jueves, 28 de noviembre de 2024

JEHOVÁ ES JESÚS

C

uando Jehová Dios se manifestó a Moisés, en Éxodo capítulo 3, Él le reveló Su nombre para dárselo a conocer a Su pueblo, Israel.  

Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé?

Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros.

Además dijo Dios a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: Jehová, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros. Este es mi nombre para siempre; con él se me recordará por todos los siglos.

Éxodo 3.13-15

Cuando Dios dijo en la zarza ardiente “Yo soy el que soy”, estaba explicando el significado de Su propio nombre. La palabra hebrea para “Yo soy” es Ejeyé, derivada de la raíz hebrea que significa “ser”. En hebreo bíblico, “Yo soy” realmente significa algo como “Yo existo”. Al decir “Yo soy el que soy”, Dios está declarando que Él es el que [Él] es, el que realmente existe. Él es diferente de los demás dioses quienes solo existen en la imaginación de los hombres.

El nombre de Dios, יהוה o YHVH, se deriva exactamente de la misma raíz hebrea de “Yo soy”. Hablando estrictamente, este nombre es una combinación de tres formas de esta raíz hebrea: Jayá, Jové, y Yijiyé, como sigue:

Hey ה: Tiene que ver con el pasado del verbo “ser”, es decir, “haya”. Por tanto significa "Él fue".

Hey ה + Vav ו: Corresponde al acróstico de la palabra “hove” (ser o estar en presente) y, por tanto, significa "Él es".

Yud י: Corresponde a la tercera persona del singular del verbo “ser” en futuro, es decir "Él será".

Que, correlativamente, significan: “El fue”, “Él es”, y “Él será”.

Cuando lo llamamos por Su nombre estamos esencialmente diciendo, “Él ha existido siempre, Él existe ahora, y Él continuará existiendo para siempre”. Dios dice “Yo soy” acerca de sí mismo, pero nosotros habremos de llamarlo “Él fue, Él es y Él será”. Lo que esto significa es que “Yo soy” no es el nombre de Dios, es la explicación de Su nombre.


Y, cuando llegamos al Nuevo Testamento, allí también encontramos esta declaración que es la explicación del nombre ‘Jehová’ (literalmente se pronuncia Yehováh) cuando, en Apocalipsis 1:8-18, el apóstol Juan, como escriba de este libro de profecía, declara haberse encontrado con el Señor Jesús y, en este contexto, Él dice de sí mismo: “Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso.” Esto es, aquí Jesús declara ser Jehová o Yehováh que, como lo entendemos en este breve estudio, consta del verbo “ser” en sus tres tiempos: “el que es y que era y que ha de venir” o, literalmente, “el que será.”

El problema, probablemente, se originó al momento que los apóstoles llevaron el nombre de Jesucristo al pueblo e iglesia gentil (fuera de Israel), habiendo dificultad para traducir correctamente Su nombre y toda palabra hebrea al idioma griego en que -mayormente- el Nuevo Testamento fue escrito (se usó el sistema de transliteración, buscando la letra griega que correspondía a la letra hebrea) y que, al hacerse esta transliteración, lamentablemente se perdieron las raíces o composición etimológica de, especialmente, los nombre propios. Así, el nombre del Señor que, en el idioma hebreo se escribe ישוע y pronuncia Yeshúa, se transliteró al nombre griego ησος que se pronuncia como Iesous; de donde se tradujo al latín Iesus y, de allí, al español Jesús.

Sí, hemos invocado al Señor por el nombre de “Jesús”, que es la traducción transliterada desde Su nombre en el idioma hebreo: ישוע o Yeshúa, lo que no está mal pero, en esta traducción o transliteración, perdimos la composición de Su nombre en hebreo que, como todo nombre propio en hebreo, siempre tiene un significado y, muchas de las veces, está en relación con la deidad o el nombre Yehováh. Así, el nombre de nuestro Señor Jesús, en el idioma hebreo: ישוע o Yeshúa está compuesto de dos expresiones o palabras: El nombre de Dios, Yehováh, y el verbo “salvar” por lo que, juntos, se traducen como “Yehováh salva”. Así, todo el tiempo que el Señor Jesús anduvo por Israel, Él pregonó el nombre de Su Padre, Yehováh, y que Él salvaba. Por ello, y a la luz de este pequeño estudio, bien podemos entender, concluir o reconocer que fue Jehová o Yehováh, y no otro (no una segunda persona de una supuesta ‘Santísima Trinidad’), Quién fue a la cruz por nosotros. ¡Halleluyah!

Jehová o Yehováh, “el que es y que era y que ha de venir” o, literalmente, “el que será.”, no es otro sino el Señor Jesucristo, la misma persona.

Con razón el profeta Zacarías profetizó:

Y Jehová será rey sobre toda la tierra. En aquel día Jehová será uno, y uno su nombre.

Zacarías 14:9


Este breve estudio contiene una porción del libro ‘Rompiendo la Conspiración del Silencio’, capítulo 6, ‘La Zarza Ardiente’, del Dr. Nehemia Gordon.


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