sábado, 30 de noviembre de 2019

EL SEÑOR JESÚS ES MI PATRÓN [testimonio de un sueño]


H
oy me levanté y tuve un sueño. No acostumbro tener sueños; los tuve en mis primeros años de cuando vine a Dios (de esto ya 38 años atrás, a mis 30 años de edad) pero, para ser honesto, pido sueños por aquello de que “y vuestros ancianos soñarán sueños”, esperando ser instruido, aclarado, corregido y reprendido; en definitiva, edificado a través de este medio auxiliar de los sueños. El sueño fue así:

"Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo" (Romanos 6:4a)
Íbamos con el Hermano Carlos Alva, pastor en la iglesia local donde congrego, y otros hermanos y hermanas (estaba en el grupo su esposa, Hermana Roxana); y como que íbamos buscando algo, quizá un lugar en particular; y, al rato, ya nos encontrábamos dentro del local de una iglesia y, sentados, al rato ya estaba entre nosotros una hermana y, por su parloteo, al parecer de alguna denominación, criticando. Al rato, la hermana ya estaba derramando agua sobre la cabeza de nuestro Hermano Carlos, ante la mirada de todos, sin comprender el por qué, salvo que parecía ministrarle mediante algún don (ustedes saben, mujer tipifica a una iglesia, según nos lo enseñó el profeta); y, al rato, la hermana se dirigió hacia mí, mientras yo tenía entre manos lo que parecía ser un compendio de sermones del Hermano Branham, anillados en páginas tamaño A4; y, como quiera que me vio leyendo, me dijo: “Estás leyendo a tu patrón, William Branham”; y, en mi sueño, respondí: “No, cuando fui bautizado, yo fui bautizado invocando el Nombre del Señor Jesús; no el Nombre de Padre, Hijo y Espíritu Santo; pero en el Nombre del Señor Jesús; y Él es mi Patrón.” En efecto, el bautismo es una confesión de que aceptamos o creemos la obra del Señor Jesús en el calvario; que creemos que Él murió, fue enterrado y resucitado por nosotros; y que, por consiguiente, nosotros estamos igualmente muertos, enterrados y resucitados en Él (Romanos 6:3-4); y que, por cuanto Él pagó con Su preciosa Sangre para redimirnos (como reza el himno Sublime Gracia: “Y me compró mi salvación allá en la cruz”), es por eso que somos Su propiedad y responsabilidad; Él es nuestro dueño (Hechos 20:28; 1 Corintios 6:20; 7:23).

Mañana hay bautismo en nuestra iglesia, hasta donde entiendo 3 candidatos que confesarán el Nombre de Jesús en el bautismo; y, durante el servicio dominical, espero compartir este sueño para alentarlos. Oren por ellos, por favor. Shalom.

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