domingo, 2 de abril de 2023

De La Tierra Al Cielo

 Un Cambio De Ámbitos

De La Tierra Al Cielo

¡Exaltados, potencialmente glorificados!

 


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emos visto que la regeneración es un intercambio de ámbitos: el cristiano es alguien que ya no está “en la carne”, sino “en el Espíritu.” Pero estos no son los únicos ámbitos intercambiados en la regeneración. La octava representación de la regeneración que consideraremos tiene que ver con el traslado de la esfera terrenal a la esfera celestial.

“Si habéis muerto con Cristo a los principios elementales del mundo, ¿por qué, como si aún vivierais en el mundo, os sometéis a preceptos tales como: no manipules, ni gustes, ni toques (todos los cuales se refieren a cosas destinadas a perecer con el uso), según los preceptos y enseñanzas de los hombres?”

Colosenses 2:20-22

“Si habéis, pues, resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, nuestra vida, sea manifestado, entonces vosotros también seréis manifestados con El en gloria. Por tanto, considerad los miembros de vuestro cuerpo terrenal como muertos a la fornicación, la impureza, las pasiones, los malos deseos y la avaricia, que es idolatría. Pues la ira de Dios vendrá sobre los hijos de desobediencia por causa de estas cosas, en las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo cuando vivíais en ellas. Pero ahora desechad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, maledicencia, lenguaje soez de vuestra boca. No mintáis los unos a los otros, puesto que habéis desechado al viejo hombre con sus malos hábitos, y os habéis vestido del nuevo hombre, el cual se va renovando hacia un verdadero conocimiento, conforme a la imagen de aquel que lo creó.”

Colosenses 3:1-10

¡De acuerdo a Colosenses 2:20-22, los Cristianos ya no “viven en el mundo!” Han “muerto a ese ámbito, y han pasado a un ámbito diferente. Este mundo de cosas materiales y temporales (“cosas destinadas a perecer con el uso”) ya no es la esfera de su vida. ¿Cuál es la esfera de su vida? La respuesta se da en los versículos a continuación (3:1-10): “Habéis, pues, resucitado con Cristo;… habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios… Cristo… es nuestra vida.”

El cristiano es alguien que ha “muerto”, y su vida está “escondida con Cristo en Dios.” Vive en el ámbito celestial. Cuando la esfera de su vida era esta tierra, andaba de acuerdo a este ámbito terrenal, “en las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo cuando vivíais en ellas.” Pero, ahora la esfera de su vida es celestial, y él es exhortado a darse cuenta de este hecho y a “poner su mente” en las “cosas de arriba.”

Amado cristiano, ¡tú perteneces a los lugares celestiales! Ya no eres parte de este mundo. ¡Has sido “crucificado al mundo” y el mundo a ti! Solo tu cuerpo mortal, el cual todavía no ha sido redimido, está “aquí abajo” en este ámbito terrenal. Por eso es que Pablo nos exhorta a “haced morir los miembros que están en la tierra” “Os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo… No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.”

 

NO DE ESTE MUNDO

 

“Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba; vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo.”

Juan 8:23

En estas palabras a los Judíos, nuestro Señor de nuevo habla del ámbito terrenal y del ámbito celestial. Como esperaríamos, Él se refiere a Sí mismo como perteneciente a la esfera celestial. Lo que no esperamos es lo que Él dice de todos los cristianos en unos capítulos más adelante:

“El mundo los ha odiado, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.”

Juan 17:14-16

¡Los cristianos no son del mundo como Cristo no es de este mundo! Como partícipes de Su vida celestial, pertenecen a un ámbito diferente, ellos han sido “nacidos de arriba” y son parte de una nueva orden. Desprecian las cosas que el mundo tiene en “alta estima” y valoran las cosas que el mundo desprecia. La piedra “desechada por los edificadores” rechazada como si no tuviera ningún valor es preciosa y fundamental para ellos. Sus motivos y acciones son un enigma para el mundo. Miran cosas que no se ven y basan sus vidas en realidades invisibles. Entienden la “sabiduría oculta” que es “locura” al mundo. Tienen “la mente de Cristo” “Por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él.”

En vista de estas realidades, no nos debe sorprender que el mundo odie a los cristianos. “Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece.”

 

CIUDADANOS DEL CIELO

 

“…cuyo fin es perdición, cuyo dios es su apetito y cuya gloria está en su vergüenza, los cuales piensan sólo en las cosas terrenales. Porque nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también ansiosamente esperamos a un Salvador, el Señor Jesucristo.”

Filipenses 3:19-20

En un contraste marcado con aquellos cuyo dios es la carne y cuyas mentes están fijadas en las cosas terrenales, los cristianos ya son ciudadanos del cielo. Viven y se mueven en el reino celestial, y sus mentes están puestas en las cosas de arriba.8 Sus corazones están en el cielo, y de allí esperan ansiosamente el retorno de su Salvador y Rey.

 “Porque Agar es el monte Sinaí en Arabia, y corresponde a la Jerusalén actual, pues ésta, junto con sus hijos, está en esclavitud. Mas la Jerusalén de arriba, la cual es madre de todos nosotros, es libre.”

Gálatas 4:25-26

“Porque no os habéis acercado al monte que se podía palpar… sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos.”

Hebreos 12:18, 22-23

Vemos de nuevo en estos versículos que los cristianos son ciudadanos libres de nacimiento de “la Jerusalén de arriba”. Han venido, no a una montaña que puede ser tocada físicamente, sino a una invisible y celestial—El Monte de Sion, la “ciudad de nuestro gran Rey.” Son ahora mismo parte de la “Jerusalén celestial”, “la ciudad del Dios viviente,” junto con los que ya han muerto e ido antes que ellos al cielo. Esta es la “la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.” Porque sus corazones están fijos en esta permanente Jerusalén celestial, los cristianos están dispuestos a abandonar la seguridad de todos los establecimientos terrenales temporales e ir a Cristo “fuera del campamento, llevando su vituperio.” “Porque no tenemos aquí ciudad permanente, sino que buscamos la por venir.”

“Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios.”

Apocalipsis 21: 2-3

“…Ven acá, yo te mostraré la desposada (la novia), la esposa del Cordero. Y me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios, teniendo la gloria de Dios. Y su fulgor era semejante al de una piedra preciosísima, como piedra de jaspe, diáfana como el cristal.”

Apocalipsis 21: 9-11

 ¿Quién es la “santa ciudad, la nueva Jerusalén?” ¡Nada más y nada menos que “la novia, la esposa del Cordero”! Esta ciudad, la novia, ahora reside en el cielo pero en la consumación “descenderá del cielo, de Dios”. Dios mismo “morará entre su pueblo” y “la gloria de Dios” descansará para siempre en ellos. Oh, la bendición de ser, aún ahora, una parte de esta ciudad celestial, la novia, la esposa del Cordero.

 

Gloriosas cosas de ti se hablan, Sión, la ciudad de nuestro Dios;

Aquel cuya palabra no puede ser quebrada Te ha formado para Su propia morada.

Sobre la Roca de los Siglos fundada,

¿Qué puede tu seguro reposo estremecer?

De muros de salvación rodeada,

Todos tus enemigos Tu majestad han de ver.

¡Ve! Los arroyos de vivientes aguas, Del amor eterno brotando,

Buen suministro a tus hijos e hijas,

Que todo miedo de carencia van quitando.

¿Quién puede desmayar mientras tal río Siempre fluya para su sed saciar?

Gracia que, como el Señor, el Dador, Nunca en los siglos podría fallar.

Salvador es de la ciudad de Sión,

Por medio de la gracia, un miembro soy, Deja que el mundo se burle sin compasión,

Mas en tu nombre a gloriarme voy, Marchitarse es el placer del mundo entero,

Toda su pompa, alarde y presunción; Continuo gozo y tesoro duradero

Ninguno conoce sino los hijos de Sión.

– JOHN NEWTON

 

SENTADOS CON CRISTO

 

“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo.”

Efesios 1:3

“Pero Dios, que es rico en misericordia, por causa del gran amor con que nos amó, aun cuando estábamos muertos en nuestros delitos, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia habéis sido salvados), y con El nos resucitó, y con El nos sentó en los lugares celestiales en Cristo Jesús.”

Efesios 2:4-6

Porque estamos “en Cristo” y somos partícipes de Su vida resucitada, nos encontramos sentados con Él en lugares celestiales. En Él poseemos “toda bendición espiritual” y nada nos falta; se nos han dado “todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad” Los cristianos no tienen necesidad de añadir “algo más” a Cristo; su gran necesidad es ver y entrar en la realidad de lo que ya tienen en Él. Esta obra es realizada misericordiosamente por el Espíritu Santo. Por lo tanto, Pablo ora que los Efesios tengan los ojos de su corazón iluminados” por el Espíritu Santo, para que puedan conocer “cuál es la extraordinaria grandeza de Su poder a los que creen” Éste es el mismo poder que levantó a Cristo de los muertos, y lo “sentó a su derecha en los lugares celestiales, sobre todo principado y autoridad, poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no solo en este siglo, sino también en el venidero.”

 

CONTINÚA MIRANDO PARA ABAJO

 

Por lo que dicen todos estos versículos, es claro ver que los creyentes tienen su esfera y fuente de vida en los lugares celestiales. Ellos ya nos son de este mundo. Ya no viven aquí, sino en el cielo. En nuestra experiencia diaria, produce una gran diferencia vernos a nosotros mismos como “aquí abajo” en este mundo—al igual que un buceador en el lecho del océano con una pequeña manguera conectándolo con el barco en la superficie del agua que está muy, muy arriba (el cielo), de donde él está, que vernos como “sentados en el cielo”—¡mirando hacia abajo a los asuntos de esta vida! Produce mucha diferencia si nuestro lema es “Continúa mirando hacia arriba” (al ámbito donde todavía no perteneces”) o “continúa mirando hacia abajo” (“desde el ámbito donde estás, porque has muerto y tu vida está escondida con Cristo en Dios”)

En términos prácticos, esto significa que los cristianos no están trabajando para alcanzar una vida que todavía no tienen o para obtener una victoria que todavía no han ganado. Son partícipes de la propia vida de Cristo y de la victoria que Él ya ha obtenido. Cristiano, tú eres partícipe de la vida de resurrección de Cristo, y Él ya ha vencido y roto el poder del pecado que estás enfrentando ahora mismo, ¡por Su muerte, sepultura, resurrección y ascensión! Como un partícipe de Su vida, tu llamado no es el tratar de conseguir algo para ti mismo que Él no ha conseguido, sino el creer que El ya lo ha hecho por ti y andar en esa verdad. ¡En esta forma podrás recibir la habilidad de pelear “la buena batalla de la fe” en vez de la lucha miserable de la incredulidad!

Lo mismo es verdad con respecto a nuestra batalla contra las potestades de las tinieblas. Constantemente necesitamos recordar el hecho que Satanás ya ha sido derrotado por Cristo en la cruz y que “en Cristo” estamos sentados “sobre todas” las huestes del mal. Debemos leer Efesios 6:12 a luz de esta presente realidad: “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra [derrotados] principados, contra [destronadas] potestades, contra los [subyugados] gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra [vencidas] huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.” Mientras humildemente nos “sometemos a Dios y resistimos al diablo,” tenemos la promesa que ¡aun este león rugiente huirá ante las indefensas ovejas de Dios! ¡Gloria a Dios!


Capítulo 12 del libro “Justificación & Regeneración”, del Dr. Charles Leiter

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