebreo hasta que comenzó a ejercer su ministerio en la parte del mundo que estaba mayormente poblada por griegos. Fue cuando comenzó sus viajes misioneros que usó el nombre de Pablo. Ese habría sido un mejor punto de contacto entre él y los griegos. Habría ayudado a los griegos saber que no estaba tratando de sacar a los judíos de ellos. Ese nombre también sería aceptado por los judíos en el mundo poblado de griegos, ya que la mayoría de los judíos en el mundo poblado de griegos también usaban sus nombres griegos.

El nombre Pablo literalmente significa pequeño. Es posible que su madre lo llamara Pablo porque era un bebé pequeño o, como en el caso del rey Saúl, porque habría sido el último de sus hermanos. Algunos escritores describen a Pablo como un hombre de baja estatura.

También es posible que Saulo se haya dado el nombre griego de Pablo como símbolo autoimpuesto de su humildad. Se veía a sí mismo como el menor de los apóstoles y el primero entre pecadores (1 Corintios 15: 9; Efesios 3: 8; 1 Timoteo 1:15). Pero esas descripciones no deberían hacernos sentir que Pablo tenía un complejo de inferioridad; todo lo contrario, Se veía a sí mismo como alguien a quien Dios había llamado especialmente. Se vio a sí mismo como un apóstol de Cristo Jesús.

En conclusión, no hay evidencia de que Dios haya cambiado el nombre de Saulo por Pablo. Por lo tanto, la interpretación que le dan muchos o algunos maestros o predicadores es errada. Saulo es el nombre hebreo, mientras que Pablo es el mismo nombre pero en el idioma griego.


jueves, 17 de octubre de 2019

Bendecid...

Bendecid…

Bendecid a los que os persiguen; bendecid, y no maldigáis.
(Romanos 12:14)

Isaac bendice a su hijo menor, Jacob
La palabra bendecid o bendecir significa “decir bien”, “decir algo bueno”, que hablemos bien (a favor) de nuestro prójimo, de alguien.

Todo el tiempo estamos bendiciendo, aún sin darnos cuenta. Por ejemplo, cuando saludamos con un “Buenos días”, “hasta mañana”, “que tengas un buen día”, “que todo te vaya bien”, etc.; allí, con esas expresiones, estamos bendiciendo o diciendo o declarando el bien en favor de otro. Por supuesto, no todo lo que sale de nuestra boca, aún si bendecimos a la manera como los ejemplos, vendrá a suceder; porque este privilegio Dios ha dado solo a Sus hijos y, aún siendo hijos, únicamente a los justos; así que, si usted quiere ser portador de una bendición efectiva, debe  buscar ser justo delante de Dios; justicia que, conforme a Su Evangelio, nos es concedida mediante el Nombre del Señor Jesucristo y viviendo vidas rectas delante de Él.

En efecto, todos hemos leído que la oración eficaz del justo puede mucho, ¿verdad? Lo leemos en Santiago 5:16; pero, igualmente, la bendición de un justo puede mucho, y esto lo podemos entender del pasaje de Marcos 11:20-23:

20 Y pasando por la mañana, vieron que la higuera se había secado desde las raíces.
21 Entonces Pedro, acordándose, le dijo: Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado.
22 Respondiendo Jesús, les dijo: Tened fe en Dios.
23 Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho.

Cierto, aquí el Señor nos habla acerca del poder de nuestras palabras que, si decimos a este monte, “Quítate y échate en el mar”, y no dudamos en nuestro corazón, sino que creemos que será hecho lo que hemos dicho, lo que hemos dicho será hecho; pero, siendo que una bendición o maldición (como en el caso del pasaje de Marcos 11:20-23) es igualmente palabra dicha o declarada, ésta sucederá o “será hecho”, salido de labios de un justo.

En la antigüedad, los hombres buscaron ser bendecidos por sus padres o un profeta para prosperar en la vida. Por ejemplo, cuando Jacob y Esaú pidieron a su padre, Isaac, ser bendecidos; tras bendecir Isaac a estos dos, lo que Isaac declaró llegó a suceder. Una generación antes, Jehová bendijo a Abraham y a su descendencia: “Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra.” (Génesis 12:2-3); y, tanto poder tuvo esta bendición que, tiempo después, en días de Moisés, el falso profeta Balaán intentó reiteradamente maldecir a Israel, y no pudo; es más, todo el que intente maldecir a Israel, será maldito, como sucedió con el  fallecido presidente de Venezuela, Hugo Chávez quién, tras maldecir a Israel: “desde el fondo de mi alma y mis vísceras, al estado de Israel, maldito seas estado de Israel, maldito sea[s]”, años después murió de cáncer -justamente- a sus vísceras. Dios no puede ser burlado (Gálatas 6:7).

Jacob pelea con el Ángel de Jehová
Tiempo después, Jacob volvió a reclamar bendición a Dios, peleando con el ángel de Jehová, con Dios mismo; porque, por sus enredos, dudó de la bendición que ya su padre, Isaac, había declarado a su favor (Génesis 27:1-29). Y eso es lo que sucede con muchos de nosotros que, tras enredarnos en el pecado, luego como que nos sentimos indignos de toda bendición con que Dios nos ha bendecido en o por el Nombre de Jesucristo (Efesios 1:3); lo que nos propone arrepentirnos, a pedir perdón por nuestros pecados para, sobre la base de 1 Juan 1:9: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.”, ser perdonados y recuperar, así, nuestro vínculo o comunión con el Dios santo y bueno; para, y con ello, reconocer que TODA BENDICIÓN seguía vigente a favor nuestro, solo que el pecado nos estorbaba para no disfrutarlo. “Si fuéremos infieles, Él permanece fiel; Él no puede negarse a sí mismo.” (2 Timoteo 2:11-13).

Otro hecho de la bendición lo vemos, por ejemplo, cuando el Hermano Branham despidió a unos hermanos que retornaban a su ciudad, tras oír al profeta predicar el sermón El Futuro Hogar De La Novia Terrenal Y El Novio Celestial. Los hermanos almorzaron con el profeta y, al tiempo de despedirse, le comentaron que tenían problema con el cilindro del líquido de freno de una de las ruedas del auto, y que no podía ser reparado por el técnico, sino hasta el día siguiente, porque era domingo; y que, además, les urgía llegar a casa cuanto antes por la salud de una de las hermanas que viajaban, hermana Smith, quién había estado sufriendo de una condición a los riñones y, hasta ese entonces, parecía muy pálida. Según lo relata el autor del testimonio, Hermano Gerald Cleveland, el Hermano Branham “No se puso a orar. Sólo se detuvo por un instante, luego me miró y dijo: ‘Tengan mucho cuidado, y sigan por su camino. Todo estará bien.’ Me acuerdo que le tocó a la Hermana Smith en el hombro y le dijo: ‘Regrese a su hogar, Ud. estará bien.’ Nos subimos al carro y emprendimos el viaje. Le pregunté a la Hermana Smith: ‘¿Cómo se siente Ud.?’ Me respondió: ‘¡Nunca en mi vida me he sentido mejor!’ La miré, y tenía su color normal. Unos momentos antes estaba pálida y sudando, y estaba enferma con dolores.” Más adelante, en este extraordinario testimonio, el Hermano Gerald añade: “Cuando casi llegamos hasta abajo, les dije a los demás: ‘No le he añadido ni una sola gota de líquido [de freno] al cilindro desde que salimos del restaurante, y el freno está igual a como si estuviera nuevo.’ Entonces nos dimos cuenta de que el Señor también había sanado el automóvil, habiendo parado el derrame del líquido por aquel cilindro quebrado. Nos regocijamos por todo el camino hasta llegar a casa.” (La Sanidad de la Hermana Smith Y El Milagro del Automóvil Studebaker, por Gerald Cleveland).

Recientemente, el Hermano Carlos Alva, obrero en la iglesia local donde asisto, nos contó un -igual extraordinario- incidente cuando, hace pocos años, se trasladaban hacia Huacho en el SW del Hermano William. Estaban a la altura del Km. 50 de la Panamericana Norte y, de repente, fueron adelantados por una camioneta -evidentemente- de mayor caballaje; sin embargo, y sin siquiera pensarlo, el Hermano Carlos dijo: “Dentro de un rato, vamos a pasar a este carro.” Lo que era inaudito decir; en tanto, como ellos lo reconocían, el auto a pasar era de mayor caballaje, una camioneta, frente al SW familiar en que los hermanos iban. Al rato, avistaron la camioneta estacionada a uno de los lados de la carretera, y la pasaron conforme al dicho del Hermano Carlos. ¿Qué sucedió? Probablemente, la camioneta sufrió una avería, y esto permitió que la palabra de un hombre, un cristiano, un justo, se cumpliera, sucediera.

No podemos maldecir lo que Dios bendijo, como es el caso de Israel; pero, igual, nadie puede maldecir lo que un justo bendice; como, tampoco, nadie puede bendecir lo que, por el pecado, está maldito. El Hermano Branham dijo que satanás tiene total derecho sobre uno que peca; el pecado le da derecho sobre el pecador (Efesios 2:2); y, ante eso, no hay manera de bendecir excepto que el pecador se arrepienta y pida perdón por su pecado a Dios. Dios exalta al humilde.

Todas las promesas de Dios son una bendición, son parte de toda bendición espiritual con que hemos sido bendecidos en Cristo Jesús (Efesios 1:3); y, en Él, esto es en Cristo Jesús, todas estas promesas y bendiciones son “sí” y “amén” (2 Corintios 1:18-20). El Señor Jesús dijo: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.” (Mateo 24:35); por consiguiente, Sus palabras se cumplirán y, ahora mismo, se están cumpliendo en los que las creen; santificando a un pueblo con el lavacro de la bendita Palabra de Dios.

¿Quiere usted ser instrumento de bendición? Entonces, acepte la Dádiva de Dios en Cristo Jesús; y luego, si lo acepta en fe genuina, arrepiéntase de sus pecados, pida ser bautizado en el Nombre del Señor Jesús (conforme a Hechos 2:38; 8:16; 10:48; y 19:5), para el perdón de sus pecados, y recibirá el Don del Espíritu Santo, Su Vida obrando obediencia a Su Palabra a través de nuestras vidas.

Que Dios prospere Su Palabra en usted. Amén.