viernes, 23 de febrero de 2024

LOS ANCIANOS EN LA IGLESIA

E

n Hechos 20.17, se relata cómo el Apóstol Pablo “hizo llamar a los ancianos de la iglesia” que estaba en Éfeso; y, en el versículo 28 de este mismo capítulo, el apóstol reconoce a estos ancianos como “obispos” o “supervisores”:

Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre.


Y es evidente que, de entre estos ancianos, el Señor constituyó el ministerio quíntuple del que el apóstol habla en Efesios 4.11-13:

11 Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, 12 a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, 13 hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo;

Porque, también, en 1 Timoteo 5.17 el apóstol hace este reconocimiento entre los ancianos, “mayormente los que trabajan en predicar y enseñar.”

Así, la iglesia que el Apóstol Pablo ordenó por el Espíritu en los días de su ministerio, estuvo constituido por ancianos empoderados o reconocidos ante la iglesia para ocuparse del ministerio quíntuple, para la edificación del Cuerpo de Cristo. Este orden difícilmente se ve en las iglesias de hoy y, por lo mismo, es que muchas de las iglesias están gobernadas y hasta dominadas -prácticamente- por hombres que, sin el celo, temor y el amor de Dios, obran impíamente para introducir herejías y blasfemias tal y como el apóstol lo predijo o profetizó sucedería después de su partida.

Esto me recuerda cuando, en días de Roboam, hijo de Salomón y rey sobre Israel, éste pidió consejo a los ancianos que habían estado delante de su padre; pero que después, y despreciando el consejo de estos ancianos, “tomó consejo con los jóvenes que se habían criado con él, y que estaban a su servicio.” (2 Crónicas 10.8); y que, por este consejo, es que el reino de Israel se fracturó.

No niego que el joven también está en capacidad para ser ayuda en la iglesia porque, en días de nuestro apóstol, él reconoció como parte del ministerio quíntuple a Timoteo, un joven. ¿Sería el caso de Timoteo (o Tito) una excepción a la regla del Espíritu en Hechos 20.28? No, porque la misma expresión Griega πρεσβύτης (presbútes), que se traduce como “anciano”, también se traduce como “antiguo”; y, en ese sentido, por lo menos de Timoteo se sabe que, desde niño, conocía las Escrituras (2 Timoteo 3.15); por lo que él no fue nobel o neófito para, según se lee de él, ocupar un cargo de liderazgo y enseñanza en la iglesia en Éfeso; motivo por lo cual, en 1 Timoteo 4.12-13, leemos:

12 Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza. 13 Entre tanto que voy, ocúpate en la lectura, la exhortación y la enseñanza.

Y, efectivamente, en 1 Timoteo 3.1-7, el apóstol estableció los requisitos para el obispado:

Palabra fiel: Si alguno anhela obispado, buena obra desea. 2 Pero es necesario que el obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar; 3 no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, sino amable, apacible, no avaro; 4 que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad 5 (pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?); 6 no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 7 También es necesario que tenga buen testimonio de los de afuera, para que no caiga en descrédito y en lazo del diablo.

Y, lo mismo o adicionalmente, en Tito 1.5-9; y 2.2:

5 Por esta causa te dejé en Creta, para que corrigieses lo deficiente, y establecieses ancianos en cada ciudad, así como yo te mandé; 6 el que fuere irreprensible, marido de una sola mujer, y tenga hijos creyentes que no estén acusados de disolución ni de rebeldía. 7 Porque es necesario que el obispo sea irreprensible, como administrador de Dios; no soberbio, no iracundo, no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, 8 sino hospedador, amante de lo bueno, sobrio, justo, santo, dueño de sí mismo, 9 retenedor de la palabra fiel tal como ha sido enseñada, para que también pueda exhortar con sana enseñanza y convencer a los que contradicen.

Que los ancianos sean sobrios, serios, prudentes, sanos en la fe, en el amor, en la paciencia.

Seguidamente, inserto el enlace de tres enseñanzas sobre el rol de los ancianos del Pastor Barry Cooper, pastor docente asociado en Christ Community Church en Daytona Beach, Florida, y colaborador del Ministerio Ligonier:

Los ancianos:

https://elfundamentojesucristo.blogspot.com/2023/07/los-ancianos.html

Los ancianos para la iglesia:

https://elfundamentojesucristo.blogspot.com/2023/07/los-ancianos-para-la-iglesia.html

Por qué es importante que una iglesia:

https://elfundamentojesucristo.blogspot.com/2023/07/por-que-es-importante-que-una-iglesia.html



jueves, 8 de febrero de 2024

¿ESTÁN VIGENTES LOS MILAGROS Y LAS SANIDADES?

E

n la actualidad, hay mucha controversia sobre si Dios sigue obrando milagros y sanidades; atribuyendo, muchos teólogos, esta manifestación del Espíritu Santo única y exclusivamente al tiempo de los apóstoles, durante el I siglo de la Iglesia.


Sin embargo, un sencillo repaso por las Escrituras, específicamente del Nuevo Testamento, nos permiten creer que esta manifestación está vigente y que, para que esto se manifieste en nuestros medios, en cualesquier iglesia local cristiana y llena del Espíritu Santo, bastará con tan solo creer en esta posibilidad, que Dios quiere seguir manifestándose en poder como sucedió en el I siglo de la Iglesia, porque hay fundamento suficiente Escritural para creerlo.

En principio, inclusive durante el ministerio de nuestro Señor Yeshúa (Jesús en el idioma hebreo), hubo un hombre que creyó en la autoridad del nombre del Señor y, AUN NO SIENDO UNO DE LOS APÓSTOLES, fue visto echando fuera demonios en el nombre de Yeshúa (Marcos 9.38-39; Lucas 9.49-50); lo que, definitivamente, debería ayudarnos a concluir que estas manifestaciones de poder: milagros y sanidades, no fueron exclusivamente para los apóstoles y, tanto así que, en el tratado de Los Hechos, vemos a dos diáconos, Esteban y Felipe (después, evangelistas) que, llenos de gracia y poder, obraron grandes prodigios y señales entre el pueblo (Hechos 6.8; 8.5-8); por lo que, con estos dos testimonios, podríamos concluir que la gracia de las manifestaciones de poder en milagros y sanidades NO fueron exclusivamente para los apóstoles; aun cuando, ciertamente, ellos lo manifestaron para, en palabras del apóstol Pablo, “vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.” (1 Corintios 2.4-5).

En la actualidad estamos viviendo el Reino de Dios y, si este poder es superior al del enemigo de nuestras almas, Satanás, entonces necesitamos poder de Dios. En Mateo 12.28, el Señor Jesús dijo:

Pero si Yo por el Espíritu de Dios echo fuera demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios.

En Lucas 24.49, poco antes de ascender al Cielo, el Señor dijo:

He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder [dynamis] desde lo alto.

Y, en Hechos 1.8, se confirma esta gloriosa declaración:

Pero recibiréis poder [dynamis] cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra.

Así, la presencia de Dios en Su Iglesia manifestará poder. Cierto, la presencia del Espíritu Sato tiene por virtud elemental nuestra consolación, guiarnos a toda verdad, fortalecernos o edificarnos mediante el conocimiento de Su Palabra pero, y porque NO hay indicios para creer lo contrario, también para manifestar poder en y a través de Su Iglesia. Los apóstoles ya no están con nosotros, por gracia de Dios tenemos el registro de los evangelios (Mateo, Marcos, Lucas y Juan), el tratado de los Hechos, cartas apostólicas y el Apocalipsis o Revelación para conocer a Dios y Su programa de redención hasta Su segunda venida en gloria y nuestra reunión con Él; pero, si Dios está con nosotros, ¿dónde están Sus maravillas? (Jueces 6.13).

En Gálatas 3.5, el apóstol escribió:

Aquel, pues, que os suministra el Espíritu, y hace maravillas entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la ley o por el oír con fe?

Y aquí la expresión “maravillas” se traduce del mismo sustantivo griego “dynamis”, que se traduce como “poder”. El apóstol está reconociendo que, en esta iglesia en Galicia, había la manifestación de poder, que Dios obraba maravillas aun en su ausencia; ¿por qué? Porque creyeron la gracia de Dios, la dotación y bendición de Dios para obrar prodigios en el nombre de Jesús.

En el siglo XX, Dios levantó un profeta y evangelista con dotación de poder, el hermano William M. Branham; y él cuenta que, en su iglesia local, los hermanos oraron por un muerto y que éste resucitó. Muy seguramente, ellos esperarían por el profeta pero, ante la angustia de los familiares, posible esto los movió a orar por la situación, y Dios obró este milagro.

En Juan 11, cuando Jesús vino a casa de las hermanas de Lázaro, para resucitarle, Él dijo estas gloriosas palabras:

¿No te he dicho que, si crees, verás la gloria de Dios?

Juan 11.40

En 1 Corintios 12.9-10 se nos dice de las manifestaciones del Espíritu Santo en milagros y sanidades:

a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu. 10 A otro, el hacer milagros [dynamis = poder]; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas.

Y, en el v.28, igualmente:

Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros LUEGO LOS QUE HACEN MILAGROS [dynamis = poder], DESPUÉS LOS QUE SANAN, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas.

Cierto, en 1 Corintios 14, el apóstol enseña que la ciencia y las profecías terminarían, cuando lo perfecto o completo sea consumado; pero, EN NINGÚN MOMENTO él dijo que los milagros y sanidades tendrían fin; y, si éstos dejaron de manifestarse fue, definitivamente, porque incredulidad entró en la Iglesia tal y como el apóstol dijo que sucedería luego de su partida en Hechos 20.29-30:

29 Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. 30 Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos.

Pero, ¡Gracias a Dios!, Él prometió restauración en Su Iglesia, y lo único que necesitamos es creer.

En Efesios 1.3, el apóstol escribió:

Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo,

Y lo único que tenemos que hacer es creer Sus bendiciones, leerlas y creerlas, no dudarlas, y tampoco no interpretarlas con nuestras teologías, aunque algunas tienen algo de virtud o justicia.

Estamos próximos para ver el acontecimiento más glorioso que jamás haya habido a lo largo de la historia de la humanidad y, si Yehováh Dios nos permite vivir para ese tiempo (yo creo que será a partir del año 2030), veremos los santos y santas de todos los tiempos resucitar en cuerpos gloriosos, completamente jóvenes y, nosotros, los que estaremos vivos, seremos igualmente transformados en cuerpos gloriosos, tan gloriosos como la gloria del Señor Jesús; que, si no creemos en milagros y sanidades por el Espíritu Santo, pueda que nos perdamos y no participemos de tan glorioso milagro de Dios, la resurrección de los muertos, la transformación de nuestros cuerpos, y nuestra bendita reunión con Él, para estar con Él por siempre. ¡Halleluyah!

¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?

Juan 11.40

¡Paz!


viernes, 2 de febrero de 2024

LOS TATUAJES

C

on respecto a los tatuajes, Yehováh Dios dijo a Moisés en Levítico 19:28: “No harán incisiones en sus cuerpos a causa de algún difunto ni grabarán tatuajes sobre ustedes. Yo, el SEÑOR.” (RVA 2015).



Basándonos en esta Escritura, y en otras dos razones, creemos que los tatuajes están prohibidos para judíos y cristianos. Primero, los tatuajes nunca son ordenados ni aprobados en el Nuevo Testamento. En segundo lugar, el patrón de nuestro Santo Dios es que los humanos no perforemos, marquemos ni cortemos nuestro cuerpo de ninguna manera, ya que los tatuajes marcan permanentemente la piel.

La Biblia da múltiples ejemplos de paganos que se cortaron el cuerpo debido a posesión demoníaca. Primero, los profetas de Baal se cortaron en vano en los días del profeta Elías pensando que sus falsos dioses escucharían sus peticiones (1 Reyes 18:24-29). En segundo lugar, se sabía que el maníaco de Gádara, que estaba poseído por una legión de demonios, se cortaba con piedras (Marcos 5:2-5). Cuando una persona intencionalmente corta o mutila su propio cuerpo hoy en día, es una clara señal de posesión demoníaca y el individuo debe arrepentirse y buscar la liberación a través de la sangre de Jesucristo. El deseo de un tatuaje entonces parecería provenir de una forma menor de influencia demoníaca, ya que el Espíritu Santo no nos llevará a contaminar nuestros cuerpos, y menos si se es cristiano siendo que, a la luz de la Palabra, somos templo del Espíritu Santo.

Los cristianos que ya tienen tatuajes y sienten la convicción de su error primero deben arrepentirse y prometer no volver a tener otra marca en su cuerpo. Sin embargo, los creyentes no deberían sentirse presionados a quitarse sus viejos tatuajes, ya que Dios es rápido en perdonar y dispuesto a perdonar los pecados. En cambio, el creyente debe intentar tapar sus tatuajes si es posible, especialmente si las imágenes son inmorales o malvadas.

En conclusión, espero que estos testigos bíblicos le hayan demostrado la perfecta voluntad de Dios sobre los tatuajes. Si tiene alguna pregunta sobre las Escrituras a las que hemos hecho referencia, comuníquese con nosotros.

________________________________________

Traducido del tratado Joyas y Tatuajes, del pastor Jesse R. Smith, Bride of Christ Ohio, Akron, Ohio, USA. Dirección e-mail: jesse.smith11@sbcglobal.net

jueves, 1 de febrero de 2024

A LOS AMIGOS CATÓLICOS

R

ecientemente, un amigo publicó aquí lo que sería una crítica contra los Protestantes-Evangélicos que, según él, odiamos a María, la madre del Señor Jesús, y que seríamos una organización que nace 1,500 años después de que el Señor Jesús empoderó Su iglesia con el infinito privilegio de tenerle en la forma del Espíritu Santo de la promesa. Una Iglesia vivificada con Su presencia.


A este respecto, debo decir (a título personal, yo no represento a ninguna organización “protestante” o “evangélica”) que un genuino cristiano, uno que sabe que tiene al Espíritu Santo en su vida, jamás ofendería a la madre de Jesús; pero que, porque hay doctrina suficientemente bíblica para darnos claridad, tampoco la honraríamos más allá de lo que Dios y Su Palabra ha permitido explícitamente para referirnos a esta santa de Dios.

En principio, la verdadera Iglesia de Dios está fundada en la doctrina de apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo (lo que da firmeza a la Iglesia) Jesucristo mismo (Efesios 2.20); y, a lo largo de las enseñanzas apostólicas, ninguno de ellos, y menos el apóstol Pablo (apóstol para nosotros los gentiles), enseñó honrar a María más allá del reconocimiento que Dios le dio para llegar a ser madre del Hijo de Dios. Las Escrituras no dicen que María sea madre de Dios Quién, a saber, es eterno, imposible de que haya sido concebido y dado a luz mediante una mujer, por más santa que ésta halla sido. Esta enseñanza o doctrina es una herejía.

El apóstol Pablo enseñó que “hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre” (1 Timoteo 2.5). Lean bien el versículo: “un solo Dios”, y “un solo mediador”, no dice dos o tres mediadores o intercesores. Sin embargo, e ignorando esta sencilla y clara enseñanza apostólica, los herejes doctores de esta iglesia persisten en hacer de María una intercesora, oficio que solo le pertenece a Jesús:

24 mas este [Jesús], por cuanto permanece para siempre [Eterno], tiene un sacerdocio inmutable; 25 por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él [como mediador o intercesor] se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos.

Hebreos 7:24-25

Así, no odiamos a María; es más, la amamos porque, como todo genuino cristiano, se arrepintió de sus pecados, aceptó a Jesús como su salvador y redentor y fue bautizada en el nombre de Jesús; y, merced a su fe, el Día de Pentecostés recibió el Espíritu Santo (Hechos 1.14) que da testimonio de la justicia de todo el que cree en el nombre de Jesús.

Luego se dice, haciendo alusión a la disensión de Lutero cuando, por el año 1517, renegó de dogmas antibíblicos en el seno de la Iglesia Católica, que el movimiento protestante y, después, evangélico, sería una organización que recién tuvo su inicio en ese año, después de que Jesús instituyó Su Iglesia, lo cual es impreciso; porque, aun cuando Lutero protestó contra esta iglesia por el año 1517, lo que él hizo fue lo que el apóstol Pablo ya había considerado sucedería cuando dijo: “Porque es preciso que entre vosotros haya disensiones, para que se hagan manifiestos entre vosotros los que son aprobados.” (1 Corintios 11.19). Así, aun cuando Lutero no protestó contra todas las herejías que se fraguaron en las altas esferas del clero católico, Dios estaba con él para, desde ese entonces, ir restaurando Su Iglesia tal como Él la instituyó desde días de Jesús el Cristo y, a lo largo del libro de Hechos, con la autoridad delegada a Sus santos apóstoles; hasta que, y tal como lo dijo el apóstol Pablo en Hechos 20.29-30, entraron lobos rapaces al seno de la Iglesia y, aún de entre los discípulos, se levantaron hombres que hablaron perversidades como lo vemos constituyen la doctrina y catecismo de esta iglesia.

Así, amigos católicos, la Iglesia de Dios sigue en pie y está conformada por hombres y mujeres que creen -acertadamente- que la manera de allegarse a Dios y recibir el Espíritu Santo es creyendo en Jesús (Juan 14.6; Juan 7.37-39), como único Salvador y Señor; y que hoy, precisamente, Él mismo colabora para nuestra comunión con el único Dios verdadero mediante Su obra como intercesor o mediador, como Sumo Sacerdote de la Iglesia. Este oficio no lo tiene María; ella está, al igual que todos los santos y santas que han partido, esperando el día de la resurrección y transformación gloriosa de nuestros cuerpos (1 Tesalonicenses 4.16-17; 1 Corintios 15.51-52).

Sí, Dios inspiró a Lutero para confrontar a la temida elite y clero católico que, por entonces, amenazaba de muerte a todo el que creía distinto que ellos; imponiendo con el miedo sus herejías y, lo que es peor, con testimonios en las altas esferas del clero acusados de perversión sexual y otras perversidades. Yo, en lugar de ustedes, haría caso a lo que el Espíritu dice a la Iglesia: “Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas.” (Apocalipsis 18.4); porque, uno de estos días, Dios va a juzgar a esta iglesia.

Obstante la protesta de Lutero, los protestantes y, después, los evangélicos, no reniegan de mucha doctrina que heredaron de los católicos. Cierto, han llegado a invocar el nombre de Jesús al momento de orar porque, hasta 30 o 40 años atrás, terminaban de orar “en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.”, y lo mismo cuando oran por los enfermos o echan fuera demonios, ahora lo hacen invocando el nombre de Jesús; pero, ¿por qué no invocan el nombre de Jesús en el bautismo en agua, cuando esa fue la práctica de fe en la iglesia primitiva y apostólica? ¿Por qué, ¡hipócritas!?

“Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados [apostasía], ni recibáis parte de sus plagas.”

La Biblia, la Palabra de Dios es la carta de Dios, Yehováh Dios, para que la creamos, no para que la interpretemos según nuestras teologías, aun cuando debo reconocer que algunas aportan para bien de la fe. ¡Arrepintámonos, y volvámonos a la pureza de Su bendita Palabra, y veremos la gloria de Dios en nuestras iglesias locales.! (Juan 11.40).

37 Si alguno se cree profeta, o espiritual, reconozca que lo que os escribo son mandamientos del Señor. 38 Mas el que ignora, ignore.

1 Corintios 14.3-38

¡Shalom alejem!


Porción tomada del libro A Prayer To Our Father (Una Oración A Nuestro Padre), capítulo The Hebrew Meaning Of The Avinu Prayer (El Significado Hebreo de la Oración del Padre Nuestro), sección May Your Name Be Sanctified (Santificado Sea Tu Nombre), por Nehemia Gordeon y Keith Johnson.