domingo, 22 de diciembre de 2024

ACOSTADO EN UN PESEBRE

Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón.

Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre. 

Lucas 2:7 y 12


Por el registro en este pasaje de Lucas, capítulo 2, podemos concluir que el Señor -efectivamente- nació en horas de la noche. ¿Por qué? En Lucas 2:11, se dice: “os ha nacido hoy”; así, siendo que el ángel del Señor visitó a los pastores durante “las vigilias de la noche”, y siendo que en tiempos bíblicos el día empezaba con la noche, tras el ocultamiento del sol, ese “hoy” nos establece durante esa noche que empezaría, según nuestro horario, aproximadamente a partir de las 6 o 6:30 pm. Ahora, no se dice en qué hora habría sido el nacimiento, natividad o navidad pero, si Él nació a la media noche, como tradicionalmente se reconoce, eso habría significado, sin lugar a dudas, que Él nació en el momento más oscuro de nuestra corrompida humanidad, y bendigo a Jehová Dios por eso.

Recordemos que, tanto María como José, ambos tuvieron que trasladarse de Nazareth hasta Belén, la ciudad de David; no porque ellos lo quisieran pero, y tal como lo leemos al comienzo de este capítulo, porque fueron obligados por edicto o decreto de Augusto César para, como suelen hacerse en los censos de hoy, saber la cantidad de habitantes en la región dominada por Roma para efectos de los tributos y otras acciones de estado. Así, aun cuando ellos hubieran preferido permanecer cómodos en Nazareth, donde ellos residían para un alumbramiento sin mayores apremios o complicaciones, este decreto o edicto los obligó a trasladarse hasta Belén de Judá para, y de esta manera, cumplir con el decreto de Jehová Dios porque, cientos de años antes, Él había decretado que el Cristo nacería en Belén, como Mateo lo recuerda en Mateo 2:6:

Y tú, Belén, de la tierra de Judá,

No eres la más pequeña entre los príncipes de Judá;

Porque de ti saldrá un guiador,

Que apacentará a mi pueblo Israel.

Así, no se desalienten si son perturbados en alguna manera, si algo llegara a afectar vuestra tranquilidad o paz porque, muy probablemente, es Jehová Dios quién está obrando para Sus eternos propósitos, Su gloria y, sin lugar a dudas, para nuestro bien.

En el v. 7 de este evangelio según Lucas 2, se nos dice:

Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón.

¿Por qué lo acostó en un pesebre? –“Porque no había lugar para ellos en el mesón.”

En el evangelio según Mateo, capítulo 2, cuando magos vinieron desde el oriente para adorar y servir al Niño, ellos preguntaron: “¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido?” Y, paradójicamente, aquí en Lucas 2 se registra que ni hubo lugar para este Rey de los judíos, el Rey del mundo, en el mesón, posada u hospedería; y que, no habiendo otro lugar conveniente dónde acostar al Rey recién nacido, María y José resolvieron en acostarlo en un pesebre; comúnmente, un comedero de los animales domésticos.

Y ya en horas de la noche de ese mismo día [recuerden que, en el horario bíblico, el día empieza con noche u obscuridad y termina con día o claridad], se narra que un ángel se apareció a unos pastores que, en medio de las vigilias de la noche, cuidaban a sus rebaños. Ellos, ante tal inusual manifestación, rodeados del resplandor de la gloria de Jehová Dios, como es natural temieron pero, y acto seguido, el ángel los tranquilizó declarándoles:

No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor.

Saben, éste es el sentido del ‘evangelio de Dios’. La expresión ‘evangelio’ proviene del griego εαγγέλιον que se traduce como euangelión y que, fundamentalmente, significa ‘Buena noticia’ o ‘Nuevas’ como reza en la cita bíblica. Así, todas las veces que ustedes lean en la sección de la Biblia llamada ‘Nuevo Testamento, la expresión ‘evangelio’, entiendan por evangelio una ‘buena noticia’, y que Jehová Dios nos ha dado una buena noticia con el advenimiento de Jesucristo. En definitiva, y en palabras del apóstol Pablo, Jesús es el Evangelio, la buena noticia de parte de nuestro bendito Dios (Romanos 1:1-3).

Y, seguidamente, el ángel les dio instrucción para reconocer al nacido Salvador:

Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre. 

Lucas 2:12

¿Ahora, por qué el niño “acostado en un pesebre” sería señal para los pastores?

En principio, se dice que el niño estaba envuelto en pañales, pero eso no sería una señal, porque natural o normal es que un niño, tan luego nace, sea envuelto en pañales. Estudiosos concluyen que el Señor bien pudo haber nacido entre setiembre y octubre de ese año (hasta hoy sigue en misterio el día de Su nacimiento) y, aún cuando todavía no era invierno, temporada de lluvias y nevada, que es durante el mes de diciembre, es probable que el tiempo exigía abrigar igualmente a un niño y, más, a un recién nacido pero, en definitiva, esa no sería la señal para los pastores, sino que hallarían al niño acostado en un pesebre.

Aquí también surge una interrogante, cuando nos referimos al ‘pesebre’ porque, en el evangelio según Lucas 2, se entiende por ‘pesebre’ el comedero de los animales domésticos; mientras que, en citas del Antiguo Testamento, como un ámbito o ambiente dentro de la casa de un propietario destinado para el cuidado de los animales domésticos. Por ejemplo, tenemos una tía en Cajabamba, y ella cría cuyes y, a diferencia de otros que teniendo mejores o mayores recursos destinan otro ambiente, y hasta independiente, para cuidar allí sus animales, tía Genoveva los tiene en el ambiente de su cocina, por debajo de su cocina a leña donde, tan pronto ella ingresa para la preparación de sus alimentos, a leña (aunque entiendo que, a su edad, lo hace una empleada), ella atiende igualmente a sus cuyes.

Así, por cuanto José y María no hallaron lugar en el mesón u hospicio para hospedarse, probable fueron orientados para ir a una de las casas, a una de las familias que, aún en su pobreza, les ofreció la parte trasera de su vivienda, el pesebre o establo, donde nació nuestro bendito Señor Jesús, nuestro Salvador y Rey.

Así, para los pastores esta sería una señal importante porque, siendo pastores, ellos estaban familiarizados con el cuidado de -inclusive- ovejas; y, que el Niño naciera y fuera acostado en un pesebre o establo, les permitía a ellos a reconocer que el Niño era el Cordero de Dios, provisto por Dios para nuestra salvación.

En efecto, Belén está al sur-este de Jerusalén y, muy probable, desde aquí se proveía al templo en Jerusalén los corderos que, diariamente, eran sacrificados en el llamado ‘Sacrificio continuo’, a las 9 am y 3 pm, y días de fiestas solemnes y, como la ley exigía que los corderos a sacrificarse (igualmente cabras y vacas alazanas) deberían ser sin defecto, fieles a este requisito, muy seguramente cuidaban de alimentar debida y cuidadosamente a sus rebaños, que nada afectara su desarrollo, porque de ello dependía -inclusive- que el Sumo Sacerdote entrara con éxito al llamado ‘Lugar Santísimo’ en representación del pueblo.

¿Saben? Hoy el Sumo Sacerdote es nuestro Señor Jesús; y Él no solo ha entrado al ‘Lugar Santísimo’ por nosotros, a la presencia del Padre, sino que allí permanece para siempre para interceder por nosotros, por nuestras oraciones y total cuidado.

Así, cuando los pastores vieron que el Niño, el Salvador del mundo estaba acostado en el pesebre de esta casa o vivienda, muy seguramente ellos asociaron a este Niño, el Salvador, con el Cordero de quién Jehová Dios da cuenta en Isaías 53:7:

Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca.

Sin duda, ellos vieron la Salvación de Israel, y del mundo, en la persona de Jesús, Yeshúa, Yehováh Yoshía o Yehováh Salva, porque Él, y solo Él, estaba capacitado para llevar con éxito nuestros pecados, volvernos a Dios y darnos vida eterna.

Y al verlo, dieron a conocer lo que se les había dicho acerca del niño. Y todos los que oyeron, se maravillaron de lo que los pastores les decían.

Lucas 2:17

Yo también estoy maravillado de esta bendita gracia que Jehová Dios nos ha concedido en la persona de Su Hijo, Su unigénito Hijo, Jesús.

Y si tú has creído este evangelio o buena noticia, eres bienaventurado o bendito y, a no dudarlo, celebrarás, con todos los que ya hemos aceptado el Regalo de Dios, la Navidad, Natividad o Nacimiento de Jesús, el Salvador del mundo.

¡Halleluyah! 

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