La autoridad compartida de la
Iglesia
En efesios 1:3, el apóstol Pablo
declara que hemos sido bendecidos con TODA bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, con
bendiciones que comprometen la integridad, salud y prosperidad de nuestra alma
o ser interior; y, en los versículos 19 y 20 de este mismo capítulo 1, que el
Señor Jesús está sentado a la diestra de Dios –también- en lugares celestiales.
Silla o trono |
El hecho de que el Señor Jesús está
sentado, implica que lo está sobre un trono y, si esto es así, entonces Él, el
Señor Jesús, está gobernando. Es más, la expresión “sobre” del v. 21 de este capítulo implica lo
mismo, gobierno, que uno está sobre o por encima de otro, gobernándolo.
Leámoslo:
Sobre todo
principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no
solo en este siglo, sino también en el venidero.
Sí, el Señor Jesús está sobre o
gobierna sobre todo principado, autoridad, poder y señorío, y gobierna todo
nombre que podamos nombrar y, por eso mismo, es que en Su Nombre tenemos
autoridad para echar fuera demonios, que es lo que se afirma en el versículo
22:
Y sometió
todas las cosas bajo Sus pies [los pies del Señor Jesús, ¿verdad?], y lo dio
por cabeza [¡esto es igualmente glorioso!] SOBRE TODAS LAS COSAS a la Iglesia.
¿Ve usted lo que yo veo? Que la
Iglesia (me refiero a la genuina) es cabeza o gobernante sobre (otra vez
implicando el acto de gobernar, de tener dominio o autoridad) TODAS LAS COSAS;
y, cuando el apóstol dice “todo”, eso implica TODO, que nada queda excluido.
Finalmente, en el capítulo 2 y
versículo 6, el apóstol dice:
6 y
juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares
celestiales con Cristo Jesús,
En el v. 6 se nos dice que Dios nos
sentó en estos mismos lugares celestiales (debe ser el Tercer Cielo porque, la
expresión “celestial”, se escribe en el griego epouránios que, literalmente, se traduce como “sobre los
cielos”); y, como lo venimos entendiendo, sentarse
significa estar sobre un trono de
gobierno; y que, si esto es así, entonces la posición de privilegio y honor de
Su Iglesia, Su Amada y Esposa, la Señora Jesucristo, es la misma autoridad que
aquí se declara para el Señor Jesús; la Iglesia comparte esta misma autoridad.
Por eso es que el apóstol, en otra de
sus sublimes cartas, nos profetiza que habrá una manifestación (en el griego se
lee apokalypsis que, traducido, es
revelación) de los hijos de Dios en gloria (Romanos 8:19); ésto es, que vamos a manifestar la plenitud de Aquel que nos llamó en Cristo Jesús.
8 Respondió el centurión y dijo: Señor, no soy digno de que
entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado sanará.
Mateo 8:8
27 Y los hombres se maravillaron, diciendo: ¿Qué hombre es éste,
que aun los vientos y el mar le obedecen?
Mateo 8:27
Ésta es
la misma autoridad que nos ha sido confiada por causa del Nombre del Señor
Jesús, por Sus méritos para, en Su Nombre, ordenar, expulsar, liberar… “haremos
proezas” (Salmos 60:12; y 108:13).
17 Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán
fuera demonios; hablarán nuevas lenguas;
18 tomarán
en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre
los enfermos pondrán sus manos, y sanarán.
Marcos
16:17-18
¡Aleluya!
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