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uando Jehová Dios se manifestó a
Moisés, en Éxodo capítulo 3, Él le reveló Su nombre para dárselo a conocer a Su
pueblo, Israel.
Dijo Moisés a Dios: He aquí que
llego yo a los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me
ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les
responderé?
Y respondió Dios a Moisés: YO SOY
EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a
vosotros.
Además dijo Dios a Moisés: Así
dirás a los hijos de Israel: Jehová, el Dios de vuestros padres, el Dios de
Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros. Este
es mi nombre para siempre; con él se me recordará por todos los siglos.
Éxodo 3.13-15
Cuando Dios dijo en la zarza
ardiente “Yo soy el que soy”, estaba explicando el significado de Su propio
nombre. La palabra hebrea para “Yo soy” es Ejeyé, derivada de la raíz hebrea
que significa “ser”. En hebreo bíblico, “Yo soy” realmente significa algo como
“Yo existo”. Al decir “Yo soy el que soy”, Dios está declarando que Él es el
que [Él] es, el que realmente existe. Él es diferente de los demás dioses
quienes solo existen en la imaginación de los hombres.
El nombre de Dios, יהוה o YHVH,
se deriva exactamente de la misma raíz hebrea de “Yo soy”. Hablando
estrictamente, este nombre es una combinación de tres formas de esta raíz
hebrea: Jayá, Jové, y Yijiyé, como sigue:
Hey
ה: Tiene que ver con el pasado del verbo “ser”, es decir, “haya”.
Por tanto significa "Él fue".
Hey
ה + Vav ו: Corresponde al acróstico de la palabra “hove” (ser o estar en
presente) y, por tanto, significa "Él es".
Yud
י: Corresponde a la tercera persona del singular del verbo “ser”
en futuro, es decir "Él será".
Que, correlativamente,
significan: “El fue”, “Él es”, y “Él será”.
Cuando lo llamamos por Su nombre
estamos esencialmente diciendo, “Él ha existido siempre, Él existe ahora, y Él
continuará existiendo para siempre”. Dios dice “Yo soy” acerca de sí mismo,
pero nosotros habremos de llamarlo “Él fue, Él es y Él será”. Lo que esto
significa es que “Yo soy” no es el nombre de Dios, es la explicación de Su
nombre.
Y, cuando llegamos al Nuevo Testamento, allí también encontramos esta declaración que es la explicación del nombre ‘Jehová’ (literalmente se pronuncia Yehováh) cuando, en Apocalipsis 1:8-18, el apóstol Juan, como escriba de este libro de profecía, declara haberse encontrado con el Señor Jesús y, en este contexto, Él dice de sí mismo: “Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso.” Esto es, aquí Jesús declara ser Jehová o Yehováh que, como lo entendemos en este breve estudio, consta del verbo “ser” en sus tres tiempos: “el que es y que era y que ha de venir” o, literalmente, “el que será.”
El
problema, probablemente, se originó al momento que los apóstoles llevaron el
nombre de Jesucristo al pueblo e iglesia gentil (fuera de Israel), habiendo
dificultad para traducir correctamente Su nombre y toda palabra hebrea al
idioma griego en que -mayormente- el Nuevo Testamento fue escrito (se usó el
sistema de transliteración, buscando la letra griega que correspondía a la
letra hebrea) y que, al hacerse esta transliteración, lamentablemente se perdieron
las raíces o composición etimológica de, especialmente, los nombre propios. Así,
el nombre del Señor que, en el idioma hebreo se escribe ישוע y pronuncia Yeshúa, se transliteró al nombre griego Ἰησοῦς
que se pronuncia como Iesous; de donde se tradujo al latín Iesus y, de allí, al
español Jesús.
Sí,
hemos invocado al Señor por el nombre de “Jesús”, que es la traducción
transliterada desde Su nombre en el idioma hebreo: ישוע o Yeshúa, lo que no está mal pero, en esta traducción o
transliteración, perdimos la composición de Su nombre en hebreo que, como todo
nombre propio en hebreo, siempre tiene un significado y, muchas de las veces,
está en relación con la deidad o el nombre Yehováh. Así, el nombre de nuestro
Señor Jesús, en el idioma hebreo: ישוע o Yeshúa está compuesto de dos expresiones o palabras: El
nombre de Dios, Yehováh, y el verbo “salvar” por lo que, juntos, se traducen
como “Yehováh salva”. Así, todo el tiempo que el Señor Jesús anduvo por Israel,
Él pregonó el nombre de Su Padre, Yehováh, y que Él salvaba. Por ello, y a la
luz de este pequeño estudio, bien podemos entender, concluir o reconocer que fue
Jehová o Yehováh, y no otro (no una segunda persona de una supuesta ‘Santísima
Trinidad’), Quién fue a la cruz por nosotros. ¡Halleluyah!
Jehová
o Yehováh, “el que es y que era y que ha de venir” o, literalmente, “el que
será.”, no es otro sino el Señor Jesucristo, la misma persona.
Con
razón el profeta Zacarías profetizó:
Y
Jehová será rey sobre toda la tierra. En aquel día Jehová será uno, y uno su
nombre.
Zacarías 14:9
Este
breve estudio contiene una porción del libro ‘Rompiendo la Conspiración del
Silencio’, capítulo 6, ‘La Zarza Ardiente’, del Dr. Nehemia Gordon.
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