10 Conforme a la gracia de Dios que me
ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento, y otro edifica
encima; pero cada uno mire cómo sobreedifica.
11 Porque nadie puede poner otro
fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo.
1
Corintios 3:10-11
Cuando
un constructor está construyendo un edificio, una casa, él lo primero que debió
haber establecido al principio de la construcción es un fundamento que permita
continuar edificando con sentido o dirección, con visión de acabar el edificio.
En días antiguos, el concepto de fundamento evidentemente fue muy primitivo,
rudimentario pero, obstante que el avance de este concepto ha ido en aumento
con los años, siglos y milenios, lo cierto es que el fundamento representó un
principio indispensable sin lo cual no se podría estar construyendo una casa o
edificio seguro. Hoy, por ejemplo en el Japón, un país frecuentemente afectado
por sismos de alta intensidad, se usan técnicas antisísmicas para la
construcción de las viviendas y edificios, de tal forma que, cuando hay un
temblor de tierra o terremoto, es sintomático ver a los japoneses rara vez
salir de sus viviendas: eso es porque están más seguros dentro de ella, que
fuera. El fundamento es tan confiable que hace que las viviendas y edificios
sean igualmente confiables. Así, el fundamento, que también se traduce como
principio (porque es un elemento con que se inicia o principia la edificación
de una vivienda o edificio), es importante para seguir edificando sobre éste.
En la
cita que nos ocupa, el apóstol nos dice que él fue designado ser el perito
arquitecto para la construcción del edificio o casa de Dios: Su Iglesia y que,
cuando él colocó el fundamento o principio, él puso a Jesucristo: Jesucristo es
el fundamento. En Efesios 2:20, el mismo apóstol inclusive describe al Señor
Jesucristo, a la revelación de la Persona de Jesús como la Principal Piedra del
Ángulo que, en tiempos antiguos, era una de las piedras del fundamento colocado
al principio de toda edificación, colocada justamente en la esquina del área de
fundamento. Era la piedra principal porque era una piedra bastante grande e
importante que orientaría la colocación de las otras piedras de fundamento y,
también, las piedras que se irían asentando encima del fundamento. Jesús es tan
importante en la edificación de este edificio, tanto que el salmista dijo: “Si Jehová no edificare la casa, En vano trabajan los que la
edifican;” (Salmo 127:1ª) y, paradójicamente, aun con esta admonición, cuando
Jesús, la Principal Piedra del Ángulo, vino, los edificadores no le
consideraron para edificar la casa que Dios les estaba demandando edificar.
Jesús les dijo: ¿Nunca leísteis en las
Escrituras:
La piedra que desecharon los edificadores,
Ha venido a ser cabeza del ángulo.
El Señor ha hecho esto,
Y es cosa maravillosa a nuestros ojos?
San Mateo 21:42
Cuando
un constructor sigue sobreedificando, él lo hace considerando el fundamento; él
lanza una plomada desde lo alto hacia el fundamento y, de esta manera, él se
guía para no salirse del orden que le proyecta el fundamento. Eso es lo que el
apóstol nos dice, para quienes están en las labores de sobreedificar la Casa de
Dios, “y otro edifica encima; pero cada uno mire cómo sobreedifica”. Como en lo
natural no podemos sobreedificar como a nosotros nos place, o como mi teología
lo dice, porque nada nos asegura que lo estemos haciendo bien a menos que
sigamos la plomada que parte del fundamento (podríamos estar haciendo una pared
inclinada, y eso colapsaría, etc.); igualmente en lo Espiritual, no podemos
incorporar a la construcción de la Casa de Dios otro material sino de la misma
naturaleza que el fundamento, Jesucristo, y Él es la Palabra: “En el principio
era el Verbo [Palabra], y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.” (San
Juan 1:1).
En
Colosenses 1:16, el apóstol nos dice:
Porque
en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay
en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean
principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él.
Cuando
Dios creó los cielos y la tierra, el universo, y todo cuanto en ellos hay, lo
visible e invisible, Él lo hizo sobre el fundamento de Cristo y, cada día de la
creación que fue transcurriendo, todo cuanto Él creó fue en Él, Cristo, el
Ungido de Dios, la Imagen del Dios invisible (v. 15); y ese mismo patrón ahora
Él espera se considere en la edificación de la Casa de Dios porque,
temerariamente, hay quienes ponen otro fundamento que el que fue puesto por el
perito arquitecto, el apóstol Pablo: “Porque nadie puede poner
otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo.” Con razón, los
cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de Sus manos,
¿por qué? Porque todo fue hecho en Cristo, el Plano, el Fundamento, la Imagen
del Dios Viviente, la Gloria de Dios.
La
Palabra de Dios expresa el carácter de Dios y, de la misma manera, el carácter
de los Hijos e Hijas de Dios, que es lo que hace que exista comunión entre
ellos.
20 Mas no ruego solamente por éstos,
sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos,
21 para que todos sean uno; como tú, oh
Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el
mundo crea que tú me enviaste.
22 La gloria que me diste, yo les he
dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno.
23 Yo en ellos, y tú en mí, para que
sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que
los has amado a ellos como también a mí me has amado.
San
Juan 17:20-23
Por
consiguiente, la única forma que nos puede garantizar esta unidad entre
hermanos y hermanas de una iglesia cristiana es que nuestro fundamento sea Su
Palabra; y esa es la única forma para ser uno con Él mismo, así como Jesús fue
UNO con Su Padre. ¿Por qué el Señor Jesús fue UNO con el Padre? Porque Él era
la Palabra. La Palabra de Dios es la única forma de ser UNO con Dios; y así el
Edificio, la Casa de Dios se va edificando armoniosamente con todas sus partes
entrelazándose, apoyándose los unos sobre los otros, y todos sobre el
Fundamento, Jesucristo, la Palabra, el carácter de Dios para imitar.
15
sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la
cabeza, esto es, Cristo,
16
de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las
coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro,
recibe su crecimiento para ir edificándose en amor.
Efesios
4:15-16
Comúnmente
se suele decir que “Dios no comparte Su gloria con los hombres” (Isaías 42:8);
pero la compartió con Jesucristo, Hombre; Él es “el resplandor de su
gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con
la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados
por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas”
(Hebreos 1:3). Y esta generación verá la manifestación gloriosa de los Hijos de
Dios (Romanos 8:19-21), manifestando a Dios en Cristo Jesús, la Imagen del Dios
invisible, la gloria de Dios en Hombres y Mujeres predestinados para
manifestarle como Él es, por razón de Su Palabra, por razón del Fundamento,
Jesucristo. Amén.
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