Y dio a luz a su hijo primogénito,
y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para
ellos en el mesón.
Esto os servirá
de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre.
Lucas 2:7 y 12
Por el registro en este pasaje de Lucas, capítulo 2, podemos concluir que el Señor -efectivamente- nació en horas de la noche. ¿Por qué? En Lucas 2:11, se dice: “os ha nacido hoy”; así, siendo que el ángel del Señor visitó a los pastores durante “las vigilias de la noche”, y siendo que en tiempos bíblicos el día empezaba con la noche, tras el ocultamiento del sol, ese “hoy” nos establece durante esa noche que empezaría, según nuestro horario, aproximadamente a partir de las 6 o 6:30 pm. Ahora, no se dice en qué hora habría sido el nacimiento, natividad o navidad pero, si Él nació a la media noche, como tradicionalmente se reconoce, eso habría significado, sin lugar a dudas, que Él nació en el momento más oscuro de nuestra corrompida humanidad, y bendigo a Jehová Dios por eso.
Recordemos que, tanto
María como José, ambos tuvieron que trasladarse de Nazareth hasta Belén, la
ciudad de David; no porque ellos lo quisieran pero, y tal como lo leemos al
comienzo de este capítulo, porque fueron obligados por edicto o decreto de
Augusto César para, como suelen hacerse en los censos de hoy, saber la cantidad
de habitantes en la región dominada por Roma para efectos de los tributos y
otras acciones de estado. Así, aun cuando ellos hubieran preferido permanecer cómodos
en Nazareth, donde ellos residían para un alumbramiento sin mayores apremios o
complicaciones, este decreto o edicto los obligó a trasladarse hasta Belén de
Judá para, y de esta manera, cumplir con el decreto de Jehová Dios porque,
cientos de años antes, Él había decretado que el Cristo nacería en Belén, como
Mateo lo recuerda en Mateo 2:6:
Y tú, Belén, de
la tierra de Judá,
No eres la más
pequeña entre los príncipes de Judá;
Porque de ti
saldrá un guiador,
Que
apacentará a mi pueblo Israel.
Así, no se desalienten
si son perturbados en alguna manera, si algo llegara a afectar vuestra
tranquilidad o paz porque, muy probablemente, es Jehová Dios quién está obrando
para Sus eternos propósitos, Su gloria y, sin lugar a dudas, para nuestro bien.
En el v. 7 de este
evangelio según Lucas 2, se nos dice:
Y dio a luz a su hijo primogénito,
y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar
para ellos en el mesón.
¿Por qué lo acostó en
un pesebre? –“Porque no había lugar para ellos en el mesón.”
En el evangelio según
Mateo, capítulo 2, cuando magos vinieron desde el oriente para adorar y servir al
Niño, ellos preguntaron: “¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido?” Y,
paradójicamente, aquí en Lucas 2 se registra que ni hubo lugar para este Rey de
los judíos, el Rey del mundo, en el mesón, posada u hospedería; y que, no
habiendo otro lugar conveniente dónde acostar al Rey recién nacido, María y
José resolvieron en acostarlo en un pesebre; comúnmente, un comedero de los
animales domésticos.
Y ya en horas de la noche
de ese mismo día [recuerden que, en el horario bíblico, el día empieza con
noche u obscuridad y termina con día o claridad], se narra que un ángel se
apareció a unos pastores que, en medio de las vigilias de la noche, cuidaban a
sus rebaños. Ellos, ante tal inusual manifestación, rodeados del resplandor de
la gloria de Jehová Dios, como es natural temieron pero, y acto seguido, el
ángel los tranquilizó declarándoles:
No
temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el
pueblo: que os ha nacido hoy,
en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor.
Saben, éste es el
sentido del ‘evangelio de Dios’. La expresión ‘evangelio’ proviene del griego εὐαγγέλιον
que se traduce como euangelión y que, fundamentalmente, significa ‘Buena
noticia’ o ‘Nuevas’ como reza en la cita bíblica. Así, todas las veces que
ustedes lean en la sección de la Biblia llamada ‘Nuevo Testamento, la expresión
‘evangelio’, entiendan por evangelio una ‘buena noticia’, y que Jehová
Dios nos ha dado una buena noticia con el advenimiento de Jesucristo. En
definitiva, y en palabras del apóstol Pablo, Jesús es el Evangelio, la buena
noticia de parte de nuestro bendito Dios (Romanos 1:1-3).
Y, seguidamente, el
ángel les dio instrucción para reconocer al nacido Salvador:
Esto os servirá
de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre.
Lucas 2:12
¿Ahora, por qué el niño
“acostado en un pesebre” sería señal para los pastores?
En principio, se dice
que el niño estaba envuelto en pañales, pero eso no sería una señal, porque
natural o normal es que un niño, tan luego nace, sea envuelto en pañales. Estudiosos
concluyen que el Señor bien pudo haber nacido entre setiembre y octubre de ese
año (hasta hoy sigue en misterio el día de Su nacimiento) y, aún cuando todavía
no era invierno, temporada de lluvias y nevada, que es durante el mes de
diciembre, es probable que el tiempo exigía abrigar igualmente a un niño y,
más, a un recién nacido pero, en definitiva, esa no sería la señal para los
pastores, sino que hallarían al niño acostado en un pesebre.
Aquí también surge una
interrogante, cuando nos referimos al ‘pesebre’ porque, en el evangelio según
Lucas 2, se entiende por ‘pesebre’ el comedero de los animales domésticos;
mientras que, en citas del Antiguo Testamento, como un ámbito o ambiente dentro
de la casa de un propietario destinado para el cuidado de los animales
domésticos. Por ejemplo, tenemos una tía en Cajabamba, y ella cría cuyes y, a
diferencia de otros que teniendo mejores o mayores recursos destinan otro
ambiente, y hasta independiente, para cuidar allí sus animales, tía Genoveva
los tiene en el ambiente de su cocina, por debajo de su cocina a leña donde,
tan pronto ella ingresa para la preparación de sus alimentos, a leña (aunque
entiendo que, a su edad, lo hace una empleada), ella atiende igualmente a sus
cuyes.
Así, por cuanto José y
María no hallaron lugar en el mesón u hospicio para hospedarse, probable fueron
orientados para ir a una de las casas, a una de las familias que, aún en su
pobreza, les ofreció la parte trasera de su vivienda, el pesebre o establo,
donde nació nuestro bendito Señor Jesús, nuestro Salvador y Rey.
Así, para los pastores
esta sería una señal importante porque, siendo pastores, ellos estaban
familiarizados con el cuidado de -inclusive- ovejas; y, que el Niño naciera y
fuera acostado en un pesebre o establo, les permitía a ellos a reconocer que el
Niño era el Cordero de Dios, provisto por Dios para nuestra salvación.
En efecto, Belén está
al sur-este de Jerusalén y, muy probable, desde aquí se proveía al templo en
Jerusalén los corderos que, diariamente, eran sacrificados en el llamado ‘Sacrificio
continuo’, a las 9 am y 3 pm, y días de fiestas solemnes y, como la ley exigía
que los corderos a sacrificarse (igualmente cabras y vacas alazanas) deberían
ser sin defecto, fieles a este requisito, muy seguramente cuidaban de alimentar
debida y cuidadosamente a sus rebaños, que nada afectara su desarrollo, porque
de ello dependía -inclusive- que el Sumo Sacerdote entrara con éxito al llamado
‘Lugar Santísimo’ en representación del pueblo.
¿Saben? Hoy el Sumo Sacerdote
es nuestro Señor Jesús; y Él no solo ha entrado al ‘Lugar Santísimo’ por
nosotros, a la presencia del Padre, sino que allí permanece para siempre para
interceder por nosotros, por nuestras oraciones y total cuidado.
Así, cuando los
pastores vieron que el Niño, el Salvador del mundo estaba acostado en el
pesebre de esta casa o vivienda, muy seguramente ellos asociaron a este Niño,
el Salvador, con el Cordero de quién Jehová Dios da cuenta en Isaías 53:7:
Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como
cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores,
enmudeció, y no abrió su boca.
Sin duda, ellos vieron la Salvación de
Israel, y del mundo, en la persona de Jesús, Yeshúa, Yehováh Yoshía o Yehováh
Salva, porque Él, y solo Él, estaba capacitado para llevar con éxito nuestros
pecados, volvernos a Dios y darnos vida eterna.
Y al verlo, dieron a conocer lo que se
les había dicho acerca del niño. Y todos los que oyeron, se
maravillaron de lo que los pastores les decían.
Lucas 2:17
Yo también estoy
maravillado de esta bendita gracia que Jehová Dios nos ha concedido en la
persona de Su Hijo, Su unigénito Hijo, Jesús.
Y si tú has
creído este evangelio o buena noticia, eres bienaventurado o
bendito y, a no dudarlo, celebrarás, con todos los que ya hemos aceptado el
Regalo de Dios, la Navidad, Natividad o Nacimiento de Jesús, el Salvador del
mundo.
¡Halleluyah!
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