n un comentario que hace “Datos
Históricos”, de lo que sería el devenir de la Verdadera Iglesia desde su
ruptura de la Iglesia Católica con Lutero, a la fecha; éste hace una secuencia
de cómo, desde Lutero o los luteranos, es que han ido apareciendo nuevas
corrientes “cristianas” o religiosas, hasta la fecha; y, en cierta forma, tienen
razón; pero, así como todo Israel no es el Verdadero Israel (Romanos 9.6-8);
así, todas las iglesias llamadas cristianas, protestantes o evangélicas, no lo
son; sino, en palabras del Apocalipsis, “Sinagogas de Satanás”. Seguidamente,
mi respuesta a este incompleto comentario, esperando le sea de utilidad para
afianzar su temor o reverencia a Dios, para afianzar su adoración al Verdadero
Dios y la Vida Eterna: Yehováh:
Cierto, ustedes saben que la
primera denominación fue la Católica, ésta se fue apartando más y más de los
fundamentos que dejaron los apóstoles, apostataron de la fe original, echaron
fuera de su confesión al Espíritu Santo admitiendo, cada vez más, tradiciones
de las gentes y pueblos a donde llegaron con tal de tenerlos a todos y ser la
mayor organización religiosa, y lo son pero a costa de prostituirse. La Biblia
la llama la Gran Ramera.
Y, a esta Gran Ramera, Lutero
tuvo, por conciencia, que rechazar y dejar para intentar adorar a Dios lo mejor
que pudo (nada fácil) porque, aún cuando hizo lo que cualquier hombre
racionalmente justo haría, lamentablemente llevó consigo mucha corrupción que
heredó de la Gran Ramera. Por ejemplo, el falso bautismo a párvulos, su
aborrecimiento contra el pueblo israelita y, lo que es peor, la falsa doctrina
trinitaria, el falso bautismo en el nombre de títulos, pero no en el nombre de
Jesús tal y como fue al principio, en la iglesia primitiva (porque Dios no
cambia).
A esa iglesia es que Lutero no
“gustó” e intentó adorar en Espíritu y en Verdad; pero, por su imperfección, es
que siguieron Calvino, los anglicanos, bautistas, adventistas, testigos de
Jehová, mormones, Wesley, pentecostales y todas las corrientes que, desde
entonces, han ido apareciendo, y todos aportando algo Escritural para la
restauración de todas las cosas (Hechos 3.21) como lo declaró el apóstol Pedro;
y hoy, con el consejo dado por el apóstol Pablo en 1 Tesalonicenses 5.21-22, y
con la ayuda del mismo Dios que ayudó a Lutero a tomar tan vital decisión para
renegar de esa perversa Ramera, nos corresponde juzgarlo todo y retener lo
bueno y, así, vivir día a día, adorándole, porque Él solo reconocerá a un
Verdadero Adorador, no a un impostor y negligente religioso, no.
Y Dios sigue introduciendo a
Su Iglesia, a Su Cuerpo, a todo el que reconoce que es pecador y que, en tal
condición, Él está desagradando al Dios santo (éste, sencillamente, se siente mal
con su pecar y, de una y otra manera, busca ser mejor, pero no puede),
ignorando que la provisión contra el pecado y la debilidad de nuestra carne
están en Cristo, en Su cruz que, realmente, es nuestra cruz: Jesús murió por
todo el que aspira a ser como Él es: Santo, y la provisión del Espíritu Santo
prometido para nuestra real santificación.
Así, si usted es un seguidor
de ese Espíritu que, desde Lutero a la fecha, está obrando en nosotros el querer
y el hacer por Su buena voluntad (Filipenses 2.13); si usted sabe que no adora
en Espíritu y en Verdad (Juan 4.23-24) donde está, pueda que ese sentir sea de
Yehováh Dios Quién, como con Abraham y, después, Moisés, obró para salir de Ur
de los Caldeos y Egipto, sacarlos del paganismo; y que hoy, por gracia de Dios,
tenemos lo perfecto expuesto en las Escrituras, la Biblia; de donde, y con Su
inspiración y la suficiente humildad de nuestra parte, podemos tomar toda Palabra con qué
lavarnos de tanta inmundicia heredada a través de los años con tanto estiércol
habido en tantísimas organizaciones llamadas “iglesias” pero que, en realidad,
son, al igual que la Gran Ramera, “hijas de la Ramera” (Apocalipsis 17.1; y
19.2), sinagogas de satanás (Apocalipsis
2.9; y 3.9).
¡Lea su Biblia; es más,
cómasela! Aliméntese de Dios, mediante la lectura de su Biblia, orando al Autor
de Su Palabra porque Él sea con usted mientras le lee.
En Cristo Jesús. Amén.
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