miércoles, 13 de mayo de 2020

EL PORQUÉ DE LOS CHISTES IRREVERENTES Y BLASFEMOS


Y
a desde mi adolescencia, recuerdo que frecuentaban –por entonces- los chistes tocantes, por ejemplo, a los curas. El cura de la iglesia, por razones diversas (e, inclusivamente, esto lo hallamos en las obras del célebre don Ricardo Palma, en sus Tradiciones Peruanas), tradicionalmente fue objeto de la mofa, el comentario en doble sentido y la caricaturización, ridiculizándolo; y tal ha sido el nivel de la sátira que este personaje despertó que, por último, y sin reparo alguno, sin medir las consecuencias de lo que se hace, vemos que hay chistes que profanan lo santo de Dios, Sus santos y, finalmente, la majestad del mismo Dios.

El bufón, fue notorio sus actuar durante el imperio romano
Recuerdo que, en vez de que el homosexual fuera objeto de nuestra preocupación, éste fue motivo –igualmente- para el chiste, la mofa, el hazme reír (se le acostumbraba tratar de “maricón”, “marica”, etc.); porque lo que se buscaba, a fin de cuentas, era provocar la hilaridad, la carcajada; no importando si, con esto, deshonrábamos la majestad de las personas y, mucho menos, la de Dios.

Hoy hay chistes tocantes, por ejemplo, a predicadores del Evangelio que, por una conducta cuestionable, luego son objeto y comidilla para la sátira, el sarcasmo y la mordacidad. Estos burladores hierran al ignorar que, y como lo profetizó el apóstol Pablo, habrían falsos maestros en los últimos tiempos quienes, sin piedad (temor de Dios), harían mercancía de la fe; lo cual lo vemos hoy en muchas, muchas iglesias que, so pretexto de la ofrenda y el diezmo para Dios; y, prácticamente, como poniéndole un precio a las dádivas o regalos de Dios, éstos piden dinero a quienes asisten a sus reuniones con evidente credulidad y expectativa por alguna recompensa, alguna forma de bienestar a cambio de la ofrenda o diezmo que se da. ¿No es esto lo que la Iglesia Católica hizo durante la edad media con la venta de indulgencias? Pues, entonces, ya sabemos cuál es el origen de todo esto.

Siempre han habido bufones, cómicos y charlatanes y, más exactamente, entre el pueblo gentil que nunca tuvo conocimiento del Dios Santo, entre los paganos (idólatras); y, porque esto sigue sucediendo entre quienes decimos ser cristianos, quizá es señal inequívoca de que muchos, muchos que decimos creer en Dios, realmente no le conozcamos para adorarle tal y como Él espera que le adoremos, rindiéndole todo honor y reverencia.

El apóstol Pablo escribió: “Porque como está escrito, el nombre de Dios es blasfemado entre los gentiles por causa de vosotros.” (Romanos 2:24); y esto es lo que estos perversos y falsos maestros causan con sus malas enseñanzas y malos testimonios; que las gentes, que tampoco conocen a Dios, luego se atrevan a profanar lo santo de Dios: Su Palabra, Su Iglesia o Sus santos, a través del chiste, la burla, el escarnio e, inclusive, ¡llegando a blasfemar contra Dios!

Y esto ya estaba profetizado que sucedería en estos últimos tiempos; tiempos en que, juntamente con las guerras, hambres y terremotos, ahora somos agobiados por pestilencias o epidemias como la del coronavirus que nos está afectando en la actualidad: “sabiendo primero esto, que en los postreros días vendrán burladores, andando según sus propias concupiscencias” (2 Pedro 3:3).

¿Qué es blasfemar?

Es maldecir o decir algo malo contra la majestad de Dios; también es vituperar o escarnecerle. Vituperar es criticar algo o a alguien con dureza; y, escarnecer, es hacer mofa, burla de alguien.

En la Biblia, en el libro de Levíticos, capítulo 24 y versículos del 10 al 23, se nos narra de cómo un hombre blasfemó contra el Nombre de Dios; y que, tras hacérsele juicio, preguntando a Dios, Él determinó que al tal se le matase apedreándosele hasta morir. Ahora, alguien podrá decir que muchos hacen burla de Dios y Su Iglesia (Sus santos) por razón de los malos testimonios, o por lo que fuere pero que, aun así, “no pasa nada”; cierto, nadie ha sido apedreado porque, para tranquilidad de los tales, no estamos bajo la ley; sin embargo, el Dios omnisciente tiene buena memoria; y, en el día del Gran Juicio del Trono Blanco (Apocalipsis 20:11-15), estos irreverentes responderán por sus irreverencias, y serán lanzados al Lago de Fuego, la muerte segunda.

Todos queremos pasar gratos momentos, disfrutarlos; y, como en estos tiempos de coronavirus, entendiendo que la risa es una de las terapias para elevar nuestras defensas para resistirle, bien hacemos en reír; pero, si nos reímos de Dios y todo lo que Él representa (he escuchado y visto chistes que se hacen con relación al Señor Jesús y Sus apóstoles y, lo que es más indignante, usando como recurso para esta mofa Su cruz; cosas que se proyectaron por la radio y la televisión, con la hilaridad de medio mundo), no esperemos sino la más amarga tristeza cuando Él nos juzgue por blasfemos, por irreverentes. El gozo y la hilaridad son componentes naturales de un hombre o mujer saludables, pero que pueden y deben ser provocados por lo sano, por la Verdad, y la Verdad solo lo encontramos en Dios y Su Palabra. El apóstol Pablo escribió:

[El amor] no se goza de la injusticia, más se goza de la Verdad.
1 Corintios 13:6

Y, en los salmos a continuación se dice:

En tu presencia hay plenitud de gozo (16:11)
Me gozaré y alegraré en tu misericordia (31:7)
Entraré al altar de Dios, Al Dios de mi alegría y de mi gozo (43:4)
Se gozarán las hijas de Judá Por tus juicios. (48:11)
Hazme oír gozo y alegría (51:8)
Vuélveme el gozo de tu salvación (51:12)
Se gozará Jacob, y se alegrará Israel. (53:6)
Mas los justos se alegrarán; se gozarán delante de Dios, Y saltarán de alegría. (68:3)
Lo verán los oprimidos, y se gozarán. (69:32)
Por heredad he tomado tus testimonios para siempre, Porque son el gozo de mi corazón. (119:111)

El verdadero gozo es fruto de la obra de Dios en nuestras vidas a través del Espíritu Santo; don que, únicamente, nos es dado mediante la fe de Jesucristo, creyendo en Él.

22 Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe,
23 mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.
(Gálatas 5:22-23)

El rey y profeta David, se hizo esta pregunta en uno de sus salmos:

¿Hasta cuándo, oh Jehová, se gozarán los impíos?
Salmo 94:3

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