jueves, 28 de diciembre de 2023

UN MINISTERIO DE PODER (UN SUEÑO)

H

oy tuve un sueño. A diario configuro mi despertador para despertarme a las 6 am y, lo hago así para, temprano, levantarme para erradicar los desperdicios de casa para dejarlos al pie de la vereda, en espera del camión recolector de basura o desperdicios que, por mi barrio, pasa alrededor de las 7 am. A veces, tengo que recoger desperdicios que, gente irreflexiva, deja regada sobre el área de la berma central que me corresponde mantener limpia; lo que, como es natural, me demanda tiempo; por lo que, por lo mismo, es que debo salir de casa lo más temprano posible. El punto es que, obstante que despierto y levanto temprano, al término de esta labor tengo necesidad de volver a cama: Tengo mis espaldas algo inflamadas, y lo mismo cintura por lo que, como cansado o rendido, siento necesidad de seguir durmiendo; y, en esta ocasión, en ese breve tiempo hasta alrededor de las 10 am, tuve este sueño:

Soñé que una comitiva, como una caravana de cantantes o, lo que sería un corso circense, iban caminando por una de las calles, cantando y pregonando lo que parecía era lo que ellos hacían y querían compartir; y, al rato, como que pasaban por el frontis de lo que sería mi vivienda, por mi barrio; y, cuando ya estaban al frente de donde estaba, una de las personas apostadas sobre la vereda del frente les refirió, a los integrantes de esta comitiva o corso que, ahora, parecían ser una comitiva de cristianos, de algún ministerio cristiano que, al parecer, querían darse a conocer a través de esta marcha, de este corso; que, en uno de los callejones del lado de mi vereda, al parecer había un prostíbulo para que ellos, los integrantes de este corso, comitiva o caravana, hicieran algo para remediar o erradicar esta práctica que estaría dando mala fama al barrio.

Como quiera que estaba enterado de esta práctica, porque -prácticamente- estaba localizado del lado de mi vereda, de la vereda donde supuestamente estaría mi domicilio, corrí para indicarles dónde estaba este antro de malas costumbre o inmoralidad. Dos de ellos me siguieron e, ingresando por lo que parecía ser un estrecho callejón, llegamos hasta tres puertas, cerradas e, intencionalmente, decidieron por abrir la puerta del centro cuando, en mi aparente conocimiento, esperaba que abrieran la puerta de la izquierda; y, cuando abrieron esta puerta, a empujones, vimos a lo que parecían ser “ancianas” tiradas o apostadas sobre dos o tres camas; al parecer, como cuidando de esta guarida para, llegada la noche, ser usada como prostíbulo. Al rato, una de las ancianas pareció adoptar el rostro de un lobo que, con fiereza, nos miraba, con mirada amenazadora y, temeroso, corrí hacia las afueras del callejón.

Aparentemente, los dos varones que incursionaron -hasta este antro o guarida de inmoralidad- no huyeron, ellos se mantuvieron allí y, cuando los esperaba fuera del callejón, ya sobre la vereda, los vi salir como airosos, como que habían cumplido el motivo por el cual habían ingresado. Supongo yo que oraron y reprendieron demonios o algo así y que, las aparentes ancianas que vimos, no eran sino las mismas prostitutas como transformadas espiritualmente. Fuera del callejón, vi a un niño que, con su pie, como que pisó algo ponzoñoso, sería un animalejo rastrero o algo así, con la sencillez de un niño, sin amedrentarse, lo que me impresionó y, terminado el sueño, como que concluí que esa era la forma de proceder, con la fe de un niño que -sencillamente- cree. Y el sueño terminó y, más que nada, porque mi esposa me despertó para preguntarme que qué significaba la palabra “inmutable”, a lo que respondí que su significado era “incambiable” y, porque casualmente tenía el libro del Rev. Branham, “Las Edades de la Iglesia”, sobre mi velador, busqué donde el reverendo hace mención a esta característica de Dios (lo que le permitió concluir en lo que él llamó los mensajeros en cada edad de la Iglesia, desde el apóstol Pablo hasta él mismo como mensajero de la séptima edad de la Iglesia) en el Capítulo Uno, “La Revelación de Jesucristo” de su libro “Las Edades de la Iglesia, donde el reverendo dice:

16 Permítame mostrarle otra razón por la cual Satanás odia este libro de la Revelación de Jesucristo en la Iglesia. El sabe que Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos, y que no cambia. Lo sabe mejor que el noventa por ciento de los teólogos. El sabe que así como Dios es inmutable en Su naturaleza, El es igual de inmutable en Sus modos. Por lo tanto, Satanás sabe de seguro que la Iglesia original de Pentecostés, con el poder de Dios (Marcos 16 en operación), es la Iglesia Verdadera que Jesús reclama como Suya. Todo lo demás es falso, tiene que ser.

17 Ahora, recuerde esto: Cristo en la Iglesia Verdadera es la continuación del libro de los Hechos. Pero el libro de Apocalipsis muestra cómo es que el espíritu del anticristo entraría en la Iglesia y la corrompería, convirtiéndola así en una iglesia tibia, formal y sin poder.

18 También descubre a Satanás, revelando sus obras (el intento de destruir al pueblo de Dios y desacreditar la Palabra de Dios) hasta el momento en que él es echado en el lago de fuego. El combate eso, no puede soportarlo.

19 El sabe que si el pueblo recibe la REVELACION VERDADERA de la IGLESIA VERDADERA y lo que ella es, lo que ella representa y que ELLA PUEDE OBRAR LAS OBRAS MAYORES, ella será un ejército invencible. Si ella recibe una revelación verdadera de los dos espíritus dentro de la estructura de la Iglesia Cristiana, y por medio del Espíritu de Dios discierne y resiste al espíritu del anticristo, Satanás estará sin poder ante ella. El estará tan definitivamente contrarrestado como lo estuvo cuando Cristo resistió sus múltiples esfuerzos por obtener poder sobre El allá en el desierto.

20 Sí, Satanás odia la revelación. Pero nosotros la amamos. Con revelación verdadera en nuestras vidas, las puertas del infierno no pueden prevalecer en contra de nosotros; pero nosotros sí prevaleceremos en contra de ellas.

Pienso en el sueño, y la pregunta de mi esposa que, muy posiblemente, Dios nos enviará un ministerio de poder antes del tiempo del fin que, como el singular ministerio del Rev. Branham, o el de Elías, vuelva el corazón de una iglesia corrompida por el humanismo y otras formas de pecado, al Dios Vivo e incambiable, Jehová de los Ejércitos, Su ejército: Una verdadera Iglesia; con ministros -igualmente- puros, honrados, y no los mercaderes que hoy hay traficando con los dones del Espíritu Santo, y explotan al pueblo ignorante de Su Palabra, la única forma para discernir lo bueno de lo malo, al espíritu del anticristo que ya está enquistado en la iglesia apóstata de hoy.

¿Saben qué? Apocalipsis 17:5 dice que hay una iglesia ramera o prostituta, “BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA”; y, aun el homosexualismo, ya muy arraigado en todo mundo, es producto de esta ramera y sus hijas rameras porque, en sus corazones, nunca propusieron santificar y glorificar el nombre de Jehová (Yehováh en hebreo) para, de esta manera, manifestar Su poder entre el pueblo. Esta iglesia ramera, y las hijas rameras (denominaciones), solo buscan su propia gloria, y gustan tener poder sobre su feligresía, su pueblo.

Que Dios nos envíe un genuino avivamiento, un poderoso obrar santificador del Espíritu Santo antes de Su retorno por Israel (quizá sea éste el que avive a la iglesia según Romanos 11:15), la resurrección de los muertos, nuestra transformación y el rapto de Su perfecta Iglesia para estar con Él por siempre. ¡Amén! ¡Halleluyah!

domingo, 24 de diciembre de 2023

LA ANUNCIACIÓN, EL NACIMIENTO, LOS PASTORES Y PRESENTACIÓN DE JESÚS EN EL TEMPLO

ANUNCIO DEL NACIMIENTO DE JESÚS



26 Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, 27 a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María. 28 Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres. 29 Mas ella, cuando le vio, se turbó por sus palabras, y pensaba qué salutación sería esta. 30 Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. 31 Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS. 32 Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; 33 y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin. 34 Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón. 35 Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios. 36 Y he aquí tu parienta Elisabet, ella también ha concebido hijo en su vejez; y este es el sexto mes para ella, la que llamaban estéril; 37 porque nada hay imposible para Dios. 38 Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de su presencia.

Lucas 1:26-38

NACIMIENTO DE JESÚS

1 Aconteció en aquellos días, que se promulgó un edicto de parte de Augusto César, que todo el mundo fuese empadronado. Este primer censo se hizo siendo Cirenio gobernador de Siria. E iban todos para ser empadronados, cada uno a su ciudad. Y José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por cuanto era de la casa y familia de David; para ser empadronado con María su mujer, desposada con él, la cual estaba encinta. Y aconteció que estando ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento. Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón.

Lucas 1:1-7

LOS ÁNGELES Y LOS PASTORES

Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño. Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y tuvieron gran temor. 10 Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: 11 que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor. 12 Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre. 13 Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían:

14 ¡Gloria a Dios en las alturas,

Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!

15 Sucedió que cuando los ángeles se fueron de ellos al cielo, los pastores se dijeron unos a otros: Pasemos, pues, hasta Belén, y veamos esto que ha sucedido, y que el Señor nos ha manifestado. 16 Vinieron, pues, apresuradamente, y hallaron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. 17 Y al verlo, dieron a conocer lo que se les había dicho acerca del niño. 18 Y todos los que oyeron, se maravillaron de lo que los pastores les decían. 19 Pero María guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. 20 Y volvieron los pastores glorificando y alabando a Dios por todas las cosas que habían oído y visto, como se les había dicho.

Lucas 2:8-20

PRESENTACIÓN DE JESÚS EN EL TEMPLO

21 Cumplidos los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre JESÚS, el cual le había sido puesto por el ángel antes que fuese concebido.

22 Y cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, conforme a la ley de Moisés, le trajeron a Jerusalén para presentarle al Señor 23 (como está escrito en la ley del Señor: Todo varón que abriere la matriz será llamado santo al Señor), 24 y para ofrecer conforme a lo que se dice en la ley del Señor: Un par de tórtolas, o dos palominos. 25 Y he aquí había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, y este hombre, justo y piadoso, esperaba la consolación de Israel; y el Espíritu Santo estaba sobre él. 26 Y le había sido revelado por el Espíritu Santo, que no vería la muerte antes que viese al Ungido del Señor. 27 Y movido por el Espíritu, vino al templo. Y cuando los padres del niño Jesús lo trajeron al templo, para hacer por él conforme al rito de la ley, 28 él le tomó en sus brazos, y bendijo a Dios, diciendo:

29 Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz,

Conforme a tu palabra;

30 Porque han visto mis ojos tu salvación,

31 La cual has preparado en presencia de todos los pueblos;

32 Luz para revelación a los gentiles,

Y gloria de tu pueblo Israel.

33 Y José y su madre estaban maravillados de todo lo que se decía de él. 34 Y los bendijo Simeón, y dijo a su madre María: He aquí, este está puesto para caída y para levantamiento de muchos en Israel, y para señal que será contradicha 35 (y una espada traspasará tu misma alma), para que sean revelados los pensamientos de muchos corazones.

36 Estaba también allí Ana, profetisa, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad muy avanzada, pues había vivido con su marido siete años desde su virginidad, 37 y era viuda hacía ochenta y cuatro años; y no se apartaba del templo, sirviendo de noche y de día con ayunos y oraciones. 38 Esta, presentándose en la misma hora, daba gracias a Dios, y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención en Jerusalén.

EL REGRESO A NAZARET

39 Después de haber cumplido con todo lo prescrito en la ley del Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. 40 Y el niño crecía y se fortalecía, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios era sobre él.


miércoles, 20 de diciembre de 2023

¡FELIZ 2023 CUMPLEAÑOS, SEÑOR JESÚS!

S

í, aun cuando el mundo cristiano no tiene con certeza la fecha en que el Señor Jesús habría nacido, por tradición muchos estaremos haciendo memoria, Biblia en mano, de aquel bendito acontecimiento de Su nacimiento en Belén de Judá.


El nacimiento del Salvador, Jesús, Yeshúa, Yehováh yoshía, Yehováh salva

Por alguna razón que no logramos desentrañar, la fecha de Su nacimiento sigue siendo un misterio; y, aún cuando hay estudiosos que han inquirido con significativa racionalidad y justo juicio la temporada en que Él habría nacido, quizá en primavera cuando la naturaleza revive el reino vegetal, y el animal pare sus crías; lo cierto es que nadie, en absoluto, habría podido concluir el día de Su nacimiento a partir del único argumento que se registra en la Biblia, precisamente en el Evangelio según Lucas, capítulos 1 y 2.

Y es notorio que, por tradición o porque así lo determinó Dios para con Su pueblo, Israel, no se ve registro de que se haya celebrado el cumpleaños de algún rey judío, un sacerdote o profeta y, porque ésta fue la noma con los dignatarios o príncipes de Israel o el pueblo judío, quizá eso estableció la misma norma de conducta para con el resto del pueblo.

Sin embargo, y porque el nacimiento del Señor es de suma importancia, el escritor o escriba, Lucas, no escatimó detalles que fueran necesarios para, de esta manera, dar luces del tiempo o temporada en que el Salvador nacería cuando, en el Evangelio de su autoría, él declara lo siguiente:

1 Por aquellos días, salió un edicto de parte de César Augusto, para que se hiciera un censo de toda la tierra habitada.

2 Este primer censo se hizo cuando Cirenio gobernaba Siria.

3 Y todos marchaban a inscribirse en el censo, cada uno a su propia ciudad.

4 También José subió desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, hacía Judea, a la ciudad de David, la cual se llama Belén, por ser él de la casa y familia de David,

5 para inscribirse junto con María, quien estaba desposada con él y encinta.

6 Y aconteció que, mientras estaban allí, se cumplieron los días para que ella diese a luz.

7 Y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón.

Lucas 2:1-7

Así, si ese hecho es histórico (véase el artículo según Wikipedia.org en español: es.Wikipedia.orghttps://es.wikipedia.org/wiki/Censo_de_Quirino), el evangelista Lucas quiso, con el registro de este hecho, reconocer que -igualmente- el nacimiento del Señor Jesús fue histórico y que, si no cuestionamos la veracidad de Su nacimiento, tampoco cuestionaremos la veracidad de la procedencia de tan glorioso acontecimiento como cumplimiento de todas las profecías que, desde tiempo antiguo, fueron anticipando que Dios nos levantaría un Salvador y que, conforme lo demuestran otras Escrituras, no es otro sino Él mismo, Jehová Dios mismo haciéndose carne u hombre para redimir a Su descendencia caída en pecado. ¡Halleluyah!

Y, si hasta aquí podemos aseverar que Jesús [el nombre Jesús proviene del griego Ἰησοῦς (se pronuncia Iesous) que, a su vez, proviene del hebreo Yeshúa (יֵשׁוּעַ), que significa Yehováh yoshía o Yehováh salva] es parte de nuestra historia, cumpliendo fielmente TODA PROFECÍA en relación a Su primera venida, no habría por qué dudar las profecías que, en relación con Él, nos aseguran que muy pronto retornará en gloria (con un cuerpo glorioso) para, gloriosamente, llevarse a un pueblo igualmente glorioso o vestido de Su gloria: gran parte, resucitados y, parte, quienes estemos vivos para, como los resucitados, igualmente ser transformados o transfigurados para reunirnos con Él en el cielo y, en palabras del apóstol, estar con Él por siempre. Amén.

Y, si el Calendario Gregoriano de que hacemos uso hoy está correcto (porque algunos concluyen que estaríamos hasta 4 años atrasados), el Señor Jesús estaría cumpliendo este año 2023 años: 30 o 33 durante Su vida y ministerio terrenal y, los restantes, como fiel Sumo Sacerdote en el cielo intercediendo por Su Iglesia, los redimidos por Su preciosa Sangre y sellados con el Espíritu Santo de la promesa, “el cual es las arras [garantía] de nuestra herencia con miras a la redención de la posesión adquirida, para alabanza de Su gloria.” (Efesios 1:13-14, VRV 1977).

¡Feliz 2023 Cumpleaños, Señor Jesús!

Así, cuando llegue el 25 de diciembre de 2023, antes de saludarnos los unos a los otros con un “¡Feliz Navidad!”, o antes de regalar a nuestros hijos o nietos con cualesquier regalo; si les parece bien, levantemos nuestros rostros hacia el cielo y, con corazones agradecidos, saludemos, felicitemos y celebremos al Señor Jesús porque, un día y hace 2023 años, Él nació trayendo consigo salvación y vida eterna. ¡Halleluyah!

¡Shalom alehem! ¡Amén!

domingo, 5 de noviembre de 2023

¿QUÉ ES EL EVANGELIO?

E

n la segunda mitad del siglo XIX, los Estados Unidos de Norteamérica se vieron envueltos en una lamentable y sangrienta guerra civil. Un grupo de estados del sur decidió independizarse de la Unión. Esta guerra estalló el 12 de abril de 1861 y concluyó cuatro años después con la rendición de los ejércitos del sur, el 9 de abril de 1865.


Aunque fueron varias las causas que finalmente provocaron la derrota de los estados sureños, una de las armas más poderosas que usaron los estados del norte fue diseminar entre ellos dinero falso. Crearon tal desconfianza en su propia moneda, que eso aceleró su derrota. ¡Imaginen lo que sucedería en un país si la mayoría de la población sospechara del dinero que usa diariamente! La economía se iría a pique.

Pues esa es la misma táctica que usa el enemigo de nuestras almas para desprestigiar el evangelio. Es tanto el evangelio falso que circula a través de redes sociales que mucha gente reacciona con escepticismo o confusión cuando escuchan ese mensaje. No son pocos los púlpitos que han sustituido el mensaje del evangelio por una religión de autoayuda que tiene más de terapia sicológica que de cristianismo. También están aquellos que ofrecen todo tipo de bendición material si uno recibe a Cristo en su corazón: un buen carro, un buen sueldo, una buena casa y, por supuesto, una buena salud para disfrutar de esos bienes.

Eso no es todo. También debemos añadir que muchos creyentes presuponen que el mensaje del evangelio es primordialmente para los incrédulos, una especie de trampolín desde el cual saltamos hacia la piscina de la vida cristiana y que podemos dejar atrás después de la conversión para luego sumergirnos en doctrinas más profundas.[1]

Lo cierto es que ningún creyente podrá crecer y madurar en su vida cristiana a menos que posea un entendimiento cada vez más claro del evangelio y se apropie de ese evangelio cada día por medio de la fe. Por eso es importante la pregunta que encabeza este capítulo: ¿Qué es el evangelio? La respuesta a esta pregunta será desarrollada en todos los capítulos que componen la primera parte de este libro, por ahora solo queremos introducir algunos de sus elementos esenciales.

 

El evangelio es el anuncio de un hecho histórico

 

La palabra evangelio era muy común en el mundo greco-romano y generalmente no estaba asociada con un mensaje de tipo religioso, sino más bien militar o político. Por ejemplo, cuando Grecia derrotó al imperio persa en la batalla de Maratón en el 490 a. C., el general Milcíades decidió enviar al soldado más veloz de su regimiento, el corredor Filípides, para comunicar esa buena noticia, ese evangelio a los atenienses. Se cuenta que Filípides recorrió los cuarenta y dos kilómetros que separaban los campos de Maratón de la ciudad de Atenas, corriendo tan velozmente que al llegar sólo pudo decir «Hemos vencido” para, luego, caer muerto. En honor de esa proeza es que se realizan muchas maratones alrededor del mundo, que no son otra cosa que correr la distancia que supuestamente recorrió Filípides aquel día. Esta buena noticia debe haber impactado profundamente a los atenienses. La amenaza había sido eliminada y ahora podían vivir en paz, no por la actuación de los receptores de la noticia, porque no habían hecho nada, sino por causa de los soldados que habían peleado en Maratón a favor de ellos. Entonces, la palabra evangelio hace referencia al anuncio de un hecho histórico que cambiaría nuestras vidas de una forma significativa.

Lo mismo se aplica al evangelio de Jesucristo. Se trata del anuncio de un hecho histórico que sucedió alrededor de 2000 años, a través de la vida, muerte, resurrección y ascensión del Señor Jesucristo. Sus resultados impactan nuestras vidas como ninguna otra buena noticia podrá hacerlo jamás. Ya podemos empezar a descubrir la enorme diferencia que existe entre el cristianismo y cualquier otra religión o filosofía de factura humana. Las demás religiones intentan proveer buenos consejos que ayuden a conectarse con Dios de alguna manera o vivir una vida buena: «Esta es la forma cómo debes vivir si quieres que te vaya bien”. Sin embargo, el evangelio [o buena noticia] es el anuncio de lo que Dios ya hizo en Cristo a favor de hombres y mujeres que de ninguna manera hubiesen podido acercarse a Él por sus propios méritos.

No se trata de un consejo, sino de un anuncio. Ya Dios hizo algo extraordinario en un punto particular de la historia, y que debemos recibir por fe para alcanzar Su favor.

 

El mensaje del evangelio gira en torno a la obra de una Persona

 

Uno de los pasajes del Nuevo Testamento que mejor resume el contenido del evangelio fue escrito por Pablo en su carta a los corintios:

 

Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis; por el cual asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, si no creísteis en vano. Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; y que apareció a Cefas, y después a los doces. (I Corintios 15:1-5)

 

Las palabras de Pablo evidencian con absoluta claridad que el evangelio es el anuncio de un mensaje centrado en la persona de Cristo y Su obra redentora. Él murió por nuestros pecados, fue sepultado en una tumba y resucitó al tercer día. Si pudiera probarse que alguno de esos hechos históricos en realidad no ocurrió, el evangelio perdería por completo su razón de ser. En nuestra cultura pluralista muchos parecen pensar que lo importante de una religión es la forma en que te ayuda a ser una mejor persona, independientemente de la veracidad de los hechos que sustentan su mensaje. Si el cristianismo ha hecho de ti un mejor ser humano, menos egoísta y más entregado a los demás, entonces no importa si Cristo fue un personaje real o una leyenda. Lo importante es el efecto positivo que esa creencia ha producido en ti.

Me pregunto qué hubiera sucedido si, al llegar a la ciudad de Atenas, Filípides hubiera anunciado algo como esto: “He venido a traerles un mensaje de paz y seguridad. No importa si nuestro ejército venció o fue derrotado en la batalla de Maratón; lo importante es que cada uno de ustedes disponga su ser interior para pensar positivo y ser una mejor personas”. Es absurdo, ¿no es así? El destino de los atenienses estaba íntimamente relacionado con el resultado de esa batalla. Si Persia hubiera sido el vencedor, la historia de Atenas habría cambiado por completo.

Pues lo mismo podemos decir del evangelio. La buena noticia que el evangelio proclama depende enteramente de los hechos históricos relacionados con la persona y la obra de nuestro Señor Jesucristo. Por eso la declaración de Pablo a los corintios está estructurada en torno a dos hechos clave, seguidos de una confirmación histórica[2]:

 

Hecho No. 1: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras,

-Confirmación histórica y que fue sepultado.

 

Hecho No. 2: y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras

-Confirmación histórica y que apareció a Cefas, y después a los doce.

 

Si Cristo fuera una leyenda o cualquiera de los eventos asociados con Él en el evangelio fuera un hecho ficticio, entonces el cristianismo no tendría ningún valor. El argumento de Pablo a continuación es contra aquellos que negaban la doctrina de la resurrección en la iglesia de Corinto.

 

Porque si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo resucitó. Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe. Y somos hallados falsos testigos de Dios, porque hemos testificado de Dios que Él resucitó a Cristo, al cual no resucitó, si en verdad los muertos no resucitan. Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados. (I Corintios 15:13-17)

 

El mensaje del evangelio depende de la veracidad histórica de los hechos relacionados con la persona y la obra redentora Cristo.

 

Los hechos redentores del evangelio fueron prometidos en el Antiguo Testamento

 

Pablo insiste en el hecho de que Cristo murió, fue sepultado y resucitó conforme a las Escrituras. La profunda conexión con las promesas de Dios se presenta de manera precisa en su introducción a la carta a los Romanos[3]:

 

Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios, que Él había prometido antes por sus profetas en las santas Escrituras, acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que era del linaje de David según la carne, que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos, y por quien recibimos la gracia y el apostolado, para la obediencia a la fe en todas las naciones por amor de su nombre. (Rom. 1:1-5, cursiva añadida)

 

Pablo enfatiza que Jesús es el Hijo de la promesa dada por Dios a Abraham, y el Rey prometido del linaje de David. Esa es la razón por la que el evangelio de Mateo comienza con la genealogía de nuestro Señor Jesucristo. Este es un tema que aparece reiteradamente en el Nuevo Testamento[4]. Tal vez uno de los pasajes más memorables es el encuentro de Jesús con dos discípulos Suyos que iban camino a Emaús, luego de Su resurrección. Ellos iban comentando los hechos recientes ocurridos en Jerusalén, el arresto y la ejecución de Jesús. Al parecer, ellos daban por sentado que habían cometido un error al pensar que Él era el que había de redimir a Israel (Luc. 24:21). Jesús los escuchó con atención y luego les respondió:

 

“...Oh insensatos, y tardos de concón para creer todo la que los profesas han dicho ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria? Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían”. (Luc. 24:25-27, cursiva añadida)

 

De manera que es imposible poseer un entendimiento adecuado del contenido y alcance del evangelio, a menos que lo analicemos en el contexto más amplio de la historia de la redención.

 

Los hechos históricos que el evangelio anuncia acerca de Cristo giran en torno al problema del pecado

 

Pablo afirma que Cristo murió por nuestros pecados (1 Corintios 15:3). Él vino a solucionar el más serio de nuestros problemas por medio de Su muerte en la cruz. Esta no es una verdad muy popular hoy día, porque el hombre contemporáneo se estima demasiado a sí mismo, a la vez que desprecia profundamente la idea de un Dios que tiene derecho a establecer las reglas de juego.

Decía Horacio Bonar, pastor presbiteriano escocés del siglo XIX, que la incredulidad del hombre siempre envuelve dos cosas: «Una buena opinión de sí mismo, y una mala opinión de Dios[5]. El hombre es incrédulo porque se estima demasiado; sabe que no es perfecto y aún puede admitir que toma “decisiones desafortunadas” o “comete errores de juicio”. Sin embargo, es incapaz de verse como un pecador que merece el justo juicio de Dios por sus pecados.

Por lo tanto, si queremos ser eficaces en la proclamación del evangelio, nuestro punto de partida no puede ser el amor de Dios, sino Su justicia. Así introduce Pablo su presentación del evangelio en los primeros tres capítulos de su carta a los Romanos, para luego exponer en detalle el impacto de ese pecado en la raza humana (Romanos 3:10-18).

 

1. Somos injustos delante de Dios por haber violado Su ley moral en incontables ocasiones: No hay justo, ni aun unce (v. 10).

2. Nuestro entendimiento está dañado: «No hay quien entiendas (v. 11a). Eso no significa que el hombre incrédulo no pueda entender y recibir información sobre Dios, pero sin la regeneración detestamos lo que pudiéramos llegar a conocer de Dios y de Sus caminos o, en el mejor de los casos, reaccionamos con indiferencia.

3. Nuestro corazón es incapaz de inclinarse hacia Dios: No hay quien busque a Dios (v. 11b). Los seres humanos sí buscan ansiosamente algunas cosas que los cristianos relacionamos con Dios, como la paz interna, la felicidad o la esperanza. Eso podría llevamos a pensar, erróneamente, que están buscando a Dios. Pero si el hombre pudiera experimentar todas esas cosas sin tener que recurrir a Dios y someterse a Su señorío, estaría más que agradecido por ello.

4. No podemos hacer lo bueno: “Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno”. (v. 12). Para que una acción sea buena delante de Dios tiene que surgir de nuestra fe en Él y tiene que ser motivada por una pasión por y para Su gloria[6].

5. El pecado ha dañado nuestro hablar: “Sepulcro abierto es su garganta; con su lengua engañan. Veneno de áspides hay debajo de sus labios; su boca está llena de maldición y de amargura” (vv. 13-14). El Señor dice: “De la abundancia del corazón habla la boca” (Mat. 12:34); la boca es como una ventana a través de la cual podemos ver lo que hay en el corazón y, como señala William Farley:

 

“Un corazón desleal chismea. Un corazón orgulloso critica (a los demás y se justifica a sí mismo por su conducta). Un corazón lleno de ambición egoísta destila envidia. Un corazón que odia difama. Un corazón temeroso habla palabras de ansiedad y angustia. Un corazón que teme a los hombres evita la confrontación o adula. Un corazón inseguro es jactancioso. Un corazón ambicioso habla palabras de autopromoción. Un corazón ingrato se queja y murmura”,

 

6. Por lo tanto, el pecado ha dañado profundamente nuestras relaciones humanas: “Sus pies se apresuran para derramar sangre; quebranto y desventura hay en sus caminos; y no conocieron camino de paz” (vv. 15-17). Puede ser que muchos no se sientan identificados con esta descripción del hombre en su impiedad, pero, según Jesús, la violación del mandamiento “No matarás”, no solo se circunscribe al acto homicida, sino que también abarca la ira pecaminosa que precede al asesinato, así como a las palabras hirientes que dan rienda suelta a la ira.

7. Sin embargo, el impacto más terrible del pecado en la raza humana es que ha distorsionado nuestra percepción de Dios y, por lo tanto, no nos permite reverenciarle como es debido: “No hay temor de Dios delante de sus ojos”. (v. 18).

Esa es la condición del ser humano en su pecado que hizo necesaria la venida de un Salvador. Jesús no vino al mundo para enseñar a los hombres buenos cómo ser más buenos o más espirituales. El vino a salvarnos del terrible impacto que el pecado ha producido en todas las áreas de nuestras vidas y, sobre todas las cosas, en nuestra relación con Dios. En el siguiente capítulo hablaremos más ampliamente sobre este tema.

 



[1] Esta ilustración es original de J.D. Green Gopel (Nashville, TN), pág. 21.

[2] Kevin DeYoung y Greg Gilbert, What is the mission of the church? Making Sense of Social Justice. Shalom and Great Comission.

[3] Juan 5:39-40, 46c; Hechos 3:24; Romanos 16:25-27; 1 Pedro 1:10-12.

[4] Citado por William Farley, Gospel Power Humility (Phillipsburg, NJ, 2011, pág. 104).

[5] Romanos 1:16-17, 18; 2.3-11; 3:9-10.

 

[6] William Farley, Gospel Power Humility, pág. 113.

Nota: Este es el capítulo 1 del libro “De Gloria en Gloria”, del Dr., Pastor Sugel Michelén, de la Iglesia Bíblica del Señor Jesucristo, República Dominicana. Para solicitar este libro, favor pídalo a través de Amazon, Lifeway, etc.

jueves, 26 de octubre de 2023

CRISTO FUERA DE LA IGLESIA

He aquí, yo estoy a la puerta y llamo, si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.

Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.

El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.

Apocalipsis 3:20-22

 

158 Ahora, hay mucha confusión en cuanto a este versículo porque muchos Cristianos, obrando en evangelización personal, usan este versículo para dar a entender que Jesús está tocando la puerta del corazón de cada pecador buscando entrada. Por consiguiente dicen que, si el pecador abre la puerta [de su corazón], el Señor entrará. Pero este versículo no está dirigido a pecadores.

159 Este mensaje entero tiene un resumen, así como lo tiene el mensaje a cada edad. En el versículo 22, dice: “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las IGLESIAS”. Entonces este es el Mensaje a la iglesia de la última edad. Esta es la condición de la iglesia de Laodicea al llegar el fin. No es un mensaje individual para una sola persona; es más bien el Espíritu diciéndonos dónde se encuentra Jesús. CRISTO HA DEJADO A LA IGLESIA. ¿No es este el resultado lógico si la Palabra es puesta a un lado para aceptar credos; si el Espíritu Santo es destronado para admitir papas, obispos, consejeros, etc., y el Salvador puesto a un lado para dar lugar a un programa de obras, o el unirse a una iglesia, o a alguna clase de conformidad o a un sistema eclesiástico? ¿Qué más se puede hacer en contra de Él? ¡Esto es la apostasía! Esta es la puerta abierta para el anticristo, porque si Uno (Jesús) vino en el Nombre de Su Padre y no fue recibido, sino rechazado; entonces vendrá otro en su propio nombre (mentiroso, jactancioso) y a él recibirán (San Juan 5:43). El hombre de pecado, el hijo de perdición se apoderará.

160 En Mateo 24, menciona señales en los cielos tocante a estos últimos días antes de la venida de Jesús. ¿Vio Ud. tal señal recientemente, la cual vino a cumplimiento en representación de esta misma verdad que hemos estado estudiando? Esa verdad es que Jesús constantemente ha sido puesto a un lado hasta que en esta última edad ha sido puesto fuera de la iglesia.

161 Recuerde Ud. que en la primera edad vimos a una iglesia casi completamente llena de verdad. Sin embargo hubo una manchita de error conocida como los hechos de los nicolaítas, la cual impidió que el círculo de luz fuera completamente lleno. Luego en la próxima edad entró más oscuridad y el círculo de luz brilló menos. En la tercera edad fue cubierta aún más por la oscuridad, y en la cuarta edad, o sea la edad del Oscurantismo, la luz estaba casi aniquilada.

162 Ahora, piense en esto: La iglesia brilla en la luz reflejada de Cristo. Él es el SOL y la iglesia es la LUNA. Entonces este círculo de luz es la luna y había disminuido de una luna llena en la primera edad hasta apenas un rayito de luz en la cuarta edad. Pero empezó a crecer en la quinta edad. En la sexta edad tomó un gran paso de avance, y en la séptima edad todavía estaba creciendo cuando de repente la obra cesó y la luz disminuyó a casi nada. Y en vez de luz, estaba presente más bien la oscuridad de la apostasía, y al fin de la edad la luz ya no brillaba porque la oscuridad había tomado posesión completa. Cristo ahora estaba fuera de la iglesia. Aquí está la señal que apareció en los cielos.

163 La última etapa del eclipse de la luna fue un eclipse total. La luz disminuyó a una oscuridad completa en una serie de siete etapas. La oscuridad se completó en la séptima etapa, al mismo tiempo que el Papa de Roma (Paulo VI) fue a la Palestina en un plan de turismo de Jerusalén. Este fue el primer Papa que haya ido a Jerusalén. El se llama Pablo VI. San Pablo fue el primer mensajero y este hombre ahora lleva ese nombre. Note Ud. que es el número seis, o sea el número de hombre. Todo esto es más que una simple coincidencia. Cuando él fue a Jerusalén, la luna (la iglesia) entró en una oscuridad completa. Este es el fin. Esta generación no pasará sin que todo sea cumplido. “Amén, sea así. Ven, Señor Jesús”.

164 Ahora podemos ver porqué hubo dos viñas, una verdadera y una falsa. También podemos ver porqué Abraham tuvo dos hijos, uno según la carne (el cual persiguió a Isaac) y el otro según la promesa. También podemos ver cómo de los mismos padres nacieron dos hijos gemelos, el uno conociendo y amando las cosas de Dios, y el otro conociendo muchas de las mismas verdades pero no siendo del mismo Espíritu, y por consiguiente, persiguiendo al hijo elegido. Dios no reprobó simplemente por el hecho de reprobar. El reprobó por causa del elegido. Un ELEGIDO NO PUEDE perseguir a otro elegido. Un ELEGIDO NO PUEDE dañar a otro elegido. Son los réprobos quienes persiguen y destruyen a los elegidos. Y aquellos réprobos son muy religiosos, son muy inteligentes. Vienen de la línea de Caín, la simiente de la serpiente. Edifican sus torres de Babel y sus ciudades y sus imperios y a la vez orando y alabando a Dios. Odian la simiente verdadera y harán todo lo posible (aun en el Nombre del Señor) para destruir a los elegidos de Dios. Pero ellos tienen su lugar, son necesarios. “¿Qué tiene que ver la paja con el trigo?” (Jeremías 23:28). Si no hay paja, no hay trigo. Pero en el fin, ¿qué pasa con la paja? Es quemada con un fuego inextinguible. ¿Y el trigo? El trigo es juntado en el alfolí, donde está el Señor.

165 Oh, elegido de Dios, guárdese, estudie bien, tenga mucho cuidado. Ocúpese en su salvación con temor y temblor (Filipenses 2:12). Confíe en Dios y sea Ud. fortalecido en Su poder. El adversario, que es el diablo, anda ahora mismo como un león rugiente, buscando a quién devorar. Persevere en oración y sea firme. Este es el tiempo del fin. La viña falsa y la verdadera están llegando a madurez, pero antes de que madure el trigo la cizaña madura tiene que ser juntada para el fuego inextinguible. Fíjese: todos están uniéndose al Concilio Mundial de Iglesias. Allí es donde se juntan. Dentro de poco se llevará a cabo el almacenamiento del trigo. Pero por ahora los dos espíritus están obrando en las dos viñas. ¡Salga Ud. de entre la cizaña! Empiece a vencer para que así sea considerado digno de la alabanza de su Señor y listo para reinar y gobernar con Él.


Cristo fuera de la iglesia

La Edad De Laodicea

Rev. William Marrion Branham

domingo, 23 de julio de 2023

NO NOS PONGAS EN MANOS DE UNA PRUEBA

M

ientras estudiábamos el significado original detrás de las palabras “no nos dejes caer en tentación” – en hebreo, “no nos pongas en manos de una prueba” – pensé en la propia “tentación” de Yeshua en el desierto a manos de Satanás. Cuando le mencioné esto a Nehemia, sugirió que pasáramos algún tiempo en el mismo desierto donde Yeshua fue tentado, el desierto de Judea.

En los días previos a nuestra "tentación en el desierto", Nehemia me advirtió repetidamente sobre el calor extremo que enfrentaríamos e insistió en que estuviera preparado para llevar al menos un galón de agua. Cada vez que mencionaba el tema del agua o el calor inminente, me reía y le decía que no se preocupara tanto. La mañana de nuestra excursión por el desierto, Nehemia metió tres botellas grandes de agua mineral en su mochila y me instó a hacer lo mismo. Le mostré una sonrisa desdeñosa y le dije que estaría bien con mi única botella de agua. Fue solo cuando llegué al desierto que entendí de qué se trataba todo este alboroto. El desierto de Judea es un horno abrasador creado por la geografía de Israel. La longitud del país está cortada por la mitad por una cadena montañosa que corre de norte a sur, y todo el oeste de las montañas está generosamente regado por las nubes que se forman sobre el mar Mediterráneo. Cuando las nubes alcanzan el lado este de la cordillera, han perdido la mayor parte de su humedad. El resultado es un vasto desierto árido donde las temperaturas pueden superar los 110 grados Fahrenheit [43.333 °C] a la sombra.[1]

Después de menos de un día en ese desierto, comencé a tener una idea de lo que Yeshua debió haber pasado durante su tentación. Caminando en el calor de julio, podía sentir el sol quemando mi piel, y me dio una nueva percepción de las palabras del salmista: “Yehovah es tu sombra a tu diestra”[2]. Cuando el sol se hizo insoportable, buscamos refugio en una pequeña cueva. En ese momento había agotado mi escasa provisión de agua y estaba desesperado por algo de beber. Si no fuera porque Nehemia compartió generosamente su agua conmigo, sin duda me habría deshidratado. Mientras descansaba en esa cueva, bebiendo agua de una de las botellas de plástico de Nehemías, no podía imaginar sobrevivir un solo día en este ambiente sin comer ni beber, y mucho menos 40 días y 40 noches. Sin embargo, fue solo después de que Yeshua fue desgastado por los desafíos físicos de la sed, el hambre y el calor que su tentador se acercó a él. Tal fue el crisol en el que se forjaron las palabras “no nos traigas en manos de prueba”.

 

TENTACIÓN VS. PRUEBA

Mientras que la mayoría de las versiones en inglés de la oración de Avinu [el Padre nuestro] hablan de "tentación", la versión hebrea habla de una "prueba". La referencia en inglés a la "tentación" se basa en una interpretación particular del texto griego de la oración. Sin embargo, el griego usa una palabra ambigua que puede traducirse como "tentación" o "prueba", según el contexto[3]. En el Nuevo Testamento la palabra en cuestión suele significar “prueba”, como en el versículo:

Llegaron los fariseos y los saduceos, y para tentar a Jesús le pidieron que les mostrara una señal del cielo.[4]

Obviamente los fariseos y saduceos no estaban tratando de tentar a Yeshua, estaban tratando de probarlo. La versión hebrea de la “tentación”, y por lo tanto la griega, debería traducirse: “no nos dejes caer en una prueba”. Esto es exactamente lo que se encuentra en la Peshitta, una antigua versión aramea del Nuevo Testamento utilizada por la Iglesia de Oriente.

Algunos eruditos han llegado a la conclusión basados completamente en el texto griego, sin ninguna referencia al hebreo. Por ejemplo, el “Comentario Bíblico de la Palabra” explica que de lo contrario contradiría otro pasaje del Nuevo Testamento que dice que Dios no “tienta” a los seres humanos[5]. Algunas traducciones reconocen esto, y en lugar de “tentación” usan la palabra “prueba”[6]. Por ejemplo, la Biblia en inglés básico traduce: “Y no seamos puestos a prueba”. En lugar de que el hebreo ofrezca un significado alternativo al griego, en realidad nos dirige al verdadero significado de una palabra griega ambigua, que en este caso también está confirmada por evidencia independiente.

Si bien la tentación y la prueba se superponen en significado, no son semánticamente idénticas[7]. Una tentación puede ser una prueba, pero no toda prueba es una tentación. Imagina caminar por la calle y encontrar una billetera llena de efectivo. ¿Devuelves el dinero en efectivo al dueño legítimo de dar a la tentación y te quedas con el dinero? Esto es tanto una prueba como una tentación. En contraste, un ejemplo de una prueba que no tiene nada que ver con la tentación es el mandamiento bíblico de no probar a Dios. El Libro de Deuteronomio dice:

No tentéis a Yehovah vuestro Dios como lo probasteis en Masah.[8]

Cuando los israelitas llegaron al oasis del desierto de Masah, probaron a Dios, desafiándolo para ver si era capaz de proporcionarles agua fresca. “Probar” a Dios significa “desafiarlo” para ver si es capaz de hacer algo. Cuando Dios nos prueba, nos está desafiando a mostrar nuestro verdadero amor por él y permanecer fieles a él, incluso en tiempos difíciles y a pesar de las situaciones que nos tientan a pecar.

 

SER PROBADO O NO SER PROBADO

Una de las cosas interesantes acerca de las palabras “no nos pongas en manos de una prueba” es su fuerte conexión con la antigua fuente judía. De hecho, estas palabras exactas aparecen en el Talmud [Tradiciones judías], la enseñanza de los antiguos rabinos, que registra la siguiente oración:

No me dejes en manos del pecado, o en manos de la prueba, o en manos de la vergüenza.[9]

Esta oración rabínica es virtualmente idéntica a la que encontramos en la versión hebrea de la Oración de Avinu [Padre nuestro]. La única diferencia es que la oración de Avinu habla de "nosotros", mientras que la oración talmúdica habla de "yo". Hasta el día de hoy, muchos judíos todavía recitan estas palabras cada mañana en sus devociones diarias[10]. Es una antigua bendición judía. Quizás los antiguos rabinos fueron influenciados por las enseñanzas de Yeshua, o quizás Yeshua incorporó una frase de una conocida oración judía. De cualquier manera, el concepto de pedirle a Dios que no nos pruebe claramente tiene un lugar en las antiguas fuentes judías.

Este concepto aparece por primera vez en el capítulo treinta del Libro de Proverbios, que registra la oración de un sabio israelita poco conocido, Agur bin Yakeh:

Dos cosas te pido, no me las niegues antes de morir. Aléjate de mí la mentira y la falsedad; no me hagáis rico ni pobre, sino dadme pan en ración. No sea que esté satisfecho y niegue diciendo: "¿Quién es Yehovah?" y no sea que me haga pobre y robe y jure [falsamente] en el nombre de mi Dios.[11]

Agur entendió que Dios a menudo prueba a las personas de una de dos maneras: haciéndolas ricas o haciéndolas pobres, y temía que no pudiera pasar ninguna de las dos pruebas. Si se hiciera demasiado rico, podría olvidar que todos los seres humanos dependen de Dios y terminaría negando a su Creador. Si llegaba a ser demasiado pobre, se vería obligado a robar para sobrevivir, y cuando lo atraparan, se sentiría obligado a negar su crimen jurando en falso en el nombre de Dios. Agur le estaba pidiendo a Dios que no lo probara con una gran riqueza o una gran pobreza, sino que le diera el pan que necesitaba para sobrevivir.

 

LAS PRUEBAS EN LA BIBLIA HEBREA

El propósito de una prueba divina a menudo es ver si una persona permanecerá fiel a Dios o no. El ejemplo más conocido de tal prueba aparece en el Libro de Job, que habla de un hombre justo bendecido por Dios con muchos hijos y una gran riqueza. Un día Satanás apareció en la corte celestial y desafió a Dios a probar a Job:

Y Satanás respondió a Yehovah diciendo: ¿Teme Job a Dios de balde? ¿No has edificado una puerta alrededor de él, de su casa y de todo lo que tiene, y has bendecido la obra de sus manos para que florecieran sus rebaños en la tierra? Sin embargo, envía tu mano y toca todo lo que tiene y seguramente te maldecirá en tu misma cara.[12]

El argumento del adversario era que Job solo era justo porque sabía que sería recompensado por sus acciones. Pero la justicia por el bien de la recompensa y la prosperidad no es justicia genuina. Si Job permaneció fiel a Dios a pesar de su sufrimiento, probaría que era verdaderamente justo. Dios estuvo de acuerdo con el desafío de Satanás y le dio permiso para destruir toda la riqueza de Job y matar a sus 10 hijos que, como sucedió, eran pecadores por derecho propio[13]. A medida que el desafío se intensificaba, Dios le dio más permiso a Satanás para afligir a Job con una enfermedad dolorosa e incurable.

Mientras Job languidecía en su tienda, cada poro de su cuerpo rezumaba de dolor, pensó en sus amados hijos y en la riqueza que acumuló durante toda una vida de arduo trabajo y luego perdió, pero nunca titubeó en su fidelidad a Dios. En un momento de su sufrimiento, Job pronunció lo que pueden ser las palabras más profundas de toda la Biblia hebrea:

Yehovah da y Yehovah quita. ¡Bendito sea el nombre de Yehovah![14]

En lugar de maldecir a Dios por su indecible sufrimiento, Job bendijo el nombre de Dios incluso en su hora más oscura. Satanás había acusado a Job de solo servir a Dios por lo que hacía por él, pero Job probó que amaba a Dios por lo que [Él] era. La verdadera fidelidad significa permanecer leal a Dios ya sea que uno disfrute de la prosperidad o sufra pérdidas.

Cuando Job estaba en el apogeo de su sufrimiento, tres amigos se le acercaron y trataron de hacerlo entrar en razón. Los tres compañeros de Job insistieron en que solo sufría porque había pecado y que la solución era arrepentirse y confesar sus transgresiones. Asumieron incorrectamente que las personas justas nunca sufren y los pecadores nunca prosperan. Job respondió a sus compañeros que verdaderamente era un hombre justo sin pecado y que no merecía sufrir. Ni a Job ni a sus tres compañeros se les ocurrió que Dios lo estaba probando. Al final del libro, los tres compañeros de Job fueron reprendidos por condenarlo como pecador. Asumieron en su arrogancia que sabían la razón del sufrimiento de Job, cuando en realidad estaban completamente equivocados[15].

 

LA PRUEBA DE ABRAHAM

Otra persona probada en la Biblia hebrea fue Abraham. Durante muchos años, él y su esposa Sarah no tuvieron hijos. Cuando Sarah tenía 90 años, Dios finalmente los bendijo con un hijo. Antes del nacimiento de su hijo Isaac, Abraham solía orar mañana y noche para que un hijo fuera su heredero y, después de una vida de fidelidad, Dios respondió a su oración. Abraham adoraba a su hijo Isaac, preparándolo como su heredero. Pero entonces Abraham fue puesto a prueba:

Y aconteció después de estas cosas que Dios probó a Abraham. Y [Dios] lo llamó: “¡Abraham!”, y él respondió: “¡Aquí estoy!”. Y [Dios] dijo: Toma a tu único hijo a quien amas, Isaac, y vete a la tierra de Moriah y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes donde yo te mostraré.[16]

Abraham cargó su burro con leña y partió con su hijo Isaac al lugar que Dios le había dicho que fuera. El padre y el hijo caminaron durante tres días hasta que finalmente llegaron al sitio. Abraham luego reunió piedras para construir un altar y ató a su hijo al altar con cuerdas. Cuando Abraham levantó el cuchillo del sacrificio para sacrificar a su amado hijo, un ángel llamó desde el cielo diciéndole que no lo hiciera. Durante ese largo proceso, Abraham podría haber dado marcha atrás en cualquier momento. Pero al continuar fielmente en el camino que Dios le había trazado, Abraham pasó la prueba. La lección que aprendemos de Abraham es que una persona puede decir que ama a Dios con su corazón, pero esto no tiene sentido hasta que se prueba a través de sus acciones. La fe de Abraham no era solo una idea en su mente, sino algo a lo que se comprometió a través de sus obras.

 

LA PRUEBA DEL FALSO PROFETA

Una de las pruebas más difíciles que Dios nos presenta es la prueba del falso profeta. Se nos advierte sobre esta prueba en el capítulo 13 de Deuteronomio:

Cuando se levante en medio de ti un profeta o un soñador de sueños y te dé una señal o un milagro, y se cumpla la señal o el milagro que él te ha dicho, diciendo: “Vayamos en pos de dioses ajenos (que tú no has conocido) y adorémosles”. No debes escuchar a ese profeta ni a ese soñador de sueños, porque Yehovah tu Dios te está probando para saber si realmente amas a Yehovah tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma.[17]

El falso profeta que describe la Torá [Ley o Instrucciones] es capaz de realizar señales y milagros genuinos mientras trata de alejarnos de la verdadera adoración de nuestro Padre celestial. Dios faculta a estos falsos profetas para que realicen estas señales y milagros a fin de probarnos. La prueba definitiva es ver si una persona permanece fiel a Dios incluso cuando se enfrenta a señales impresionantes y milagros extraordinarios diseñados para desviarla del camino verdadero.

 

LA PRUEBA DE YESHUA

Yeshua mismo enfrentó tal prueba a manos de Satanás[18]. Como se mencionó anteriormente, la mayoría de las traducciones describen esto como una "tentación", pero la misma palabra griega para "prueba" que se usa en la oración también aparece en este contexto. También está claro por la descripción del incidente en los primeros tres Evangelios que Yeshua fue probado, en lugar de tentado. Después de ayunar durante 40 días y 40 noches en el desierto, Satanás le presentó a Yeshua tres pruebas[19]. La primera prueba fue ver si Yeshua era capaz de convertir las piedras en pan. La segunda prueba era ver si podía arrojarse desde un edificio alto y permanecer ileso. En la tercera prueba, a Yeshua se le ofreció un vasto imperio terrenal a cambio de inclinarse ante Satanás y adorarlo. La tercera prueba involucró un elemento de tentación, pero las dos primeras fueron simplemente desafíos para probar las capacidades de Yeshua. A lo largo de estas pruebas, Yeshua reveló una resolución de hierro [férrea] para ser guiado por la Palabra de Dios. Al igual que el falso profeta en Deuteronomio 13, Satanás trató de deslumbrar a Yeshua con grandes poderes, habilidades milagrosas y promesas de prosperidad incalculable, pero una y otra vez Yeshua respondió con versículos de las Escrituras que invalidaban las palabras de su experimentado adversario.

Años más tarde, cuando Yeshua estaba en esa ladera galilea azotada por el viento enseñando a las multitudes judías cómo orar, la idea de una prueba divina no era solo un concepto teológico abstracto, sino una realidad terrenal que había experimentado de primera mano. Mientras estaba de pie en ese afloramiento de roca mirando hacia abajo a la multitud de personas que escuchaban cada una de sus palabras, Yeshua debió haber vuelto sus ojos hacia el cielo y orado en su corazón: ¡Oh Padre celestial, yo mismo he pasado por una prueba y sé lo difícil que es! ¡Ten compasión de tus hijos y no los pongas en manos de una prueba!

Si bien Yeshua pudo haber sabido que estaba siendo probado, Abraham y Job claramente no lo sabían. Cuando Dios nos prueba, no siempre nos damos cuenta de que estamos en medio de una prueba. Las cosas pueden parecernos tan sombrías como le parecieron a Job, o tan espantosas como le parecieron a Abraham. Pero ya sea que nos pruebe con riquezas o con pobreza, con prosperidad o con sufrimiento, debemos regocijarnos al saber que estamos siendo formados y moldeados por nuestro Padre celestial, quien es un juez justo con un plan maestro.

 



[1] El desierto de Judea es un tipo de región árida conocida como desierto de "sombra de lluvia".

[2] Salmo 121:5.

[3] La palabra Griega es peirasmon πειρασμών, un sustantivo derivado del verbo peirazó πειράζω, significando “probar”.

[4] Mateo 16:1 [NRSV].

[5] D. A. Hagner, Comentario Bíblico de la Palabra, Dallas 1993, volumen 33ª, página 151. El versículo en cuestión dice, “Que nadie diga cuando es tentado: 'Soy tentado por Dios'; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él mismo tienta a nadie.” (Santiago 1:13 NVI). Véase también Mateo 26:41.

[6] Vean también la traducción al inglés mundial, la New American Bible y las notas de la traducción al nuevo inglés.

[7] The Word Biblical Commentary señala: "Ser tentado es ser inducido al pecado; ser probado es ser llevado a circunstancias difíciles que ponen a prueba la fidelidad de uno" (volumen 33a, página 151).

[8] Deuteronomio 6:16. El incidente de Masah está descrito en Éxodo 17:1-7.

[9] Talmud [tradición o dichos de los rabinos], Berakhot 60b.

[10] Esta oración aparece al final de las bendiciones de la mañana (Siddur Rinat Yisrael: Asbkenazic Version, Jerusalem 1977, página 25). La misma oración también aparece en el libro de oraciones tradicional judío caraíta, volumen 4, página 70.

[11] Proverbio 30:7-9.

[12] Job 1:9-11.

[13] Job 1:5.

[14] Job 1:21.

[15] Job 32:2-3; 42:7-9.

[16] Génesis 22:1-2.

[17] Deuteronomio 13:1-3 [2-4] [adaptado de NRSV]

[18] La “tentación” de Yeshúa está descrita en Mateo 4:1-11; Marcos 1:12-13; Lucas 4:1-13. El tentador o probador está descrito como Satanás en Marcos y en el Mateo Hebreo pero simplemente como “el demonio” en Lucas y el Mateo Griego.

[19] Mateo 4:3, 6, 9.


Capítulo traducido al español del original en inglés, del libro Una Oración A Nuestro Padre, escrito por el Dr. Nehemia Gordon y Keith Johnson.