jueves, 21 de marzo de 2024

LA PASCUA

E

n Éxodo, capítulo 12, se narra la odisea del pueblo de Israel; cuando éste, un día 14 de Aviv (el primer mes del año en el calendario hebreo), fue instruido a sacrificar un cordero de oveja o cabra para, acto seguido, pintar con la sangre de este inocente animal el dintel y columnas de la puerta principal de las casas. Al día siguiente, y en horas de la noche (el día hebreo empieza con noche, al caer el sol, aproximadamente lo que serían las 6 pm en nuestro horario), Yehováh pasó por todo Egipto y, donde no vio la señal de la sangre pintada en la puerta, mató al primogénito de esa casa.


Esa tarde del 14 de Aviv, el pueblo -en fe y obediencia- sacrificó su cordero y, acto seguido, pintó con su sangre el dintel y las columnas de su puerta; y, llegada la noche del día siguiente, un 15 de Aviv, todos permanecieron en sus casas, reunidos para comer el cordero. A este sacrificio del cordero, y su subsiguiente degustación, se le llamó “Pascua” que, traducido del hebreo “Pesaj”, significa “Pasar por alto”; porque, por el sacrificio de este animal, simbolizando la Sangre de Yeshúa (Jesús en el idioma hebreo) cientos de años después, Yehováh pasó por alto el pecado de Su pueblo, perdonándolos, para hacerlos partícipes de Sus promesas y gloria venidera.


Mil cuatrocientos años después, Yeshúa y Sus discípulos prepararon esta Pascua, un 14 de Aviv o Nisán (el Día de la Preparación) y, durante la noche del 15 de Aviv o Nisán, Él instituyó “la Cena del Señor” para, a lo largo de nuestro peregrinar, la comiéramos (significando que estamos creyendo Su sacrificio) tantas veces como fuera posible hasta el día de Su retorno y nuestro reunión con Él, en gloria. En el evangelio según Mateo, capítulo 26, podemos leer Sus memorables y sensibles palabras para con todos los que hemos gustado del perdón de nuestros pecados por Su bendita Sangre:

26 Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo. 27 Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos; 28 porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados. 29 Y os digo que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre.


Y, horas después del mismo día, ya en horas de la tarde, Él, el bendito Cordero de Dios, Yeshúa, derramó Su preciosa Sangre por ti y por mí, sufriendo la condenación que nos correspondía sufrir para, a cambio, darnos vida eterna.

En su primera carta del Apóstol Pablo a los santos en Corinto, él hace observaciones al mal comportamiento de los discípulos allí durante la Cena del Señor para, al término del capítulo 11 de esta carta, recordar cómo el Señor instituyó este ritual en Su memoria:

Institución de la Cena del Señor

23 Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan; 24 y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí. 25 Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí. 26 Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga.

(1 Corintios 11.23-26)

Tomando la Cena indignamente

27 De manera que cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor. 28 Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa. 29 Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí. 30 Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen. 31 Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados; 32 mas siendo juzgados, somos castigados por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo.

33 Así que, hermanos míos, cuando os reunís a comer, esperaos unos a otros [acaso haya necesidad de pedir perdón al hermano o a la hermana, al pastor o viceversa]. 34 Si alguno tuviere hambre, coma en su casa, para que no os reunáis para juicio. Las demás cosas las pondré en orden cuando yo fuere.

(1 Corintios 11.27-34)

¡Gracias, bendito Yehováh, por tal amor; que hayas provisto este Cordero que, realmente, quita el pecado del mundo! Por lo cual tenemos paz contigo, y acceso a Tu bendita presencia. Amén.

¡Shalom alehem! ¡La paz sea con todos vosotros!


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