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oches atrás tuve un sueño, algo complejo por los diversos escenarios en que me vi; y, en la parte que quiero compartir, me encontraba acompañado de mi añorada abuela, María Graciana (y ella ya partió hace muchos años), y parecíamos mirar el pico de un cerro, casi una montaña cubierta de nieve; y que, por lo entusiasmados que parecíamos estar, teníamos la intención de escalarlo; pero, en el sueño, siendo ya muy tarde y pronto a oscurecer, decidí que pospondríamos la escalada segura para el siguiente día, de mañana,
Nevado en Huaraz |
Amo nuestra serranía y, las
veces que he viajado hacia estos lares, he preferido hacerlo por tierra,
justamente para disfrutar del variado o variopinto paisaje de nuestra serranía,
Cuando adolescente, solía
tener pesadillas y, por lo general, viéndome caer por un abismo sin fondo; lo
que hacía que despertara abruptamente, sudoroso; sin embargo; desde que asentí
en buscar a Dios a mis 30 años, ya no tengo pesadillas; y, contrario de caer
por un abismo sin fondo (significando para mí que vivía sin fundamento sólido),
hoy en mis sueños me veo mirando hacia arriba y donde, como en el sueño con mi
abuela, pareciérase proponerme una cuota de esfuerzo, como el que derrocha un
alpinista para llegar a la cumbre,
Oro porque Jehová me
fortalezca para llegar a esa «Meta»; porque, en mi manera de discernir mis
asuntos, mi abuela ya partida significaría la imposibilidad de subir, además
que ya era tarde; además de que ella, porque fue regularmente obesa, habría sido
difícil el intentarlo. Quizá hay un mensaje allí para mí, mientras parezco
tener algo de fuerzas, aún un viejo de 71, próximo a los 72 años.
¡Paz!
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