viernes, 14 de julio de 2017

Él Conoce al Pastor del Salmo

E
l cristianismo no es una formalidad. El cristianismo no es una religión. Es una relación de amor personal con Jesucristo. ¿Tiene usted esa relación de amor? ¿Conoce a ese Cristo? Termino con esta ilustración. Había un actor en una sala de teatro a quien le pidieron recitar algo para el público. Se levantó y siendo amable con su público dijo: «Recitaré lo que ustedes me pidan». Al principio, nadie hizo sugerencia alguna, pero un anciano predicador que por casualidad estaba allí sentado al final de la sala, se levantó y dijo: «Me gustaría escucharle recitar el Salmo 23».

Pues bien, el actor se sorprendió un poco con esto, pero como había manifestado su disposición de recitar lo que le pidieran, aceptó lo que el hombre le sugirió. Casualmente, conocía el salmo, así que dijo que lo recitaría. Repitió el Salmo 23 con perfecta elocuencia. Fue una interpretación magistral. Su dicción fue estupenda. Cuando terminó, toda la audiencia estalló en una ovación espontánea. El actor, imaginando que se desquitaría con el anciano por sugerirle recitar algo de la Biblia, le dijo: «Bueno señor, ahora me gustaría oírlo a usted recitarlo». El anciano no regateó el pedido. Sino que por su amor a Cristo se levantó y repitió el Salmo 23. Su voz se quebró, se entrecortó y no fue muy hermosa. La interpretación tampoco fue muy buena. Cuando terminó no hubo aplausos, pero no quedó nadie que no llorara en la sala. El actor, percibiendo su propia emoción, se puso de pie y dijo: «Señoras y señores, yo llegué a sus ojos y oídos, él llegó a sus corazones. Ésta es la diferencia: Yo conozco el salmo; él conoce al Pastor del salmo»

¿Conoces al Autor de la Palabra, la Biblia? Porque eso es lo que debemos buscar cuando leemos las Escrituras, no llenarnos de argumentos para contender e impresionar a los demás con nuestro saber, pero conocerle tanto que, cuando leamos Su Palabra, Ésta impresione vivamente nuestras vidas para hacerlas Suya, de Su completo dominio hasta que Él sea el TODO en todo. Amén.


Porción tomada del sermón Cómo Jugar A La Iglesia, del Dr. John MacArthur

No hay comentarios:

Publicar un comentario