20 He aquí yo envío mi Ángel delante
de ti para que te guarde en el camino, y te introduzca en el lugar que yo he
preparado. 21 Guárdate delante de él, y oye su voz; no le seas rebelde;
porque él no perdonará vuestra rebelión, porque mi nombre está en él.
Éxodo 23:20-21
Sí, ser rebeldes contra el Ángel del Señor, es ser
rebeldes contra Jehová Dios mismo; y, seguidamente, Él nos dice el porqué es
que esta rebelión ni sería perdonada, si somos rebeldes contra este Ángel, el
Ángel o Mensajero del Señor, “porque Mi Nombre está en Él”; el nombre de Dios,
Jehová (en el hebreo Yehováh, que es el nombre YHVH vocalizado) está en este
bendito Ángel, el Ángel o Mensajero del Señor.
Muchos israelitas tuvieron y aún hoy tienen nombres
donde figura –precisamente- el nombre del Señor = Jehová; y, entre estos
nombres, podríamos citar los nombres de:
·
Jeremías = Yah (nombre corto para Yehováh) se levantará
·
Joaquín = Jehová establecerá
·
Joel = Jehová es su Dios
·
Jonatán = Dado o Regalo de Dios
Como otros que, aún si no tienen el nombre propio de
Dios = Jehová, por lo menos hacen mención a Su título o condición de “Dios”:
·
Adriel = Rebaño de Dios
·
Ariel = León de Dios
·
Daniel = Semejante a Dios
Y, en el caso del nombre de nuestro Señor Jesucristo, igualmente
Su nombre tiene declarado el nombre de Su Padre, Jehová. Cierto, cuando leemos
el nombre “Jesús” no logramos distinguir que éste nombre tenga el nombre de
Jehová, porque el nombre “Jesús” no es hebreo, sino el esfuerzo por traducir,
desde Su nombre hebreo, Yeshúa, mediante lo que se conoce una transliteración
del hebreo al griego; y, del griego, al latín y al español como hoy lo
conocemos. ¿Por qué fue esto así? ¿Por qué no nos fue dado sencillamente el
nombre del Señor en hebreo, “Yeshúa”? Porque, siendo que el idioma y alfabeto
hebreo tiene sus propios signos o símbolos; cuando, tanto el nombre “Yehováh”
como “Yeshúa” fueron expuestos, declarados o compartidos ante el pueblo gentil
de entonces, concretamente en la obra misionera de los apóstoles por todo el
mundo; siendo que estos signos eran distintos a los signos del idioma y
alfabeto griego, que fue el idioma que reinó en el mundo gentil o pagano de
aquel entonces; los traductores y, en particular el Apóstol Pablo, como maestro
para los gentiles, no halló otra forma en que los nombres propios de Dios y Su
Hijo fueran traducidos sino en la manera que hoy están registrados en las
copias de los manuscritos que, por gracia de Dios, han quedado como reliquias y
documentos fidedignos para sostener como correctos todas las traducciones que
se tienen en las actuales Biblias, en todos los idiomas del mundo.
Sin embargo, hoy, tras el desarrollo de las lenguas en
todo el mundo; con una gramática cada vez más perfeccionada o integral, bien
podemos rescatar íntegramente el nombre de Dios, Yehováh, y el de Su Hijo,
Yeshúa; para, con natural júbilo, invocarlo o llamarlo expectantes de Su gracia
o favor.
En efecto, en días de nuestro Señor Jesús, cuando Su
nombre era nombrado (naturalmente, en el idioma hebreo), todos podían reconocer
que el nombre del Señor contenía el nombre de Su Padre; y, es más, que Su
nombre estaba construido mediante una pequeña declaración en relación con el
nombre del Padre, Jehová; por lo que el nombre del Señor Jesús (en hebreo, Yeshúa)
significa literalmente “Yehováh salva”, para indicarnos que la salvación
pertenece únicamente y exclusivamente a Jehová Dios, y no a otro, tal como es
declarado –por ejemplo- en el libro del profeta Isaías, leamos:
Isaías 43:3: Porque yo
Jehová, Dios tuyo, el Santo de Israel, soy tu Salvador; a Egipto he dado por tu
rescate, a Etiopía y a Seba por ti.
Isaías 45:21: Proclamad, y
hacedlos acercarse, y entren todos en consulta; ¿quién hizo oír esto desde el
principio, y lo tiene dicho desde entonces, sino yo Jehová? Y no hay más Dios
que yo; Dios justo y Salvador; ningún otro fuera de mí.
Isaías 49:26: Y a los que te
despojaron haré comer sus propias carnes, y con su sangre serán embriagados
como con vino; y conocerá todo hombre que yo Jehová soy Salvador tuyo y
Redentor tuyo, el Fuerte de Jacob.
Isaías 60:16: Y mamarás la
leche de las naciones, el pecho de los reyes mamarás; y conocerás que yo Jehová
soy el Salvador tuyo y Redentor tuyo, el Fuerte de Jacob.
Isaías 62:11: He aquí que
Jehová hizo oír hasta lo último de la tierra: Decid a la hija de Sion: He aquí
viene tu Salvador; he aquí su recompensa con él, y delante de él su obra.
Isaías 41:14: No temas,
gusano de Jacob, oh vosotros los pocos de Israel; yo soy tu socorro, dice
Jehová; el Santo de Israel es tu Redentor.
Isaías 43:14: Así dice
Jehová, Redentor vuestro, el Santo de Israel: Por vosotros envié a Babilonia, e
hice descender como fugitivos a todos ellos, aun a los caldeos en las naves de
que se gloriaban.
Isaías 44:6: Así dice
Jehová Rey de Israel, y su Redentor, Jehová de los ejércitos: Yo soy el
primero, y yo soy el postrero, y fuera de mí no hay Dios.
Isaías 44:24: Así dice
Jehová, tu Redentor, que te formó desde el vientre: Yo Jehová, que lo hago
todo, que extiendo solo los cielos, que extiendo la tierra por mí mismo;
Isaías 47:4: Nuestro
Redentor, Jehová de los ejércitos es su nombre, el Santo de Israel.
Isaías 48:17: Así ha dicho
Jehová, Redentor tuyo, el Santo de Israel: Yo soy Jehová Dios tuyo, que te
enseña provechosamente, que te encamina por el camino que debes seguir.
Isaías 49:7: Así ha dicho
Jehová, Redentor de Israel, el Santo suyo, al menospreciado de alma, al
abominado de las naciones, al siervo de los tiranos: Verán reyes, y se
levantarán príncipes, y adorarán por Jehová; porque fiel es el Santo de Israel,
el cual te escogió.
Isaías 49:26: Y a los que te
despojaron haré comer sus propias carnes, y con su sangre serán embriagados
como con vino; y conocerá todo hombre que yo Jehová soy Salvador tuyo y
Redentor tuyo, el Fuerte de Jacob.
Isaías 54:5: Porque tu
marido es tu Hacedor; Jehová de los ejércitos es su nombre; y tu Redentor, el
Santo de Israel; Dios de toda la tierra será llamado.
Isaías 54:8: Con un poco
de ira escondí mi rostro de ti por un momento; pero con misericordia eterna
tendré compasión de ti, dijo Jehová tu Redentor.
Isaías 59:20: Y vendrá el
Redentor a Sion, y a los que se volvieren de la iniquidad en Jacob, dice
Jehová.
Isaías 60:16: Y mamarás la
leche de las naciones, el pecho de los reyes mamarás; y conocerás que yo Jehová
soy el Salvador tuyo y Redentor tuyo, el Fuerte de Jacob.
Isaías 63:16: Pero tú eres
nuestro padre, si bien Abraham nos ignora, e Israel no nos conoce; tú, oh
Jehová, eres nuestro padre; nuestro Redentor perpetuo es tu nombre.
Sí, cada vez que el nombre del Señor fue mencionado, era como un himno o
un cántico a Jehová Dios; ensalzándolo porque, mediante el nombre de Jesús,
Dios Padre era reconocido como “Salvador y Redentor” para Su pueblo; y, en
efecto, cuando el ángel se presentó –en sueños- a José, padrastro del Señor,
éste le dijo:
Y ella dará a luz un hijo y llamarás su nombre Yeshúa
(ישוע ) porque él salvará (yoshia יושיה) a mi pueblo de sus
iniquidades… y le puso por nombre Jesús.
Mateo 1:21 y 25
Amén, “porque Mi nombre está en Él” (Éxodo 23:21)
Y Jehová Dios ha sido santificado y glorificado en el nombre de Jesús;
por razón, justamente, que Él, Jesús, con Su santo testimonio honró el nombre
de Su Padre; cuando, finalmente, en la cruz mostró, con Su sangre derramada,
que esa era la única forma para Él, Jehová Dios, salvarnos y redimirnos (la
palabra “redimir” significa “ser comprados del mercado de esclavos” para,
ahora, ser propiedad de Jehová Dios, nuestro Redentor).
En el evangelio según Juan, capítulo 1 y versículo 1, leemos lo
siguiente:
En el principio era el
Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.
Sin embargo, en la versión griega
(idioma en que originalmente fue escrito este evangelio), de la obra de
Francisco La Cueva, el orden de la última frase es la siguiente: “y Dios era el
Verbo [o “Palabra”]; por lo que, finalmente, bien podemos leer este versículo
de la siguiente manera:
En el principio era la
Palabra, y la Palabra era con Dios, y Dios era la Palabra.
Como bien lo podemos apreciar, aquí
no se nos está declarando la existencia de dos personas en la Deidad, como nos
lo han enseñado erróneamente durante milenios; sino, y tan claro como podría
ser, el evangelista Juan nos está dando a entender que Dios, mediante Su
Palabra, creó el universo; y que, tal como se dice en el v. 3, “y sin él [la
Palabra], nada de lo que ha sido hecho, fue hecho”; tal como, en Hebreos 11:3, nos
es corroborado:
3 Por la fe entendemos
haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo
que se ve fue hecho de lo que no se veía.
Para, finalmente, en el v. 14 de este evangelio, el evangelista declare
con júbilo:
14 Y aquel Verbo [Palabra]
fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del
unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.
Lo que el evangelista, Apóstol Juan,
nos está diciendo es que, el Dios de Quién se está hablando en el v. 1, dando
cuenta de cómo Él creó el universo, a través de Su Palabra, que ese mismo y
único Dios, Quién es Jehová o Yehováh (en el hebreo), fue manifestado en carne
y lo conocimos y conocemos como Jesús o Yeshúa; y no, como los trinitarios,
erróneamente quieren que creamos un una Deidad conformado por hasta tres
personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. No, Dios no es trino; Él es, como bien
lo declaró el mismo Señor Jesús en Marcos 12:28-30 y Mateo 22:34-40, ¡UNO!:
28 Acercándose uno de los escribas, que
los había oído disputar, y sabía que les había respondido bien, le
preguntó: ¿Cuál es el primer mandamiento de todos? 29 Jesús
le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro
Dios, el Señor uno es. 30 Y
amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu
mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento.
Y esta declaración la
tomó el Señor de Deuteronomio 6:4-5, cuando Israel estuvo en el desierto,
cuando éste ya había sido libertado por Jehová Dios de su esclavitud en Egipto.
Leamos:
4 Oye, Israel: Jehová nuestro Dios,
Jehová uno es. 5 Y amarás a Jehová tu
Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas.
¿Y por qué Dios hizo esta
declaración a través de Moisés, profeta?
Recordemos, Israel estuvo
esclavizado por espacio de 400 años en Egipto; y Egipto, siendo una nación
pagana e idólatra, muy seguramente esto contaminó a Israel; y tanto fue así
que, justamente, para animarlos a salir de Egipto, Jehová Dios tuvo que hacer
juicio contra los dioses o ídolos egipcios; para mostrar a Israel, de esta
manera, la vanidad de esos dioses o ídolos; y, por lo mismo, Israel habría
estado contaminado con creencias paganas e idólatras, que obligaron a Jehová
Dios reiterarles la verdad sobre Su Deidad, que Él es UNO, no dos, menos tres.
En Isaías 8:20 se nos hace
el siguiente recordatorio, que bien haremos en considerar:
20 ¡A la ley y al
testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido.
Y, efectivamente, en la ley tenemos
el mandamiento de Deuteronomio 6:4-5, que hemos citado; y, en el testimonio, lo
que los profetas testificaron, igualmente tenemos lo que ellos declararon
respecto de Jehová Dios; que solo Él es Dios, y que NO HAY OTRO FUERA DE ÉL.
Por consiguiente, cuando las Escrituras bien declaran que Jesús es el verdadero
Dios y la vida eterna (1 Juan 5:20), esto es porque Jesús o Yeshúa es el mismo
Señor Jehová Dios manifestado como un Hombre, lo cual era necesario para, a
través de Su sangre derramada, producir salvación y redención para Su pueblo.
14 Así que, por cuanto los
hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la
muerte, esto es, al diablo, 15 y
librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida
sujetos a servidumbre.
Hebreos 2:14-15
Por ello es que, cada vez que un arrepentido
creyó en Jesucristo, a lo largo del
libro de los Hechos, éste fue bautizado en el nombre de Jesús o Iesous (como el
Apóstol Pablo lo pronunció para los griegos) o Yeshúa en el hebreo; porque,
como lo entendemos, en este nombre estaba el nombre de Jehová Dios (Yehováh en
hebreo); para declararnos que, y tal como Él lo declara en Isaías y otros
libros, que Él, Jehová es nuestro salvador y redentor; y que, fuera de Él, no
hay otro Quién salve y redima. Fue Jehová Dios, en Jesucristo, Quién nos salvó
y redimió mediante Su preciosa sangre, NO FUE OTRO.
El Hermano
Branham nos cuenta, en su sermón “El Mensaje de Gracia”; que, en cierta
ocasión, cuando él fue de caza, que él vio aparecer en el cielo tres arco iris;
y que, cuando él preguntó a Dios, qué es lo que Él quería revelar a Su siervo,
Su profeta, que él oyó una voz que le dijo: ““Jesús del Nuevo Testamento es
Jehová del Antiguo Testamento, El unicamente cambió Su máscara de Espíritu a
Hombre.”
Sí, “Mi nombre está en Él”, y Jesús o Yeshúa
(invóquelo como usted pueda, según su medida de fe), fue el Ángel o Mensajero
de Jehová o Yehováh Dios; Quién no solo trajo un Mensaje, lo que leemos a
través de los llamados “Santos Evangelios”, y que luego fue transmitido por Sus
apóstoles y otros discípulos a lo largo del libro de Hechos; y, también, a
través de las cartas apostólicas y el Apocalipsis o Revelación; pero, Él mismo
fue y es el Mensaje de Quién se dio testimonio a través de la ley y los
profetas; y fue Jehová o Yehováh, Dios mismo, manifestado como un Hombre, para
traer en Sus benditas alas salvación y redención.
Si usted cree en el nombre de Jesús (o Yeshúa en el hebreo), usted estará
creyendo en Jehová (Yehováh) Dios; aún si no lo ha considerado, usted estará
recibiendo a Jehová Dios mismo como su salvador y redentor; y que, por lo
mismo, es que cada vez que –en el libro de Hechos- un arrepentido fue
bautizado, éste fue bautizado en el nombre de Jesús o Yeshúa, NUNCA EN NOMBRE
DE UNA ESPURIA TRINIDAD; que, desde que los apóstoles partieron o murieron, fue
inyectada en la Iglesia; y, con la iglesia universal, retransmitida hasta
nuestros tiempos. Lutero renegó de esta iglesia; pero, siendo que no hubo profeta
de Dios con él, lamentablemente el espíritu trinitario quedó a través de
luteranos, wesleyanos y aún pentecostales; pero, felizmente, Jehová Dios a
través de inspirados y esforzados maestros está restaurando verdad tras verdad;
y, en todo esto, el verdadero bautismo en agua invocando el nombre de Jesús o
Yeshúa.
En Zacarías 14:9 se nos dice: “En aquel día Jehová será uno, y uno su nombre.” Sí, el retorno del Señor por Su pueblo, Israel, está muy cerca (creo que sería
por el año 2030, cuando la “Agenda 2030”, de la ONU y la iglesia universal
entre en vigor); y, cuando Él vuelva a tratar con ellos, ellos conocerán que el
nombre de su Dios es Yehováh; y, el nombre de Su Cristo, Yeshúa. El Hermano
Branham afirma que los israelitas que crean en Su bendito nombre, serán bautizados
en el nombre de Yeshúa; ellos nunca aceptarían un bautismo trinitario, no
señor; santificando y glorificando, de esta manera, el nombre de Yehováh Dios;
porque, ¿cómo podría ser de otra manera?, cuando Su nombre, Yehováh, está en
Él, en el nombre de Yeshúa: Otra vez, Yehováh Dios mismo en escena, y por
última vez; porque, después de Su retorno por Israel y Su Iglesia (la
resurrección y transformación de nuestros cuerpos en gloria), caerán las copas
de la ira de Dios sobre este mundo impenitente.