7 Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para
que seáis nueva masa, sin levadura como sois; porque nuestra pascua, que
es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros.
8 Así que celebremos la fiesta, no con la
vieja levadura, ni con la levadura de malicia y de maldad, sino con panes sin
levadura, de sinceridad y de verdad.
1
Corintios 5:7-8
S
|
Elementos para la Cena del Señor o Comunión |
5 El animal será sin defecto, macho de un año;
lo tomaréis de las ovejas o de las cabras.
6 Y lo guardaréis hasta el día catorce de este
mes [abib o nisan], y lo inmolará [degollará] toda la congregación del pueblo
de Israel entre las dos tardes.
Para entender
la expresión “entre las dos tardes”, me remito a una declaración habida en la
web www.fe-biblica.com,
sobre el tema: “La mayoría de los judíos siempre ha considerado “entre las dos
tardes”, como un periodo de tiempo entre la caída del sol después del mediodía
(la primera tarde) hasta la caída del sol para terminar el día (la segunda
tarde). Por esto, hasta la destrucción del Segundo Templo, la gran mayoría de
los judíos observantes sacrificaban la Pascua en la tarde del 14 de abib [hoy
correspondería el 30 de marzo de 2018 – Ed.]; mientras la Cena de Pascua era
comida más tarde en la noche, en el inicio del 15 de abib.”
En
consecuencia, el sacrificio del Señor Jesús, Quién fue el ante-tipo del cordero
que Israel acostumbró inmolar la tarde del 14 de abib, correspondería a la
tarde de este viernes 30 de marzo; cuando Él entregó el Espíritu a Su Padre a
la hora novena (3PM); mientras que la Cena del Señor, que es igualmente el
ante-tipo de la cena que los israelitas acostumbraban, y conforme al cálculo
que advertimos aquí, sería durante la noche del 15 de abib, que corresponde a
la noche de este viernes 30. Entiéndase aquí que, conforme al calendario judío,
el día se contaba desde la puesta de sol (aproximadamente las 6PM) hasta la
siguiente puesta de sol (6PM); mientras que, en occidente, usamos el calendario
gregoriano y astronómico, con un día a partir de la media noche, hasta la
siguiente media noche.
No tenemos
registro en las cartas apostólicas de cuándo deberíamos tomar la Cena del Señor
y, en palabras del Apóstol Pablo, cuando él habla acerca de la Institución de
la Cena del Señor, 1 Corintios 11:23-26, él termina diciendo: “Así, pues, todas
las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor
anunciáis hasta que Él venga.”; y que muchos, en la expresión todas las veces (que es como el Señor Jesús también lo declara en los Evangelios), tienen
diferentes opiniones. Hay iglesias que celebran la Pascua cada fin de mes,
mientras que otros con meses de periodicidad, tres o hasta cuatro veces al año;
y hay iglesias que lo celebran a fin de año, un 31 de diciembre, y
prácticamente ingresando al 1 de enero, como consagrando sus vidas al inicio de
un nuevo año. Sin embargo, ¿por qué no celebrarlo este viernes 30, que
corresponde –justamente- al 15 de abib, día en que los discípulos igualmente,
al lado del Señor, tomaron la primera Cena?
Creo la
declaración del Apóstol Pablo, “porque nuestra
pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros” (1 Corintios 5:7),
¡YA FUE SACRIFICADA!; con lo que quizá el Espíritu Santo, a través del apóstol,
nos quiere decir que, desde entonces (aquel 14 de abib, por la tarde, cuando el
Señor Jesús fue crucificado y muerto por todos nosotros) en adelante, podemos
celebrar y disfrutar de todo el significado que Su cruz, nuestras Pascua, trae,
EN CUALESQUIER MOMENTO, con tal que siempre se haga por la noche, que es el momento
en que el Señor y los discípulos degustaron esta primera Cena, la Cena del
Señor: “Cuando llegó la noche, se sentó a la mesa con los doce.” (Mateo 26:20;
Comp. 1 Corintios 11:23).
La
sangre siempre fue la manera del hombre para acercarse a Dios, aún desde días
de Adán (Génesis 3:21) y, a lo largo de los siglos, el pueblo Dios, entendido
que ésta era la manera de acercarse a Dios, y más aún para rogar por el perdón
de sus pecados, siempre ofreció sacrificio a Jehová Dios; y la sangre
significando que había habido un sacrificio, una víctima, que moría en
sustitución nuestra. Así lo instituyó Dios desde aquel principio, cuando Adán y
su mujer habían pecado y, desde entonces, la descendencia de Dios siempre
ofreció sacrificios, sangre y, en palabras del Hermano Branham, “el adorador
identificándose con su sacrificio” (La Señal), esto es, haciéndose UNO con el
sacrificio que, a los ojos de Dios, era como si el adorador fuera realmente la
víctima, quién realmente estuviera muriendo o muerto, significando –por un
lado- que renegábamos de nuestra naturaleza humana pecaminosa, mientras que
–por otro lado- aceptábamos la muerte del sustituto para –ahora- vivir para
Dios. Ciertamente, y como lo leemos en Hebreos 10:5 y 11, “porque la sangre de
los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados… y ofreciendo
muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados”; sin embargo,
en los siguientes versículos se nos dice algo reconfortante:
12 pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para
siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios,
13 de ahí en adelante esperando hasta que sus
enemigos sean puestos por estrado de sus pies;
14 porque con una sola ofrenda hizo perfectos
para siempre a los santificados.
Hebreos
10:12-14
Cuando Juan
el Bautista apareció en la escena, como aquel profeta que prepararía camino
para el advenimiento del Mesías o Cristo, viendo a Jesús, hizo esta gloriosa exclamación:
¡He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado
del mundo!
Juan
1:29
Oh, y no solo
quitó nuestros pecados, ocultándolos en las profundidades de la mar (Miqueas
7:19), para jamás hacer memoria de éstos (no como algunos lo hacen cuando,
supuestamente perdonando a su prójimo, vuelven a recordarle sus pecados,
avergonzándole; con lo que demuestran que –realmente- nunca han perdonado;
porque son movidos por sus pasiones y no por la fe en la Palabra); siendo que
Jesús fue el sacrificio que verdaderamente satisfizo a Dios, donde Su ira por nuestro
pecado fue consumada y que, como lo dice el escritor, “lo hizo una sola vez y
para siempre” (Hebreos 10:12); la razón de que Él hizo esto por nosotros fue
para llevarnos a Dios (1 Pedro 3:18) y, tanto así, que nos dio de Su Espíritu;
y hoy somos morada del Dios todopoderoso, creador de los cielos y la tierra, y
de todo cuanto en ellos hay; somos morada del Espíritu Santo, del mismísimo Dios;
llevándonos tanto a Él que nos dio el Espíritu Santo.
Luego del
sacrificio de la víctima, un 14 de abib por la tarde, seguían 7 días festivos,
la Celebración de los Panes sin Levadura (del 15 al 21 de abib o nisan), y que
corresponden a las 7 edades de la iglesia (la Plenitud de los Gentiles), a lo
largo de la cual el Señor de la Iglesia, el Señor Jesucristo, se ha manifestado entre los Suyos para mantenerlos en Su perfecta voluntad (Su Palabra) y que, de esta manera, se mantengan celebrando la fiesta, no con la vieja levadura (las tradiciones
y mandamientos de hombres), ni con la levadura de malicia y de maldad
(adulterando la Palabra de Dios), sino con panes sin levadura, de sinceridad y
de verdad. (1 Corintios 5:8); y todo por razón de Cristo Jesús, nuestra Pascua.
La palabra Pascua se traduce del hebreo pecach, que se traduce como pasar por alto; y
ésta es la actitud de Dios respecto de todo hombre y mujer que, sabiéndose
pecador, acepta la Pascua de Dios en Cristo Jesús y la hace suya, por cuanto es
la única forma de Dios para pasar por alto nuestros pecados confesados.
30 Pero Dios, habiendo pasado por alto los
tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que
se arrepientan;
31 por cuanto ha establecido un día en el cual
juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a
todos con haberle levantado de los muertos.
Hechos
17:30-31
Sí, TODOS
HEMOS PECADO y, la gran mayoría, por ignorancia, movidos por sentimientos,
emociones, pasiones y, como bien lo dicen las cartas apostólicas, por demonios;
pero Dios, habiendo pasado por alto o Pascua los tiempos de esta ignorancia,
ahora manda a todos los hombres y mujeres en todo lugar, que se arrepientan, que cambien de mente o actitud respecto a la reprensión con la que Él nos reprende conforme a Su Palabra.
Este viernes
30, en horas de la noche, y que corresponde al 15 de abib o nisan según el calendario judío, y que es el momento en que nuestro Señor Jesús sirvió la Cena a Sus discípulos, para luego ser crucificado y muerto, sería grato hacer memoria de Su grande amor con que Él nos amó,
de Su Pascua por nosotros, tomando la Cena del Señor con toda la dignidad que
nuestra medida de fe y piedad nos lo permitan, mientras confesamos, felices,
nuestras faltas y transgresiones confiando, una vez más, que Él es fiel y justo
para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad (1 Juan 1:9).
Seguidamente, les dejo una imagen (bajada de la web www.branham.org) donde hallarán información para preparar los elementos del PAN y el VINO para la Cena del Señor, que la consideren para, sea en vuestra iglesia local o en vuestros hogares, a la manera como inicialmente lo hicieron los israelitas aquella noche en Egipto, poco antes que la ira de Dios cayera y matara a los primogénitos en las casas donde no había La Leñal de sangre en sus puertas, la degusten haciendo memoria, con acciones de gracias, de la obra de nuestro Señor Jesús en la cruz en favor nuestro.
Seguidamente, les dejo una imagen (bajada de la web www.branham.org) donde hallarán información para preparar los elementos del PAN y el VINO para la Cena del Señor, que la consideren para, sea en vuestra iglesia local o en vuestros hogares, a la manera como inicialmente lo hicieron los israelitas aquella noche en Egipto, poco antes que la ira de Dios cayera y matara a los primogénitos en las casas donde no había La Leñal de sangre en sus puertas, la degusten haciendo memoria, con acciones de gracias, de la obra de nuestro Señor Jesús en la cruz en favor nuestro.
51 Yo soy el pan vivo que descendió del cielo;
si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi
carne, la cual yo daré por la vida del mundo.
52 Entonces los judíos contendían entre sí,
diciendo: ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?
53 Jesús les dijo: De cierto, de cierto os
digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis
vida en vosotros.
54 El que come mi carne y bebe mi sangre,
tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.
55 Porque mi carne es verdadera comida, y mi
sangre es verdadera bebida.
56 El que come mi carne y bebe mi sangre, en
mí permanece, y yo en él.
57 Como me envió el Padre viviente, y yo vivo
por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí.
58 Este es el pan que descendió del cielo; no
como vuestros padres comieron el maná, y murieron; el que come de este pan,
vivirá eternamente.
Juan
6:51-58
¡Celebremos nuestra Pascua,
celebremos a Jesús el Cristo!
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