1 Pasado el día
de reposo, al amanecer del primer día de la semana, vinieron María
Magdalena y la otra María, a ver el sepulcro. 2 Y hubo un gran
terremoto; porque un ángel del Señor, descendiendo del cielo y llegando,
removió la piedra, y se sentó sobre ella. 3 Su aspecto era como un
relámpago, y su vestido blanco como la nieve. 4 Y de miedo de él los
guardas temblaron y se quedaron como muertos. 5 Mas el ángel,
respondiendo, dijo a las mujeres: No temáis vosotras; porque yo sé que buscáis
a Jesús, el que fue crucificado. 6 No está aquí, pues ha resucitado,
como dijo. Venid, ved el lugar donde fue puesto el Señor. 7 E id
pronto y decid a sus discípulos que ha resucitado de los muertos, y he aquí va
delante de vosotros a Galilea; allí le veréis. He aquí, os lo he dicho. (Mateo
28:1-7)
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oy el mundo cristiano celebra
la resurrección de nuestro Señor y Salvador Jesús; porque, así como Su muerte
nos involucra, porque Él murió por nosotros, igualmente Su resurrección.
La alegría que las mujeres experimentaron,
al saber que su Señor y Maestro había resucitado; y que, con desbordante gozo,
lo compartieron con los once discípulos; poco a poco iba a ser mayor, por su
mayor connotación o implicancia.
Cierto, el saber que el Señor
había resucitado debió haberles causado la alegría que, seguramente, igual causó
a los familiares de cuantos muertos el Señor resucitó; pero, en este caso en particular
de Su resurrección; primero, porque Él lo había anticipado o profetizado en
muchas ocasiones; y, segundo, por la implicancia, alcance o trascendencia que
este hecho tiene para la fe y la esperanza de todo cristiano; porque, así como
el Señor nos representó en la cruz, muriendo por nosotros y pagando, así, por
nuestros pecados y maldades; igualmente, cuando Él resucitó nos representó;
motivo por lo cual, la resurrección de entre los muertos nos está prometida; y
Dios, Quién no miente, lo cumplirá muy pronto, muy pronto.
La resurrección del Señor
Jesús demostró que Él era inocente y que, por lo tanto, la muerte no tenía
poder alguno para retenerlo (Hechos 2:24). El apóstol declara en Hebreos 7:26:
Porque tal Sumo
Sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores,
y hecho más sublime que los cielos.
Oh, que extraordinaria
descripción de Sus antecedentes o pergaminos. En el Antiguo Testamento, el Sumo
Sacerdote (según el orden aarónico) era instruido a presentarse –ante Jehová
Dios- con la sangre de un cordero que, previamente, había sido examinado
cumplir algunos requisitos de perfección; porque, años después, los mismos
requisitos se esperaban del Cordero de Dios que quita el pecado del mundo; y
sucedía que, cuando el Sumo Sacerdote entraba al Lugar Santísimo, donde Jehová
Dios había prometido que estaría, amarraban una soga alrededor de la cintura
del sacerdote; porque, si la sangre del cordero tenía tacha u observación; y,
aun así, era presentada a Jehová Dios, aun así éste osaba entrar a la presencia
de un Dios santo, éste moriría; y luego, de un tiempo prudencial, si el Sumo
Sacerdote no salía, los otros sacerdotes (en el Lugar Santo o anterior al velo)
procedían a tirar de la soga para retirar el cadáver del Sumo Sacerdote
irreverente e irresponsable.
Jesús es nuestra Pascua, como
lo dice el apóstol (1 Corintios 5:7), que “ya fue sacrificada por nosotros”;
pero, a la vez, Él –en la cruz- ya estuvo oficiando Su oficio de Sumo
Sacerdote, según el orden de Melquisedec. ¿Recuerdan cuando Él exclamó: “Padre,
perdónalos, porque no saben lo que hacen.” (Lucas 23:34)? Pues eso nos da una
idea de cómo Él, en la cruz, ya oficiaba Su rol de Sumo Sacerdote, uno que
intercede o media entre Dios y nosotros los hombres (1 Timoteo 2:5).
De tal manera que, cuando Él
resucitó, eso demostró que Él fue el sacrificio y, a la vez, el Sumo Sacerdote
con las exigentes características y requisitos de Hebreos 7:26.
¿Nos implica, involucra o
incluye Su resurrección? ¿Cuáles son las consecuencias de Su resurrección para
el pueblo cristiano?
El apóstol hace esta consoladora
declaración en 1 Tesalonicenses 4:14:
Porque si
creemos que Jesús murió y resucitó, así traerá Dios –con Jesús- a los que
durmieron en Él [en la fe de Jesucristo, el Evangelio de nuestra salvación].
Y recuerden, en cierto momento
Él dijo: “Porque Yo vivo, vosotros también viviréis” (Juan 14:19); y, en otro
momento, “Yo soy la resurrección y la vida [Eterna]” (Juan 11:25). ¡Oh, qué
Evangelio o Buena Nueva para el creyente, para el cristiano!
“No está aquí, pues ha
resucitado, como dijo.” (Mateo 28:6).
¡ALÉGRATE, IGLESIA DEL SEÑOR
JESUCRISTO, IGLESIA DEL DIOS VIVIENTE! ¡ALÉGRATE!
¡Aleluya! Amén.
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