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Dios ha establecido ciertas reglas para entrar
en el Reino; deben obedecerse o no hay entrada. Puede que usted desee entrar a
tal grado que viene a la iglesia y se involucra, pero no tanto. A menos que
venga por medio de Jesucristo, no puede entrar. Todas sus actividades
religiosas y todos sus rituales carecen de sentido. Pedro en Hechos 4:12 dijo: “Y en ningún otro
hay salvación; porque no hay otro Nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que
podamos ser salvos”. No hay otro nombre aparte de Jesucristo.
Había un
hombre ciego en un puente de Londres, quien estaba leyendo su Biblia en
braille. Mientras leía Hechos 4:12, se perdió en el texto con sus dedos. Sin
ser consciente –por su ceguera- de cualquiera a su alrededor, continuó pasando
sus dedos sobre la misma frase: “No hay otro Nombre… no hay otro Nombre… no hay
otro Nombre”. Un grupo de personas que se había reunido a su alrededor, a
medida que trastabillaba sobre las palabras, comenzó a mofarse y burlarse de él
mientras palpaba su Biblia. Había otro hombre parado a la orilla del gentío,
quien no se burlaba sino que escuchaba. Aquella noche, aquel hombre se alejó,
fue a su casa, cayó sobre sus rodillas e invitó a Cristo a entrar en su vida.
Posteriormente, en una reunión, testificó que lo que lo trajo a Jesucristo fue
un hombre ciego en un puente que trastabillaba sobre las palabras: “No hay otro
Nombre… no hay otro Nombre… no hay otro Nombre”.
Es solo a
través de la fe personal en el Señor Jesucristo que usted, yo o cualquiera
podrá entrar al Reino de Dios. No podemos entrar por medio de nuestra emoción
religiosa o de nuestros sentimientos santificados. Solo mediante la Sangre
preciosa de Jesucristo.
Porción tomada del sermón
titulado Cómo Jugar A La Iglesia, del Dr. John MacArthur
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