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ecientemente, me compartieron un
vídeo que daba cuenta de cómo, bajo el emperador romano Constantino(en el siglo
IV) la iglesia fue unificada; según el
autor de este vídeo porque, a su parecer, la iglesia estaba dispersa,
desordenada; y que, para el emperador, “unirla” era imprescindible para un
reino o imperio que, por entonces, también sufría desunión y confrontación
entre sus fuerzas del occidente y el oriente; y que, “uniendo” la iglesia, esto
surtiría el efecto de la unidad que éste también quería para su imperio.El Concilio de Nicea, bajo auspicio del emperador Constantino (Siglo IV)
Según la tradición, se dice que
Constantino tuvo un sueño y que, en este sueño, la providencia le decía que,
por la señal de una cruz, él vencería a sus enemigos; y la impresión del sueño
fue tal que, tan luego tuvo el sueño, éste decidió “convertirse” en cristiano;
y, tiempo después, dio un edicto para que todo ciudadano bajo su imperio, el
imperio romano, fuera declarado “cristiano” sin siquiera mediar el
arrepentimiento y el perdón de pecados; y, tristemente, sin invocarse el nombre
del Señor Jesús en el bautismo en agua tan y como, desde los apóstoles, fue la
costumbre en razón del mandamiento dado por el mismo Señor Jesús.
Así, Constantino auspició el
llamado Concilio de Nicea, año 325, convocando a todos los obispos en el
imperio romano; donde, tristemente, la inexistente doctrina de la trinidad fue
aceptada, aun cuando hubo oposición; y, en razón de esto, igualmente el
bautismo en agua sufrió cambios; para, desde entonces, ya no invocarse el
nombre del Señor Jesús, para identificarnos con Su obra en la cruz (Romanos
6:3-4); sino, a cambio, los títulos de “Padre, Hijo y Espíritu Santo”; con lo
que la iglesia que Jesús fundó, quedó tal de incapacitada para, por causa de
omitirse el nombre de Jesús, el pueblo no pudiera recibir el don o regalo del
Espíritu Santo, el Consolador prometido por Dios y pregonado por el mismísimo
Señor Jesús.
¿Desde cuándo la iglesia de
Jesucristo necesitó la mediación de un hombre como Constantino, un idólatra
pagano? Cuando, en los capítulos 11 y 15 del libro de Hechos, en la Biblia,
leemos de cómo los apóstoles, obispos y ancianos se reunieron en Jerusalén en
concilio; y que, con la aprobación del Espíritu Santo se dieron pautas para los
creyentes gentiles. La iglesia de Jesucristo es de Jesucristo, no es de ningún hombre
(Romanos 8:9); y, por lo mismo, ésta es gobernada solo y únicamente por hombres
llenos del Espíritu Santo.
¿Quiere Dios la unidad de Su
iglesia? Seguro, Él es el principal interesado en la unidad de Su iglesia;
pero, a diferencia de todo método que el hombre quiera utilizar, tal y como lo
hizo Constantino, Dios hará uso de cinco ministerios o servidores para el logro
de la unidad en Su iglesia:
1.
Apóstoles,
2.
Profetas,
3.
Evangelistas,
4.
Pastores, y
5.
Maestros
11 Y él
mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a
otros, pastores y maestros, 12 a fin de perfeccionar a
los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de
Cristo, 13 hasta que todos
lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón
perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; (Efesios
4:11-13).
Tan y como Pilato entregó al Señor Jesús para ser
crucificado, aun cuando él sabía que el Señor era inocente; porque, como
político, solo le interesaba mantener la paz entre Roma y Jerusalén; del mismo
modo, Constantino solo vio un interés político en regir las riendas de una
iglesia que, desde su creación y fundación en Hechos 2, llena del Espíritu
Santo, estaba ordenada a vivir de la obra de Dios en ella, a través de Sus
ministerios. Cierto, para el siglo IV había desunión en la iglesia, pero era
algo previsible y que, por lo mismo, el apóstol Pablo escribió que “Porque
es preciso que entre vosotros haya disensiones [grupos, divisiones], para que
se hagan manifiestos entre vosotros los que son aprobados.”; que, de
esta manera, Dios apartaría los chivos de las ovejas, el trigo de la cizaña. Pero,
finalmente, y con la aceptación de una iglesia apóstata, la iglesia del Señor
Jesús fue finalmente gobernada por mal llamados “líderes”, gente corrupta, tal
y como el apóstol lo profetizó que sucedería en Hechos 20:29-30; y, de allí en
adelante, el Espíritu Santo salió de la iglesia (por lo menos de la iglesia
impuesta por Roma); lo que, poco tiempo después, dio origen a la perversa y
corrupta iglesia católica, con su centro de operaciones diabólicos en Vaticano –
Roma.
Sí,
Dios envió Su Espíritu a esta iglesia, para sacar a los Suyos con Lutero; pero,
tristemente, hasta el día de hoy la gran mayoría de iglesias protestantes y/o
evangélicas, que provinieron de su ruptura con la iglesia romana, continúan con
muchas doctrinas heréticas y perversas como la trinidad; y, aun cuando han
vuelto a invocar el nombre del Señor Jesús al momento de orar o pedir algo en
Su nombre (por sanidad y echar fuera demonios, por ejemplo), no lo hacen en el
bautismo en agua; cuando, a lo largo del libro de Hechos, es notorio que así
obraron los apóstoles y evangelistas del siglo I de la iglesia. Aún la iglesia
católica ora por sanidad y echa fuera demonios en el nombre del Señor Jesús;
pero, cuando se trata del bautismo en agua, ellos y mayoría de iglesias denominacionales, “las hijas de la
ramera” (Apocalipsis 17:5), persisten en usar los títulos y no el nombre,
Jesús; que, según el evangelio, es lo que nos promete el advenimiento del
Espíritu Santo, la vida de la iglesia, de la verdadera iglesia.
“El
que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias…”
(Apocalipsis 2:11).
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