n un mundo que está a tono con
la moda (aquello de que “la moda no incomoda”); que, evidentemente, está en
busca de cosas novedosas que lo distingan; porque, si permanecen en lo mismo,
como que sienten estancados, sin proyección, sin vida; y, por lo mismo, y otras
razones que parecerían ser fundamentales (aunque realmente son vanas),
evolucionan en su moda, en su apariencia. Evidentemente, para ellos el clamor
de Yehováh Dios: “Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad
por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis
descanso para vuestra alma. Mas dijeron: No andaremos.” (Jeremías 6.16),
resultaría ridículo, retrógrada, impensable. “¿Preguntar por lo antiguo
habiendo algo moderno, actual? Ni pensarlo.”
Yehováh dio Su ley a Israel y,
a nosotros, la iglesia gentil, además de la ley (porque Dios no ha abrogado Su
ley, Mateo 5.17-20), el cumplimiento de Sus promesas de gloria en Cristo Jesús;
y, si entendiéramos el mensaje de la cruz, en palabras del apóstol Pablo (1
Corintios 1.18), entenderíamos lo importante y necesario de vivir o esforzarnos
en vivir conformes a los mandamientos, instrucciones y promesas de Yehováh
Dios; y, siendo que Él no cambia (Malaquías 3.6; Hebreos 13.8), reconocer que
Sus mandamientos tampoco cambian en el tiempo. Él no está inventando algo nuevo
para sentirse realizado; y, lo que nos ha provisto desde antes a través de Él
mismo (Jesús), Sus apóstoles y profetas, es suficiente para vivir
abundantemente y estar preparados para Su inminente retorno en gloria por una
iglesia santa, sin mancha y sin arroga (Efesios 5.27). ¿Difícil? ¡Imposible!
Pero, con Su ayuda, lo lograremos.
Hoy, por ejemplo, causa
admiración como nuestros jóvenes, y hasta adultos, usan pantalones rotos;
cuando, tiempo atrás esta rotura era sinónimo de pobreza, de andrajo, de
mendicidad y hasta de locura. Hoy, gente se viste con camisas de marca, y con
botones pero, en vez de andar con la camisa abotonada, lo hacen totalmente
desabotonados; luciendo, por así decirlo, el polo o bivirí que llevan por
dentro y, en algunos casos, hasta su desnudez. ¿Por qué esta irracionalidad?
¡Pregúnteselo!
Y, cuando hablamos de retornar
a las sendas antiguas, que aquí nos propone; ¿para qué?, como bien lo leemos en
este mismo versículo: “y hallaréis descanso para vuestra alma”; muchos,
obstinadamente, aprueban continuar igual o, lo que es peor, modernizar la
iglesia; y, tal como lo vemos, a tono con el mundo. ¡Frustrante!
En 1 Juan 2.15-16, el apóstol
y escriba de esta epístola o carta nos dice: “No améis al mundo, ni las cosas
que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en
él.” Así, quién aún ama este mundo o sistema de cosas que reina en el mundo,
claramente está demostrando no comprender el amor de Dios, como Él mostró Su
amor a través de Jesús. Luego, en el capítulo 4 y verso 19 de esta misma
epístola o carta, el apóstol agrega: “Nosotros le amamos a él, porque él nos
amó primero.” Así, si alguno ama a Dios, si alguno ama a Jesucristo,
necesariamente será porque -primero- comprendió Su amor por nosotros, los
pecadores; y, “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo
unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”
(Juan 3.16) será su cántico, su alabanza en el corazón, en un corazón
evidentemente agradecido.
Sí, esta exhortación es para
la iglesia, no es para el mundo (el mundo seguirá igual, y peor); y, si usted
que es cristiano o cristiana está dispuesto a volver a las sendas antiguas, al
buen camino, donde nos es prometido que hallaremos descanso para nuestras
almas, y ese Camino es Jesús (Juan 14.6; Mateo 11.28-29), entonces considere
Hechos 2.38-39; porque, allá en el principio de la Iglesia, todo creyente que
se reconoció como pecador, y reconoció a Jesús como su Salvador, tan luego se
arrepintió de su pecado, éste fue bautizado en las aguas en el nombre de
Jesucristo, no en el nombre de ‘Padre, Hijo y Espíritu Santo’; y, como lo
leemos en el verso 39, “y recibiréis el don del Espíritu Santo.” La presencia
del Dios eterno, que un tiempo habitó en una tienda y, después, en el templo
que Salomón Le edificó, ahora está morando en templos de carne humana, en
nuestros cuerpos siendo nuestro Consolador, guiándonos a toda verdad, a toda
justicia para ya no más pecar (por lo menos, ya no deleitarnos en el pecado),
no ignorante y neciamente, para cosechar Sus bendiciones, santificándonos en la
fe hasta Su bendito retorno. Ya no hay frustración sino ¡REPOSO, DESCANSO! ¡Halleluyah!
¿Anhelas retornar a la senda o
camino antiguo que, como lo leemos, es ‘el buen camino’? Entonces, cree en
Jesucristo, ‘el Camino, la Verdad y la Vida [Eterna]’, y serás salvo tú y toda
tu casa (Hechos 16.31); y, cuando lo hayas aceptado, reclama a tu pastor o
maestro, evangelista, apóstol o profeta, que te bautice invocando el nombre de
Jesucristo, no una trinidad, la Senda o Camino Antiguo.
¡Shalom!
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